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Artículos referidos al pasado del hombre antes del conocimiento de la escritura.

HISTORIA ANTIGUA

Artículos referidos al pasado del hombre en una época entre el conocimiento de la escritura y la caída del Imperio Romano.

HISTORIA MEDIEVAL

Artículos referidos al pasado del hombre en una época situada entre la caída del Imperio Romano y el descubrimiento de América.

HISTORIA MODERNA

Artículos referidos al pasado del hombre en una época situada entre el descubrimiento de América y la Revolución Francesa.

HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Artículos referidos al pasado del hombre en una época situada entre la Revolución Francesa y la época actual.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La revolución demográfica y agrícola

El modo de vida de la población europea sufrió su cambio más rápido y profundo bajo el impacto de la "Doble Revolución" (la industrial y la "política", iniciada en E.E.U.U. y Francia). Tras esta "Doble Revolución", Europa pasa de tener una sociedad anclada en características y valores casi medievales (Antiguo Régimen) a otra más moderna (Nuevo Régimen). Pero para que la denominada revolución industrial llegara a producirse, ésta tuvo que cimentarse sobre importantes cambios en la esfera demográfica y agrícola. El primer país en llevar a cabo dichos cambios fue la Inglaterra del siglo XVIII.

Enlaces relacionados:
- El Antiguo Régimen.
- La Revolución Industrial.
- Las consecuencias de la Revolución Industrial.


 LA REVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA 

En el último tercio del siglo XVIII y principios del XIX se produce una auténtica explosión demográfica. Centrándonos sólo en Europa, se pasa de 187 millones de habitantes en 1800 a 401 millones en 1900, lo que suponía el 25% de la población mundial. Rusia pasa de 40 a 100 millones; Inglaterra, de 16 a 41; Alemania, de 23 a 56; Italia, de 18 a 32.

No se conocen con certeza las causas de este desarrollo y la naturaleza y el ritmo de descenso de las tasas de mortalidad. Muchos historiadores han querido establecer una relación entre este fenómeno y una mejora en la calidad y cantidad de la alimen­tación, debida a una mayor producción agrícola, pero lo cierto es que no se dispone de una explicación clara.


Evolución del crecimiento de la población en el cambio de régimen:
en la primera etapa industrial (fase 2), el brusco descenso de la mortalidad
es el que da lugar a un rápido crecimiento de la población

Uno de los problemas que ya se planteaba a fines del siglo XVIII consistía en cómo alimentar a esta población creciente, recurriéndose a la roturación de nuevas tierras, a la aplicación de nuevos métodos de cultivo y a la ampliación de estos. Pero lo cierto era que la producción agraria, aunque mejoró, aún no era suficiente para alimentar a la creciente población. Esto explica la postura adoptada por el inglés Thomas Robert Malthus en su "Ensayo sobre el principio de la población" de 1798, donde exponía su preocupación por el problema. Malthus afirmaba que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre. La pobla­ción, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica, mientras que los alimentos aumentan en progresión aritmética. Esto le lleva a decir que la dificultad de la subsistencia ejerce sobre la fuerza de crecimiento de la población una fuerte y constante presión restrictiva. Esta dificultad afectará cruelmente a un amplio sector de la humanidad.


Thomas Malthus (1766-1834)
Fuente: Wikimedia Commons

Se han dado otras explicaciones del crecimiento demográfico, como el retroceso de las enfermedades epidémicas, lo cual es cierto en el caso de la peste y la viruela, pero también es cierto que otras enfermedades como el cólera, el tifus y la difteria per­vivían aún con virulencia a fines del s. XIX.

No hay duda de que la medicina avanzó también, pues ya en el s. XVIII, Jenner había descubierto la vacuna de la viruela, y a fines del XIX, científicos como Louis Pasteur, Robert Koch, etc. habían descubierto los bacilos y dado el primer paso para la generación de los antídotos, vacunas y sueros del tifus, el cólera, la ra­bia, la difteria, el tétanos y la tuberculosis; también es cierto que Joseph Lister había in­troducido la utilización de antisépticos en cirugía, que se empezaron a emplear anes­tésicos en las intervenciones quirúrgicas, que ya se conocían los analgésicos y que los hospitales proliferaban como lugares de curación. Pero la extensión, aplicación y asimilación de estos adelantos era muy lenta y desigual.

Un fenómeno demográfico a tener en cuenta fue el crecimiento urbano. Este fue muy len­to a lo largo del siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX, pero a partir de 1870 se produjo una aceleración en el éxodo rural y en el desarrollo de las ciudades. La industria, concentrada en las ciudades, reclama una mano de obra abundante; los artesanos rurales no pueden resistir la competencia de las fábricas y se constituyen en los primeros emigrantes. Más tarde, la revolución agrícola permite, al introducir máquinas en el trabajo de la tierra, reducir el número de los campesinos, cuyos excedentes pasan a engrosar las masas de obreros industriales urbanos.


La fundición del hierro en bloques, por Herman Heyenbrock (1890 aprox.)
Fuente: Wikimedia Commons

Como en un principio nadie había previsto el desarrollo urbano ni la afluencia de emigrantes, las ciudades fueron creciendo en medio del desorden. Los obreros se hacina­ban en inmundas casas de vecindad y en sótanos de viejos barrios, o en chabolas del extrarradio. Los barrios residenciales, los centros administrativos y políticos apenas tenían que ver con los barrios fabriles y obreros, siendo en estos últimos donde se cebaban la enfermedad y la muerte. No obstante, desde la segunda mitad del siglo XIX, el empleo masivo del ladrillo y piedra en la construcción, las primeras leyes que regulaban la construcción de edificios, el suministro de agua potable, la eliminación de las aguas residuales, la limpieza de las calles y el empleo de tuberías de hierro, junto a los avances de la medicina ya señalados, incidieron claramente en el retroceso de la mortalidad.


Over London by rail, por Gustave Doré (1870 aprox.)
Fuente: Wikimedia Commons

Otro fenómeno acompañó al crecimiento demográfico: la emigración. Se ha calculado que entre 1800 y 1930 abandonaron Europa unos 40 millones de habitantes. El proceso fue lento hasta las crisis económicas y políticas de 1846-48, momento en que se acentuó, aunque no alcanzó gran intensidad hasta el último cuarto del siglo XIX, y se convirtió en algo espectacular entre 1900 y 1914.
Los principales países, en cuanto a número de emigrantes, fueron Inglaterra (17 millo­nes), Italia (9 millones) y Alemania (6 millones), prefiriéndose como destino países independientes, a la cabeza de los cuales se situaron E.E.U.U., Canadá, Argentina y Brasil. En general, las grandes oleadas de salida coincidieron con los ciclos económicos depresivos, especialmente con la crisis agrícola de 1847 o la gran depresión que tuvo su origen en torno a 1870, pero a veces intervenían circunstancias excepcionales, como el descubrimiento de oro en California o las facilidades proporcionadas por los gobiernos de los países receptores, como es el caso de E.E.U.U., que desde 1850 brindaron a los inmigrantes amplias posibilidades respaldadas por la legislación.

Claves del aumento de población en la época



 LA REVOLUCIÓN AGRÍCOLA  

Como en tiempos anteriores, también a lo largo del siglo XIX la agricultura conservaba un papel esencial en la economía europea. En 1860, todavía ocupaba a algo más del 60% de su población activa, constituía una de las partidas fundamentales del comercio nacio­nal e internacional y sus períodos de crisis influían considerablemente no sólo en los demás sectores económicos, sino también en la vida política.

Situación general de la economía antes de la revolución agrícola
Aunque con ritmo mucho más lento que en la industria o el comercio, también en el te­rreno agrario se produjeron transformaciones que se inician ya a principios del XVIII y que se irían asentando, de forma desigual, a lo largo del XIX. Los principales cambios en la agricultura se producen en primer lugar en Inglaterra a partir de 1750 y se refieren a dos aspectos:

1.   Cambios en la estructura agraria. Las enclosures (cercamientos de las propiedades agrícolas) son un proceso que se intensifica en Inglaterra e partir de 1760, estimulado por la subida del precio del trigo, provocado por el crecimiento demográfico (mayor demanda de pan) y a las circunstan­cias internacionales (guerras napoleónicas). Se llevó a cabo mediante concesiones (Enclosures Acts o Actas de Cercados) que obtenían del Parlamento los grandes propietarios, hasta que, en 1801, la General Enclosure Act fijó por ley el cercamiento de las propiedades. Este fenómeno transformó la estructura del campo, inglés en un doble aspecto:
-       El sistema de campos abiertos (openfield) fue sustituido por el de campos valla­dos (enclosure).
-       Se produjo una concentración de la propiedad a costa de los terrenos comunales y de los pequeños propietarios, que, incapaces de costear los gastos de cercado y arruinados, se vieron obligados a abandonar sus tierras y emigrar a la ciudad, mientras los grandes propietarios ensanchaban sus propiedades, tecnificaban el trabajo y conseguían aumentar los rendimientos.
Implicaciones del cercamiento de propiedades en la Revolución Agrícola inglesa
2.      Cambios en las técnicas y en los cultivos. Entre las innovaciones técnicas más importantes que tienen lugar en Inglaterra a mediados del siglo XVIII destacan:
-       La eliminación del barbecho mediante el abonado y la rotación cuatrienal de cultivos (trigo, nabos, cebada y trébol) que hacían que la tierra siempre estuviera ocupada y evitaba su agotamiento. Es el llamado sistema Norfolk.
-       Asociación de agricultura y ganadería gracias a la introducción de plantas forrajeras (remolacha y alfalfa) en el sistema de rotación.
-    Aparición de nuevo utillaje agrario, como el arado de hierro, la hoz y la sustitu­ción del buey por el caballo de tiro.
-        Progresos en la irrigación, el drenaje y el abonado de la tierra.
-     Cierta especialización comercial favorecida por la nueva maquinaria y las plantas nuevas (patata, maíz…).
-       Mayor peso del ganado, que comenzó a estabularse y especializarse, y que dada su rentabilidad, sobre todo la del ganado lanar, impulsó la ampliación de las praderas artificiales.

Arado tirado por caballos, por Ralf Roletschek (2006)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0
El resultado de estos cambios es muy variado, por un lado la producción agraria aumentó cuantitativa y cualitativamente permitiendo alimentar a la creciente población. Por otro, el aumento de producción permitió que a su vez aumentaran los ingresos por la venta de estos productos. Debido a la concentración de las propiedades agrícolas, un escaso número de propietarios aumentó notablemente sus beneficios, con lo que se generaba un excedente económico que permitía la inversión en otros sectores.


Paso de la rotación trienal que obligaba a la tierra a descansar (barbecho)
al sistema Norfolk cuyo ciclo de cuatro años no interrumpía la producción
Por ello, ¿influyó la revolución agrícola en la industrialización? Parece que sí. Phyllis Deane ("La Primera Revolución Industrial". 1965) señala que la revolución agrícola contribuyó a la efectividad de la primera revolución industrial principalmente de tres formas:

-    Alimentando a la creciente población y, sobre todo, a la población de los centros industriales.
-    Aumentando el poder de compra de los campesinos para la adquisición de los productos de la industria.
-  Suministrando una parte importante del capital necesario para financiar la industrialización.
Por estas razones, las llamadas por muchos, revoluciones demográfica y agrícola crearon los cimientos adecuados para la construcción de la denominada revolución industrial, que en poco tiempo daría lugar a importantes cambios en nuestra sociedad, hasta el punto de que el proceso de industrialización divide tan nítidamente la realidad actual que podemos hacer, a grandes rasgos, un símil entre países desarrollados – países industrializados.


Cambios en la situación agrícola y demográfica en la Inglaterra del siglo XVIII

viernes, 17 de mayo de 2013

El Antiguo Régimen

El cambio más rápido y profundo que ha experimentado el modo de vida de la humanidad es el que se inició en Europa bajo el impacto de lo que algunos historiadores han denominado la "Doble Revolución", es decir, la revolución industrial que comenzó en Inglaterra y la revolución "política" iniciada en EE.UU. y Francia. Tras esta "Doble Revolución", Europa pasa de tener una sociedad anclada en características y valores casi medievales (Antiguo Régimen) a otra más moderna (Nuevo Régimen).

Enlaces relacionados:
- El modelo político del Antiguo Régimen y la Revolución Americana.
- La revolución demográfica y agrícola.
- La Revolución Francesa: La revuelta de los privilegiados y la Asamblea.


 EL ANTIGUO RÉGIMEN  

El término que habitualmente se emplea para aludir a la Europa anterior a la doble revolución es el de Antiguo Régimen, que se puede definir como el conjunto de estruc­turas demográficas, económicas, políticas, sociales y mentales propias de la Europa prerrevolucionaria.

El Antiguo Régimen se caracterizaba por una elevada natalidad y mortalidad; por cri­sis de subsistencias y epidemias mortíferas; por el predominio de las actividades agrícolas; por la lentitud de los transportes y el aislamiento de la vida local; por la diversidad jurídica y la existencia de estamentos privilegiados; por la religio­sidad y superstición; por las pretensiones absolutistas de los monarcas que contras­taban con su falta de medios para modificar efectivamente las instituciones y costum­bres tradicionales.


La familia real de Luis XVI (1782)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

La desaparición del Antiguo Régimen, muy pronto en Inglaterra y Francia, muy tardía en Rusia, puede situarse para el conjunto de Europa entre finales del siglo XVIII y comien­zos del XIX.

 DEMOGRAFÍA  

La principal característica de la demografía del Antiguo Régimen era la elevada mortalidad (en nuestras días la esperanza de vida es en todos los países desarrollados superior a los 70 años, mientras que en la Europa del siglo XVIII no llegaba a los 50). Ni siquiera en las comarcas más prósperas se mejoraban estos datos, mientras que en ciertas ciudades de población hacinada y, por tanto, muy vulnerables a las enfermedades infecciosas, la esperanza de vida no superaba los 20 años.

La muerte era un fenómeno normal a cualquier edad. Cuatro factores explicaban esta elevada mortalidad:

  • La alimentación escasa y poco variada debilitaba la salud. 
  • La falta de higiene propiciaba las enfermedades gastrointestinales y facilitaba el contagio epidémico.
  • La mayoría de la población carecía de viviendas y ropas adecuadas para protegerse del frío y la humedad, lo que provocaba enfermedades pulmonares.
  • Los conocimientos médicos disponibles no permitían combatir con éxito las enfer­medades.
Al margen de que la mortalidad fuera elevada en años normales, cada cierto número de años se producían mortandades extraordinarias que podían deberse a las malas cosechas, que provocaban hambres, a las epidemias o a la guerra. Estos tres factores esta­ban interrelacionados, ya que la población debilitada por el hambre era presa fácil de las epidemias, mientras que las guerras desorganizaban la producción agraria y era un vehículo eficaz de contagio epidémico.


Evolución del crecimiento de la población en el cambio de régimen:
En el Antiguo Régimen (fase 1), la alta natalidad y mortalidad
daban lugar a un bajo crecimiento de población.

La elevada mortalidad era más que compensada por una alta natalidad, ya que los mé­todos anticonceptivos eran casi desconocidos, por lo que el único freno a la natalidad era el elevado porcentaje de solteros y la edad relativamente avanzada en la que se realizaba el matrimonio. 

Con estos indicadores, el crecimiento de la población era escaso y ésta se encontraba estancada.

 ECONOMÍA 

La principal fuente de riqueza era la agricultura en la que trabajaba alrededor del 80% de la población. Los diezmos, los arriendos, los derechos señoriales y los impuestos que pagaban los campesinos proporcionaban la mayor parte de las rentas de la Iglesia, la nobleza y el Estado. Las técnicas agrícolas eran arcaicas y consecuentemente los rendimientos eran bajos. La vida agrícola se modificaba muy poco de generación en gene­ración, si bien a largo plazo hubo un aumento de la producción. Este aumento se logró en parte gracias a la roturación de nuevas tierras y en parte debido a una lenta me­jora de los medios de cultivo. Los mayores avances en la técnica agrícola se iniciaron en el siglo XVII en Holanda, de donde pasaron a Inglaterra.

9.MILLET. Las Espigadoras, 1857.
Las espigadoras, de Jean-François Millet (1857), por Historia del Arte Ilustración y siglo XIX 
Fuente: Flickr / CC-BY-ND 2.0
La industria se distinguía por su dependencia de la agricultura, por su carácter artesanal poco evolucionado y porque es una forma de producción donde el capital y el trabajo están en las mismas manos.

En las ciudades siguen existiendo las corporaciones de oficios (como gremios, guild,...), que eran agrupaciones de artesanos del mismo oficio que controlaban la producción y los precios. Su organización era jerárquica: un maestro, varios oficiales y algún aprendiz; el lugar de trabajo era el obrador, que constaba de dos partes: el taller y la tienda.

En el campo existían dos formas de producción industrial:

  • Los que simultaneaban la agricultura con la artesanía, a la que dedicaban el tiempo libre, sobre todo en invierno, y vendían sus productos a los comerciantes.
  • El "domestic system" o industria doméstica, formada por artesanos rurales a quienes el comerciante de la ciudad facilitaba materia prima y recogía los productos acabados para venderlos en los mercados.

Esquema general sobre el Antiguo Régimen
El aislamiento en que se desenvolvían las comunidades rurales se explicaba en parte por la lentitud y carestía de los transportes, sobre todo terrestres. Los vehículos difícilmente alcanzaban los 4 ó 5 km/h y en ciertas comarcas montañosas ni siquiera se podían emplear por falta de caminos carreteros, con Io que todo el transporte tenía que hacerse a lomos de mulas. Por esta razón, muchas comarcas interiores vivían en una economía casi completamente cerrada.

La carestía del transporte era un condicionante decisivo del comercio. En las comar­cas rurales, la mayoría de la población vivía al margen de los circuitos comerciales. Las familias consumían gran parte de lo que producían y a menudo obtenían lo restante mediante el trueque, el intercambio de servicios o el reconocimiento de una deuda en un papel firmado. Las clases altas consumían bastantes productos de importación, por lo que los artículos de lujo constituían uno de los elementos más importantes del comercio a larga distancia.


Herrero en su fragua, de Louis Le Nain (mediados s.XVIII), por The Yorck Project
Fuente: Wikimedia Commons / GNU FDL

Las actividades financieras como los préstamos, el arriendo del cobro de impuestos o los suministros a los ejércitos, eran uno de los negocios más lucrativos y que más habían evolucionado. Se habían desarrollado unas técnicas financieras relativamente complejas y en varias ciudades surgieron bolsas de valores, entre las que destacó la de Amsterdam.

En resumen, la economía del Antiguo Régimen era frágil y tendente al estancamiento, pues al depender de la agricultura, una escasa producción por malas cosechas o un aumento de población por encima de la capacidad productiva se traducía, además de en hambre, en un descenso del poder adquisitivo, que provocaba a su vez una menor demanda de productos artesanales y consecuentemente un descenso del comercio, afectando así a todos los sectores.

 SOCIEDAD  

La del Antiguo Régimen era una sociedad estamental cuyas características principales apenas habían evolucionado desde la lejana Edad Media. En ella se distinguían unos estamentos o estados (de ahí su nombre), que eran agrupaciones sociales de personas que tienen una misma situación jurídica y gozan de unos mismos privilegios. Básicamente existían tres: la nobleza, el clero y el tercer estado o estado llano. La diferencia fundamental era que nobleza y clero tenían privilegios (como el de no pagar los mismos impuestos que el resto de la sociedad), mientras que el estado llano carecía de ellos. Los estamentos privilegiados eran minoritarios: a mediados del XVIII, el 90% de la población pertenecía al tercer estado.

Salida de la iglesia en Pskov, de Alexander Iwanowitsch Morosow por The Yorck Project
Fuente: Wikimedia Commons / GNU FDL

Era una sociedad estable y tradicionalista, en la que los cambios se producían a un ritmo lento y afectaban poco a la mayoría de la población. Se daba una gran integra­ción del individuo en los marcos colectivos. La vida del individuo estaba encauzada por las normas de la Iglesia, del gremio, de la aldea y de la familia. La fortuna se con­sideraba menos individual que familiar y era frecuente que, para mantener el poderío de una familia, se sacrificara a los demás hijos en beneficio del primogénito, al que pasaba el grueso de la herencia, tal y como ocurría en Castilla con la institución del mayorazgo.

Era también una sociedad muy desigual en la que el lujo de unos pocos contrastaba con la miseria de la mayoría, que estaba mal alimentada, mal vestida y mal alojada, y sometida a largas horas de trabajo.

Veamos brevemente los distintos estamentos:

  • Nobleza: es un grupo reducido (entre el 2 y el 6% de la población), pero de una gran preponderancia social por sus funciones y por sus señoríos, donde ejerce los derechos sociales so­bre tierras y habitantes. No es un grupo homogéneo, ya que se diferencian la nobleza de sangre, la de origen militar y la nobleza de servicios, que son los altos funciona­rios de la administración. Además su influencia podía variar en función de su posesión de tierras, de su capacidad económica (directamente relacionada con la anterior y que se demostraba mediante el lujo) y de su cercanía a la figura real.
  • Clero: aunque muy reducido (2%), goza también de gran preponderancia gracias a la posesión de señoríos, al ejercicio de la enseñanza y al cobro de los diezmos. No es tampoco un grupo homogéneo, pues se advierte una clara diferencia entre el alto cle­ro, reclutado entre la nobleza (segundones, sobre todo, que no habían accedido a la fortuna familiar) y el bajo clero, más pobre y menos culto. Por otro lado, la heterogeneidad de sus posiciones, teniendo en cuenta su pertenencia al clero secular (con diferentes tipos de sedes como obispados o parroquias) o al clero regular (al que pertenecían las distintas órdenes religiosas), podía llegar a formar un auténtico mosaico religioso que contrasta con su escaso peso social.
  • Tercer estado: lo forman todos los que no son privilegiados, es decir, la gran mayoría de la población, constituyendo por tanto una agrupación muy variada (en función de su profesión), en la que destacan los burgueses y campesinos. Este grupo destaca por su nula capacidad decisoria sobre su propia realidad y por ser quienes con su trabajo y sus impuestos sostienen al país.
    - La burguesía, sobre todo la alta (empresarios, juristas, comerciantes) tiende a asimilarse a la nobleza mediante la adquisición de propiedades, el matrimonio o la com­pra de títulos nobiliarios, y se siente molesta de una sociedad que, aunque le reconoce su poder económico, le niega el poder político, que sigue reservado a la nobleza.
    - Entre los campesinos se advierte una doble situación: en los países del oeste europeo suelen ser libres y dueños de pequeñas propiedades, aunque se vean obligados al régimen señorial, es decir, a trabajar tierras de los señores y a aceptar las cargas señoria­les. En los países del este de Europa aún existe la servidumbre, institución que se dis­tingue de la esclavitud en que al siervo se le reconocen unos derechos, aunque sean mínimos.

En resumen, a finales del siglo XVIII, la sociedad aún mantiene características propias de la Edad Media, de la que ya distaban varios siglos. Sus patrones demográficos, sus formas económicas y las líneas maestras de su sociedad, si bien podían haberse complejizado, lo cierto es que, en lo básico, continuaban siendo propiamente medievales. Por esta razón, el Antiguo Régimen simboliza el estancamiento de la sociedad y el delicado equilibrio de su modelo, si bien se había mantenido durante siglos, ya no responderá a las nuevas necesidades que ésta va a requerir en un futuro próximo.

ABG HISTORIA ANTIGUO RÉGIMEN,
subido por Paco Andres a https://www.youtube.com