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HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Artículos referidos al pasado del hombre en una época situada entre la Revolución Francesa y la época actual.

martes, 19 de marzo de 2013

El arte del bronce egeo

Durante la edad del bronce en el Egeo, hacen su aparición las culturas minoica y micénica. Se trata de sociedades urbanas y complejas, que desarrollan el mayor nivel artístico de la zona hasta ese momento. El arte minoico y micénico constituirá el germen de lo que llamamos el arte clásico, que es heredero de los conceptos ideados y concebidos en ésta época. En esta entrada intentaremos describir brevemente las características principales del arte desarrollado por la enigmática civilización que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea". 

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 EL ARTE MINOICO 

En el curso del segundo milenio a. c., mientras Europa vive en la Edad del Bronce, Creta, por su situación privilegiada en un mar de rutas comerciales, es el solar de una cultura que ha evolucionado desde el neolítico y que sirve de inspiración a las zonas continentales próximas con las que mantiene contactos.

La arquitectura cretense o minoica aplicó sus mejores y más avanzados recursos técnicos en la construcción de los llamados hasta ahora palacios, famosos por su complejidad y magnificencia. Los palacios (como Cnosos, Festos o Hagia Triada) son de arquitectura compleja y fueron construidos a base de bloques aislados, posiblemente, sin ninguna planificación previa; lo que explicaría el orden caótico de estos lugares y que dio pie a que sir Arthur Evans los identificara con la leyenda del laberinto del Minotauro.

Reconstrucción del palacio de Cnosos
No obstante, estos bloques aislados ofrecen algunos elementos comunes y compartidos como un patio rectangular (probable lugar para la celebración de determinados cultos, como la taurocatapsia o salto del toro), grandes escaleras de acceso a los pisos superiores y tragaluces. De carácter arquitrabado, esta arquitectura se basa en el uso sistemático de la columna, de fuste cilíndrico disminuido hacia su base y capitel con equino y ábaco, que se convierte en un elemento esencial que proporciona elementos al estilo dórico griego.

Reconstrucción digital del palacio de Cnosos
subido por CustardCustard a https://www.youtube.com

Hay que destacar que algunos autores, como Paul Faure, ofrecen una hipótesis alternativa al uso de lo que hemos estado calificando de «palacios» desde 1900 hasta ahora. Para estos expertos los palacios debieron ser, en realidad algún tipo de santuario dirigido por un rey- sacerdote o un clero especializado. De ser esto cierto, es posible que las mansiones reales fueran, en realidad, las villas que se alzan en las inmediaciones de estos grandes conjuntos –como el Pequeño Palacio de Cnosos o la villa de Hagia Tríada y que hasta ahora no había dudas a la hora de pensar que se trataba de palacetes privados de los reyes.

Una característica llamativa de la arquitectura minoica es la ausencia de templos y construcciones destinadas al culto si exceptuamos la hipótesis de Faure, mencionada antes. Esta ausencia no es de extrañar en lo que a la práctica de cultos naturalistas se refiere, porque este carácter los hace innecesarios. Eso sí, las altas cumbres y las cuevas profundas fueron lugar propicio para el depósito de ofrendas y exvotos en honor a las divinidades ctónicas.

La escultura estaba compuesta por exvotos de pequeño tamaño sin pretensiones de monumentalidad y se caracterizó por su originalidad y sentido expresionista. Se cultivaron abundantemente estatuillas de la diosa domadora de serpientes, hombres desnudos, damas de falda acampanada, y algunas tallas de marfil, como el Acróbata de Cnosos. También destaca la presencia de ritones y vasos ceremoniales con distintas figuras, principalmente en forma de toro.


Ritón en forma de cabeza de toro, por Olaf Tausch. Fuente: Wikimedia Commons CC0 1.0
Sacerdotisa domadora de serpientes, por Jebulón. Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

La cerámica más antigua conocida es la de Pirgos (Minoico Antiguo I). Se trata de una cerámica bruñida que reemplazó a la de origen neolítico. Destacan de ésta las copas o cálices de pie, de color grisáceo o negruzco y una decoración lineal. Del Minoico Antiguo II data la cerámica de Vassiliki –conocida también como cerámica flameada, porque sobre fondo oscuro se extienden manchas de tonos claros (en especial, rojizos). Pero la más representativa es la de tipo Kamarés, propia del período de máxima expansión comercial (Minoico Medio II). De paredes finas parece obvia su utilización de carácter ritual –tal vez para recoger ofrendas-. Su decoración es polícroma sobre fondo negro, componiendo motivos libres y espirales que fueron evolucionando hacia motivos naturalistas. En la última etapa minoica los motivos derivarán hacia creaciones florales o bien ambientadas en el fondo marino, destacando aquellas protagonizadas por pulpos o calamares cuyos tentáculos ocupan toda la superficie de la vasija.

Ejemplos de cerámica minoica, por Janmad (1), Robert Valette (2) y Weyergraf (3)
Fuente: Wikimedia Commons (1), (2), (3) / CC-BY-SA 3.0 
Modificación: Se han unido en una única imagen
En sus pequeños palacios, las pinturas al fresco, combinadas con bajorrelieves de estuco, reflejan los temas de la vida diaria y constituyen el mejor reflejo de la idea que los minoicos tenían de sí mismos. En ellas, los pintores muestran su amor a la naturaleza y un sentido del movimiento del que carecían otros estilos artísticos, como la pintura egipcia. La influencia de Egipto es perceptible en algunas manifestaciones, por ejemplo, en la belleza de los perfiles de las pinturas, pero los artistas cretenses rompieron las ataduras foráneas para inspirarse en las bellezas de su propio paisaje creando un lenguaje pictórico propio y original. A pesar de su dependencia al mundo ceremonial y religioso, la pintura cretense no es rígida y se caracteriza por su fantasía creadora en lo que a cuerpos, formas, movimientos y colores se refiere.


Frescos minoicos de Cnosos: "La procesión" y "El príncipe de los lirios" por Nikater (1) y Harrieta171 (2)
Fuente: Wikimedia Commons (1) (2) / CC-BY-SA 3.0

Las figuras humanas aparecen siempre de perfil, sus cabellos al viento y su ojo de perfil –de probable influencia egipcia-. Las figuras masculinas se reducen a hombres jóvenes de ancho torso, ágiles piernas y piel tostada; las femeninas, en cambio suelen aparecer con complejos peinados, largas faldas con volantes, apretados corpiños que dejaban sus senos descubiertos y piel blanca. Los animales galopan sin ningún orden rígido (como ocurría con otras culturas) subrayando la expresividad y el movimiento.

El arte cretense,
subido por univesidadUNIR a https://www.youtube.com


 EL ARTE MICÉNICO  

En el continente, en Micenas y Tirinto, excavadas por Schliemann, aparecen vestigios de la cultura aquea, que es en parte contemporánea a la minoica, ya que surge desde principios del segundo milenio. El descubrimiento de estas ciudades constituirá la punta de lanza para la aparición de otros yacimientos que conformarán lo que hoy conocemos por civilización micénica. Es admitido hoy día que esta civilización es la protagonista de la Ilíada y la Odisea.

Puerta de los Leones y muros ciclópeos, por Andreas Trepte (2008)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 2.5 
Es en el campo de la arquitectura donde las diferencias entre ambas civilizaciones (minoica y micénica) son más evidentes, ya que responden a exigencias geográficas y a criterios sociales completamente distintos. El ejemplo más claro lo tenemos en la misma formación de las ciudades. En este caso, las ciudades aparecen cerradas por murallas ciclópeas –innecesarias en Creta por su carácter de isla ubicadas en cerros de colinas para facilitar la defensa de la ciudad y con acceso rápido a manantiales.

Plano de la acrópolis de Micenas

En la parte alta de la ciudadela se encontraba el palacio del rey o wanax y al que se accedía mediante rampas y escaleras. La magnitud de las murallas, con grandes puertas como la de los Leones (Micenas), daba paso a la acrópolis y al palacio (mégaron). Éste, en su versión más simplista, se articulaba en torno a un patio –al que se accedía tras un propileo- mediante tres estancias sucesivas: el pórtico (aíthousa), el vestíbulo (prodomos) y la sala regia o salón del trono (domos) con techos sostenidos sobre cuatro columnas en torno al hogar central o esjara. A estas estancias habría que añadir otras como despensas, almacenes, etc. que terminarían de conformar el palacio micénico.

Reconstrucción y plano del palacio de Pilos
Las necrópolis micénicas originaron distintos tipos tumbas durante el desarrollo de su civilización. El tipo más sencillo fue la tumba de fosa que coexistió en el tiempo con los enterramientos en cista. Sin embargo, hacia 1600 a. c. se imponen las tumbas de pozo a la que pertenecen los círculos reales –Schliemann encontró la Máscara de Agamenón en el círculo A. No obstante, el tipo de tumbas más interesante estuvo constituido, sin duda, por las de corredor (como el Tesoro de Atreo), que desemboca en una amplia cámara cubierta por una falsa cúpula (construida mediante la aproximación de hiladas).

Vinculados a las tumbas están los ajuares funerarios, en los que los micénicos desarrollan diferentes obras de orfebrería (sobre todo de oro), como la máscara mencionada. Además parece ser que desarrollaron el gusto por las joyas como collares, brazaletes, anillos, sellos, etc., trabajo en el que alcanzaron gran maestría.

Máscara de Agamenón, por Xuan Che (2010)
Fuente: Wikimedia Commons / Flickr / CC-BY 2.0

La escultura de bulto redondo (exenta) siguió la tradición del exvoto de pequeño tamaño, sobre todo de marfil o terracota. Los ídolos femeninos son distintos de los cretenses y destacan las figurillas en «psi» (Ψ) y en «fi» (Φ) –llamadas así por su semejanza con estas letras griegas-. El relieve se muestra tosco en la mayoría de las representaciones, por lo es lógico pensar que fueran realizados por artistas locales. La gran excepción la constituye, sin duda, el modelado de los felinos de la Puerta de los Leones que no fue superado en el relieve hasta, varios siglos después. En las excavaciones se han encontrado además numerosas figuras de barro, bronce y marfil, quizás exvotos.


Estauillas votivas de terracota en "psi" (Ψ) y en "fi" (Φ), por Zde
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

El arte micénico,
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jueves, 14 de marzo de 2013

El mundo micénico - Parte 3

Durante la edad del bronce en el Egeo se desarrolla en la Grecia continental la cultura micénica. Se trata de una sociedad compleja, con un alto grado de burocratización. En esta entrada intentaremos describir cómo era su administración, su economía e intentaremos recopilar brevemente las principales hipótesis que pretenden explicar las razones de la enigmática desaparición de la civilización que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea". 

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 LA ADMINISTRACIÓN 

Como se ha comentado, al frente del palacio aparece un rey, el «wanax» o «wa-na-ka», el cual parece que al mismo tiempo era la divinidad, pues este mismo nombre aparece desig­nando a los dioses, lo cual inviste de un fuerte sentido teocrático a la monarquía. El «wa-na-ka» sería originariamente el jefe de la tribu o de un conjunto de tribus al que la comunidad había  deificado como representante supremo de esa misma comunidad. Los poderes, atributos y pro­piedades del rey, al igual que el del resto de los funcionarios, parecen bastante complejos. No se conocen muy bien las actividades sagradas realizadas por los reyes; se­guramente, dado el carácter teocrático de la monarquía, aparecerían como los directores del culto, pero poco más se podría añadir de momento.

Máscara funeraria de Agamanón, por DieBuche (2005)
Fuente: Wikimedia Commons / German language Wikipedia / CC-BY-SA 3.0

Con respecto a la propiedad real, se sabe que el rey tenía unas tierras, llamadas «témenos», entregadas por la comunidad. Con respecto a la extensión y forma de explotación de estos témenos, no se tienen muchos datos. Se sabe que ligados al «wanax» aparecen gran cantidad de esclavos, pero no sabemos con certeza si esta­ban unidos a otras actividades palaciegas (las menciones de sus oficios así lo afirman) o bien que sus actividades también estaban vinculadas al trabajo de la tierra.

Tras el rey aparece una burocracia bastante organizada y jerarquizada, con una gama diversa de cargos, unas veces militares, otros administra­tivos, religiosos, o bien como propietarios o administradores de tierras estatales o particulares.

El jefe del ejército recibía el nombre de «la-wa-ge-tas», teniendo derecho, al igual que el rey, a un lote particular de tierras, y a un número de funcionarios dependientes directamente de él Tenía una servidumbre bastante amplia e incluso estaba dotado del poder de recompensar con tierras a sus subordinados.

El tercer cargo en importancia lo constituía­n los llamados «te-re-ta», a los cuales se les presenta dirigiendo grandes propiedades territoriales que no sabemos a ciencia cierta a quién pertenecen. Para algunos estudiosos, los «te-re-ta» no son más que los administra­dores de estas tierras en nombre del estado, mientras para otros son los verdaderos propie­tarios.

Otro cargo que se menciona es el de los «compañeros» hequétai»), los cuales tenían esclavos y carros en común, al igual que ciertos lotes de tierras. Las funciones de estos compañeros parecen ser de tipo militar, queriéndoselas relacio­nar con los enlaces entre los distintos cuerpos del ejército.


Guerreros micénicos y carro de combate en un fresco de Pilos (1350 a.c. aprox.)
Fuente: Wikimedia Commons

Junto a estos cargos fundamentales surge una serie de cargos y funcionarios menores que denotan el grado de burocratización a que se llegó en el mundo micénico. Así, hallamos a los «korete» (especie de alcaldes), los sacerdotes y, en suma, un sinfín de diversos per­sonajes con conexiones con el palacio. A su lado, aparecen gran número de artesanos igualmente bastante especializados, ligados todos ellos al pa­lacio, aunque algunos en más íntima conexión con el rey; de esta forma existen bataneros rea­les, sastres reales, etcétera.

 LA ECONOMÍA MICÉNICA  

La base económica agraria micénica es algo mejor conocida que la minoica. En este caso parece que parte de la propiedad del terreno era del palacio. Sin embargo, las tierras podían ser arrendadas para su explotación a particulares o cedidas por servicios al monarca. También existía propiedad privada, a manos de la alta nobleza.

El pueblo campesino se encontraba organizado en «damos», unidades básicas de organización social, de carácter local. Estaban vinculados al trabajo de la tierra por relaciones diversas, pero tenían el disfrute de terrenos de carácter comunal.

El comercio micénico se basaba, de manera similar al minoico, en la distribución de las manufacturas artesanas en los circuitos marítimos próximo- orientales. Esta artesanía se especializó en productos de lujo: cerámica, vidrio, marfil, armas, gemas, ámbar, fayenza... también en el tráfico de esclavos y ganado, fruto de las incursiones de rapiña y los hechos de armas en general.


Jarrón micénico exportado y encontrado en Ugarit (siglos XIV-XIII a.c), por Jastrow (2006)
Fuente: Wikimedia Commons

Los micénicos se introdujeron en los circuitos comerciales siguiendo las rutas de la expansión comercial cretense, a quienes acaban sustituyendo cuando éstos entran en declive. Dominaron un vasto mercado marítimo que abarcaba parte del Mediterráneo central y oriental.

Establecieron relaciones con las rutas bálticas, a través de sus conexiones mediterráneas (ruta del ámbar). Conectaron con el comercio occidental del cobre y, fundamentalmente, el estaño. Hacia el siglo XIV, sus productos aparecen en el Sur de Italia. Incluso conocemos la presencia de sus manufacturas cerámicas tardías en la Península Ibérica (Montoro, Córdoba).

Principales enclaves y rutas comerciales micénicas. Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, June 15). Retrieved April 22, 2015, from OCW Universidad de Cantabria. Web site / CC-BY-NC-SA 4.0

También emplearon un sistema de escritura, el Silábico Lineal B. Similar al Lineal A, fue traducido por M. Ventris, resultando ser una especie de griego arcaico para sorpresa de los especialistas. Así se demostró que numerosos elementos de la Grecia arcaica, teóricamente aportados con posterioridad por las invasiones Dorias, estaban ya presentes en el mundo micénico.

Tablilla en Lineal B encontrada en Cnosos por sir Arthur Evans, por vintagedept (2010)
Fuente: Wikimedia Commons / Flickr / CC-BY 2.0

 LA PROPIEDAD DE LA TIERRA  

La propiedad de la tierra es una de las mu­chas incógnitas que plantea la Grecia micénica; según las tablillas, en líneas generales se pueden distinguir dos tipos de propiedad: «ke-ke-me-na», o tierras colectivas, y «ki-ti-me-na», o tierras pri­vadas. Como vimos anteriormente, el «wa-na-ka», el «la-wa-ge-tas» y el «te-re-ta» tenían acceso a estas propiedades particulares, cuyas tierras trabaja­ban los esclavos o eran dejadas en arriendo.

Por otro lado, se encuentran asimismo pro­piedades ligadas a los dioses, que para algunos autores son propiedades reales, mientras para otros pertenecen a los diferentes cargos sacer­dotales.

Junto a estas grandes propiedades existían otras más pequeñas, trabajadas por campesinos libres, y por último las tierras comunales, repar­tidas periódicamente entre la colectividad. Parte de estas propiedades podían donarse como ob­sequio por algún servicio. De esta forma, nos encontramos a personajes ligados al palacio que reciben lotes de tierras por parte de los altos organismos palaciegos. En Pilos existía un grupo intermedio entre libre y esclavo, relacionado con las divinidades, que podía arrendar tierras.

 EL FIN DEL MUNDO MICÉNICO  

Hacia 1.200 se culmina un proceso de caída de la civilización micénica. Ésta constituye uno de los enigmas que encierra el estudio de esta civilización. Su caída no fue repentina, sino paulatina, con altibajos y leves recuperaciones, con el abandono y destrucción progresiva de los palacios, que no sucedió de manera sincrónica. A continuación se inicia un período que mantiene parte de la cultura micénica y al que denominamos submicénico. Los horizontes de destrucción afectaron no sólo a palacios, también a centros urbanos y enclaves no palaciales. Se inicia así el período conocido como Edad Oscura, una época de oscurantismo cultural y arqueológico en todo el Mediterráneo oriental (en unas zonas de forma más profunda que en otras), para el que los expertos no pueden aún dar explicaciones satisfactorias para todo el mundo.

Vaso de los guerreros (1200 a.c. aprox.), por Sailko (2008)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Preguntas sencillas como «¿Por qué desaparece la civilización micénica?» o «¿Por qué conocemos la civilización micénica y, sin embargo, no tenemos noticias del período inmediatamente posterior que nos es más cercano?», aún permanecen sin respuesta. La caída de esta civilización es difícil de entender con los datos que tenemos por lo que las hipótesis existentes han intentado explicarla por diversas causas, que podemos englobar en dos grupos: naturales y humanas.

Entre las causas naturales, se citan ciertos procesos que afectaron a la producción agrícola: cambios climáticos, causas ecológicas, deforestación, catástrofes naturales, epidemias. Estos factores pudieron tener gran peso en la idea de abandonar estos centros.

Entre las causas humanas, se suele acudir a enfrentamientos entre comunidades, bien de carácter externo (exógenos) o interno (endógenos). Los primeros se han puesto en relación con la llamada «Invasión de los Dorios» o el «Retorno de los Heráclidas». A pesar de que una invasión podría explicar con facilidad la desaparición de toda una civilización, lo cierto es que difícilmente pudo darse una invasión de estas características sin dejar una huella arqueológica más profunda.


Réplica de barco micénico, por Spiridon Ion Cepleanu
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Los que defienden que los enfrentamientos dentro de la propia comunidad micénica pudieron ser la clave de la desaparición de esta civilización, explicarían dichos enfrentamientos por la situación de crisis interna, por la evolución hacia un estado semifeudal, por las tensiones entre palacio y aldea, entre rey y nobleza. Para Chadwick, los dorios serían las poblaciones rurales sometidas, que protagonizarían una revolución. Una revuelta de estas características podría explicar la continuidad cultural y el repentino final de los palacios aunque los lingüistas se muestran en desacuerdo pues en esta época aparecen diferentes caracteres idiomáticos.

En definitiva, la caída del mundo micénico se explica en el marco de un fenómeno complejo, en una situación de crisis no local, sino regional, que afecta al Mediterráneo Oriental y su periferia, asociada a importantes movimientos de comunidades -como los llamados Pueblos del Mar- que origina un círculo vicioso de inestabilidad económica y social.

miércoles, 6 de marzo de 2013

El mundo micénico - Parte 2

Durante la edad del bronce en el Egeo, en el segundo milenio a. c., se desarrolla en la Grecia continental la cultura micénica. Esta civilización ha supuesto un fascinante enigma desde tiempos remotos. Se trata de la sociedad que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea" Sobre ella han escrito historiadores, arqueólogos, literatos e incluso psicólogos y filósofos. Su capacidad para la inspiración humana sólo puede ir pareja al desconocimiento de esta sociedad a la que sólo hemos podido acercarnos a través de siglos de distancia.

Enlaces relacionados:

 LA SOCIEDAD MICÉNICA  

Por lo que sabemos, es muy probable que la sociedad micénica estuviera dividida en dos grandes estratos: una aristocracia (constituida por el entorno del rey) y el pueblo (damo) que se encuentra dirigido por funcionarios reales. En esta dicotomía también hay que añadir la existencia del trabajo esclavo.

El monarca micénico se encuentra a la cabeza de la sociedad. El término empleado es  «wanax» o «wanaka». Aunque cumple funciones religiosas, siendo responsable de los ritos públicos, es un monarca con atribuciones militares, algo en lo que se diferenciaba del modelo cretense. Como cabeza visible de la sociedad, es el receptor de las ofrendas al palacio. En la figura de Agamenón, rey micénico que encontramos en la trama de la Ilíada, tenemos representado un monarca de la fase heládica tardía.


Vaso de los guerreros (1200 a.c. aprox.), por Zde
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Tras el monarca existe una nobleza, de la que emana el wanax. En la nobleza micénica encontramos dos grupos: una alta nobleza, vinculada al poder del sistema de aldeas, y una baja nobleza, asociada a las tareas militares y burocráticas. En el primer grupo, vamos a encontrar la génesis de las futuras facciones aristocráticas que caracterizarán el mundo de la Grecia Arcaica, al segundo pertenecen los funcionarios encargados del control de los artesanos, los jefes de clanes, los supervisores de los cultivos, los supervisores del culto (también existían sacerdotes) y los escribas. El rey y su corte, emanada de la nobleza, constituyen la cúspide de la que dependen subalternos y funcionarios menores. Delegados y gobernadores extienden el poder real al resto del territorio.

Objetos micénicos de uso cotidiano, por Schuppi (2014)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0
El artesanado, tan desarrollado como en el mundo minoico, era dependiente del palacio. Cerámica, orfebrería (especialmente en oro, joyas, vasos, máscaras funerarias...), y el trabajo del bronce (armamento, corazas, carros, etc.), constituían la mayoría de los productos manufacturados por los artesanos micénicos e introducidos en los circuitos comerciales egeos y orientales.

El pueblo habitualmente se ubica en aldeas y asentamientos rurales, asociado a las tareas agrícolas, desligados de la estructura palacial.


Cerámica pintada de Micenas, por Schuppi (2014)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Resulta difícil esclarecer con precisión cuál era el papel de la mujer en esta sociedad. Los testimonios extensos más antiguos sobre este tema datan de la época de Homero. Contrastando éstos con lo que sabemos de otras civilizaciones de la misma época y de parecido nivel cultural podemos decir que es probable que su papel se redujera al de encargada de la casa, al menos en las élites. Era esposa, madre y ama de casa; hilaba, tejía y dirigía el hogar. El papel del hombre probablemente se desarrollara fuera de la misma, era guerrero (y en las clases más modestas agricultor y ganadero) y constituía la autoridad familiar.


Objetos de oro de Micenas, por Schuppi (2014)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Por lo que respecta a la vestimenta, en el arte micénico el hombre suele aparecer vestido con una túnica corta que a veces se ceñía con un cinturón. Es cierto que en algunas representaciones, en Pilos, aparecen con túnicas largas, hasta los tobillos, pero podrían tratarse de representaciones de sacerdotes o dignatarios.

La vestimenta femenina parece ser más rica y elegante. En la mayoría de las representaciones aparecen con una falda larga y un corpiño ajustado, que podía o no dejar los pechos al descubierto (al modo minoico). Es posible que el estilo se originara en Creta aunque en las pinturas murales de Pilos (de hacia 1250 a. c.) sigue apareciendo. Sobre la falda se llevaba normalmente una faldilla que se doblaba dejando caer sus flecos (algunas representaciones muestran el posible uso de varias faldillas a la vez). Llevaban el pelo muy largo y adornado con trenzas y cintas. Parece ser que eran muy amantes de las joyas, prefiriendo la cantidad a la calidad. Aparecen pendientes, collares, pulseras, anillos, etc.

Joyas y objetos micénicos, por Schuppi (2014)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Con respecto a la esclavitud, podemos afir­mar que existe en grado incipiente en relación con el palacio. El mayor componente de esclavos está integrado por mujeres y niños, aunque tam­bién aparecen hombres. Todos estos esclavos están adscritos a cua­drillas especiales y su alimentación corre a car­go del palacio. No todos los esclavos están vinculados al rey, sino que la nobleza micénica es igualmente poseedora de esclavos particulares. Por último, existe una capa intermedia entre libres y esclavos, cuyos privilegios no se conocen bien.

La procedencia de los esclavos puede ayudar a marcar la pauta de las expediciones bélicas de estos reyes, que seguramente realizarían razzias a las zonas vecinas con el fin de saquear estos centros y esclavizar a la población. La mayoría de estas expediciones se dirigirían a la región orien­tal del Egeo, ya que aparecen esclavos proce­dentes en su mayoría de puntos situados en es­tas zonas.

De gran importancia era el aparato militar. La tradición bélica indoeuropea se apreciaba en este aspecto de la civilización micénica, que impregnaba a la nobleza y la propia figura del monarca. Estos notables guerreros, reunidos en consejo y asamblea, tenían cierto control sobre las acciones del jefe militar.

Los mercenarios micénicos eran bien conocidos en el próximo oriente, donde se beneficiaban de la existencia de numerosos conflictos. Los contactos eran especialmente intensos con Anatolia y los hititas. También las incursiones de rapiña, más o menos ocasionales, eran actividades propias de las élites, que cumplían funciones económicas y sociales.

Murallas ciclópeas de Micenas en la entrada de la Puerta de los Leones, por Ploync (2013)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY 3.0

El carácter bélico de esta sociedad puede atestiguarse a través de los muchos restos materiales que han sobrevivido. Destaca la presencia de las murallas ciclópeas (construidas con grandes bloques apilados sin ningún tipo de argamasa), que rodeaban las ciudades y ciudadelas, cuya función era más que evidente. Sus estrechos accesos a través de pasillos (como en el caso de la Puerta de los Leones) favorecían la defensa de la misma.

En las armas predomina el uso del bronce y el cuero de formas muy diversas e imaginativas. Dentro de la gran variedad de armas ofensivas se han encontrado lanzas, jabalinas, diferentes tipos de espadas, estoques y flechas. Esto puede dar una idea de la complejidad del aparato militar micénico y de la especialización de sus guerreros. Las armas defensivas se centran en la existencia de escudos, armaduras y cascos de tipos diferentes. Los escudos estaban fabricados en cuero y responden a una doble tipología: los escudos «en forma de ocho» o «de perfil pinzado» y los escudos «en forma de torre» o «rectangulares» (estos últimos tenían curva la parte superior). Las superficies de los escudos eran curvas para proteger mejor a los guerreros.

Réplica de espadas micénicas del Museo de Micenas, por Janmad (2008)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 4.0

Sobre las armaduras no abundan los hallazgos pero destaca de forma llamativa la denominada «armadura de Dendra». Encontrada en las inmediaciones de Micenas, consta de casco y coraza. Ésta última, formada por peto y espaldar, está compuesta de grandes placas de bronce cosidas sobre un vestido de cuero. De acabado sencillo, ha sido objeto de discusión sobre si su portador era un infante o bien un combatiente en un carro (debido a la escasa movilidad que le permitía la coraza). El casco estaba realizado con colmillos de jabalí.

Armadura de Dendra con casco de colmillos de jabalí, por Dan Diffendale (2010)
Fuente: Flickr / CC-BY-NC-SA 2.0 

El ámbito micénico estaba protegido por un sistema de defensa denominado «Sistema Oka», basado en puestos o guarniciones militares fortificadas, estratégicamente ubicadas. La defensa del país -también las expediciones militares- se sustentaban en el pueblo en armas, asamblea masculina de guerreros, base de un sistema social de raíz indoeuropea.

 LAS CREENCIAS RELIGIOSAS Y FUNERARIAS  

El hecho religioso es bastante difícil de identificar en la civilización micénica, en particular cuando se trata de yacimientos arqueológicos, donde resulta complicado identificar con seguridad un lugar de culto. En cuanto a los textos, sólo las listas de ofrendas dan los nombres de los dioses, pero no nos enseñan nada sobre las prácticas religiosas.

El panteón micénico ya muestra numerosas divinidades que se encuentran más tarde en la Grecia clásica. Poseidón parece ocupar un lugar privilegiado, sobre todo en los textos de Cnosos. En esta época se trata probablemente de una divinidad asociada a los terremotos. También se encuentran una serie de «Damas», asociadas a los lugares de culto. También se encuentra una «Diosa Madre» llamada Diwia. Otras divinidades identificadas que se encuentran durante épocas posteriores son algunas de las que formarán el panteón olímpico clásico como Zeus, Hera, Ares, Hermes, Atenea, Artemisa, Dioniso, etc.; aunque sus atributos no son exactamente los mismos que en la época clásica.

Ningún gran templo de época micénica ha podido ser identificado con seguridad. Algunos edificios encontrados en las ciudadelas y que constan de una habitación central de forma oblonga rodeada de pequeñas habitaciones podrían haber servido de lugar de culto, pero esta hipótesis no parece contentar a todos los expertos.


Estauillas votivas de terracota (en "psi" y en "phi"), por Zde
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Se puede además suponer que existió un culto doméstico y se cree que lugares como Delfos, Dodona, Delos o Eleusis eran ya santuarios importantes (los santuarios minoicos en abrigos naturales eran frecuentes). Pero esto resulta difícil de probar de forma evidente.

La práctica funeraria mayoritaria parece ser que consistía en la inhumación. En los ajuares funerarios se refleja bien el carácter de la élite micénica, rica y guerrera. Los enterramientos más destacados se efectúan en «Tholoi», túmulos circulares con cámaras pétreas, donde se han documentado numerosas ofrendas de gran riqueza: armas, marfiles, joyas, máscaras de oro. La más impresionante la constituye la «Tumba de Agamenón» (o el «Tesoro de Atreo») en Micenas. En ocasiones se produjeron en el interior de las ciudadelas (círculos B y A de Micenas) y recibieron culto durante mucho tiempo (son los llamados cultos heroicos).

1. Sección y plano del Tesoro de Atreo (2007)
2. Reconstrucción de la vista de la fachada desde el dromos (2007)
BANISTER, F.: A History of Architecture on the Comparative Method (1921)
Fuente: Flickr (1) (2) / Penn State University Libraries / CC-BY-NC 2.0

   
1. Vista exterior del Tesoro de Atreo, por Klearchos Kapoutsis (2010) / CC-BY 2.0 
2. Esquema y reconstrucción de la entrada a la tumba, por Schuppi (2014) / CC-BY-SA 3.0
(El triángulo sobre la entrada descarga el peso que ejerce la colina artificial sobre el corredor)
Fuente: (1) Flickr  (2) Wikimedia Commons 


Otro tipo de enterramientos podía producirse en cistas; en el suelo mismo de las viviendas o en zonas exteriores, en cementerios. La cremación irá adquiriendo importancia conforme avanza el período hasta hacerse mayoritaria en las épocas finales del Heládico Reciente, lo que para algunos autores es indicativo de la llegada de un pueblo nuevo con prácticas diferentes.


El tesoro de Atreo, en Micenas 
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