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domingo, 26 de enero de 2014

El Movimiento Obrero: el marxismo y la Primera y Segunda Internacionales

En la segunda mitad  del siglo XIX, el sistema económico se afianza gracias al éxito de la Revolución Industrial. Como resultado, el capitalismo asienta sus bases y el proceso industrial da un nuevo salto cualitativo. Se trata de un proceso de amplio alcance que influye sobre la sociedad de forma decisiva. Las nuevas y mejoradas técnicas de producción, las nuevas industrias y la industrialización de nuevos países pintarán un nuevo escenario sobre el que actuará la sociedad del nuevo siglo. Como respuesta a dichos procesos los trabajadores tomarán conciencia de clase y unirán sus fuerzas en la búsqueda de mejorar sus condiciones de trabajo y de vida. Este Movimiento Obrero partirá de posiciones elementales como la lucha contra la máquina hacia otras más estructuradas y organizadas, como el cartismo y el sindicalismo, para acabar desarrollando movimientos con una importante base intelectual y doctrinal.

Enlaces relacionados:
La Revolución Industrial.
Consecuencias de la Revolución Industrial.
La Segunda Revolución Industrial y el desarrollo capitalista.
- El Movimiento Obrero: ciclos económicos, nuevos métodos de trabajo, anarquismo y socialismo utópico.


 EL SOCIALISMO CIENTÍFICO O MARXISMO 

La doctrina socialista adquiere su máxima altura en Karl Marx. Éste publica en 1848, junto con Engels, el «Manifiesto Comunista» partiendo de la afirmación de que los problemas sociales se deben a la lucha de clases; entre una clase explotadora, la burguesía, y otra explotada, el proletariado. El Manifiesto concluye lanzando un llamamiento a los proletarios para que se unan y rompan sus cadenas.

Karl Marx (1818-1883), por John Jabez Edwin Mayall 
Fuente: Wikimedia Commons
Pero su obra fundamental es «El Capital». Marx aplica al capitalismo un método de análisis dialéctico, que apoya sus formulaciones en el principio de contradicción: cada cosa lleva en sí misma su propia contradicción, su ruina. La dialéctica es el estudio del encadenamiento de las contradicciones que engendra la historia. El mar­xismo viene a ser la descripción dialéctica del capitalismo, de las contradicciones que provocarán fatalmente su ruina.

Su concepción de la historia se basa en una serie de ideas claves:

-   Materialismo histórico: su filosofía se denomina materialismo dialéctico: mate­rialismo porque sostiene que la materia es anterior al espíritu, y dialéctico, porque todo está en evolución, en continuo cambio. Dentro de cada elemento nuevo que aparece (tesis) existe una contradicción, su opuesto (antítesis); ambos están en perpetua lucha y hacen nacer un elemento nuevo (síntesis), que supera a los ante­riores. Aplicada esta teoría a la historia, recibe el nombre de materialismo his­tórico.

La dialéctica marxista parte de las ideas formuladas por Hegel
Marx, al hacer el estudio de la historia, parte de que en toda sociedad existe una infraestructura material, que es la economía. Sobre ella, se apoya la sociedad y lo que ésta piensa y cree (mentalidad, derecho, religión, ciencia...), a lo que llama superestructura. Un cambio en la infraestructura (economía) provoca la aparición de otra superestructura que, a su vez actúa sobre la economía, y así sucesivamente.

-   Lucha de clases: en la historia los hombres no actúan aislados, sino en grupos sociales. Al estar organizada la sociedad en relaciones de producción, la función del individuo viene definida por la división del trabajo: los que se encuentran en las mismas condiciones forman una clase. Las clases son, por tanto, grupos, socia­les que ocupan un lugar determinado en el proceso material de la producción.

La hostilidad de las clases es un fenómeno histórico. Existió en el principio de la historia una comunidad primitiva, sin clases, pero con la propiedad privada la sociedad se dividió en dos clases, los propietarios y los desposeídos, surgiendo el antagonismo entre ellos.

Según Marx, este antagonismo persiste en su época entre los burgueses, propietarios de fábricas y máquinas (medios de producción), y el proletariado. Sólo mediante la lucha contra la burguesía, el proletariado podrá salir de su situación e implantar una sociedad más justa.

-   Dictadura del proletariado: es uno de los principios más discutidos del marxismo. Partiendo de la idea de que el Estado de la época se apoyaba en una dictadura de la burguesía, Marx anuncia que la conquista del poder por los obreros, instaurará la dictadura del proletariado, pero por un tiempo limitado, el necesario para orga­nizar la sociedad de otra forma.

-   Sociedad sin clases: la última fase en la transformación de la sociedad se defini­ría por la supresión de clases. La relación con los medios de producción, una vez colectivizados, sería la misma para todos los individuos. Sería así una sociedad en la que no habrá clase dominante, ni burguesía ni proletariado, sino una sociedad sin clases en la que todos los individuos tengan las mismas oportunidades. En ella no habrá propietarios porque la propiedad será colectiva.

La aventura del pensamiento: Karl Marx, por Fernando Savater,
subido por Audiolibros y Podcast a http://www.youtube.com

Desde el punto de vista económico, destacan en Marx su teoría del valor-trabajo y su teoría de la plusvalía. Para Marx, un objeto tiene el valor del trabajo que haya costado producirlo, más el coste de su materia prima. La forma de medir el valor de un objeto es evaluar la cantidad de tiempo del trabajo necesario para fabricarlo.

En cuanto a la plusvalía, él dice que el obrero recibe un salario que es lo que cuesta producir aquello que necesita para vivir. Pero realmente, el obrero trabaja una serie de horas de más, por las que no recibe salario alguno. Esta cantidad de trabajo no pagado al obrero, que queda en beneficio del patrono y con el que se enriquece, es la plusvalía.

¿Cuál es la descripción que hace Marx del desarrollo histórico?

Las condiciones materiales dan origen a unas clases económicas. Las condiciones agrarias producen una clase terrateniente o feudal, pero con los cambios en las rutas comerciales, en el dinero y en las técnicas productivas, surge una nueva clase comercial, la burguesía. Cada clase, feudal o burguesa, desarrolla una ideología que conviene a sus necesidades. Las religiones, gobiernos, leyes y costumbres predominantes reflejan las ideas de esas clases. Las dos clases chocan inevitablemente: contra los intereses feudales estallaron las grandes revoluciones. Mientras tanto, a medida que la clase bur­guesa se desarrolla, origina otra clase, que es el proletariado. El burgués se define como el propietario privado del capital, y el proletario, como el obrero asalariado que no posee más que sus manos. En situaciones competitivas, los burgueses tienden a devorarse y a absorberse los unos a los otros.


Pirámide del Sistema Capitalista, encargado por "Industrial Workers of the World" (1911)
Leyenda: Dinero: Capitalismo.
Políticos y monarcas: Os gobernamos.
Iglesia: Os atontamos.
Ejército: Os disparamos.
Burguesía: Comemos por vosotros.
Proletariado: Trabajamos por todos - Alimentamos a todos.

Fuente: Wikimedia Commons 

Al final, el proletariado se impondrá a los burgueses aboliendo la antigua propiedad privada de los medios de producción. Así se llevará a cabo la revolución social. El resultado será una sociedad sin clases, porque las clases surgen de las diferencias sociales, a las que se ha puesto fin. El estado y la religión, al ser excrecencias de los intereses burgueses, desaparecerán también durante un tiempo. Hasta que todos los vestigios de los intereses burgueses hayan sido extirpados, o hasta que haya sido superado el peligro de una contrarrevolución que pretenda destruir al socialismo, habrá una “dictadura del proletariado”. Después, el estado se extinguirá porque ya no habrá una clase explotadora que lo requiera.


Líneas básicas del pensamiento marxista

Pero mientras llega ese momento, se impone la lucha. Burgueses y proletarios se hayan entregados a una lucha universal. Los obreros no pueden volverse blandos ni concilia­dores, sino que deben mantenerse en una actitud beligerante y revolucionaria. Nunca deben olvidar que el patrono es su enemigo, y que el gobierno, la ley, la moralidad y la religión no son más que armas que utiliza la burguesía en esa lucha. Como todas las fuerzas de lucha, los obreros necesitan una solidaridad disciplinada. Es peligroso para los sindicatos obtener simplemente mejores salarios o jornadas de trabajo me­diante la negociación con los patronos, pues por esas pequeñas ganancias pueden olvi­darse de la guerra. Es también peligroso, e incluso traidor, que los obreros confíen en la maquinaria democrática o en la legislación social, porque el estado, que es un aparato de represión, nunca puede convertirse en un instrumento del bienestar para los obreros.


 LA PRIMERA INTERNACIONAL DE TRABAJADORES 

En 1864 se funda en Londres la Primera Internacional, asociación que postula la solidaridad entre los obreros y precisa como meta la conquista del poder político por el proletariado. A su nacimiento contribuyeron los líderes del sindicalismo inglés en contacto con dirigentes obreros franceses. Al mitin fundacional de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) acudieron representantes de trabajado­res británicos, franceses, alemanes y emigrados políticos de varios países.


Características básicas de la Primera Internacional de Trabajadores

El período de mayor auge de la AIT fue después de la crisis económica de 1867 pero la afiliación a la misma nunca fue grande, no llegando en su fase de mayor apogeo a los 100.000 miembros.

A partir de 1868, se inicia una fase de debilitamiento de la AIT por causas externas e internas. Entre las primeras está la gran represión que tienen las huelgas y las manifestaciones obreras en los diferentes países. Sin embargo, la principal fuente de problemas es la oposición entre marxistas y anarquistas. La rivalidad entre Marx y Bakunin tenía una base personal, pero es a nivel ideológico donde se plantean las mayores divergencias. Las principales diferencias entre marxistas y bakuninistas son:

-   Marx coloca como base y motor de la historia a las clases sociales mientras que Bakunin defiende un mayor individualismo.
-   Para Marx la revolución la ha de llevar a cabo el proletariado, después de una fase previa de concienciación y preparación, y culminará con el triunfo de esta clase que, al conquistar el poder, impondrá la dictadura del proletariado. Bakunin parte, por el contrario, de las masas campesinas que, con acciones de tipo aislado y espontáneo, llevarán a cabo la revolución, destruyendo el Estado burgués y crean­do la sociedad anarquista.
-   Mientras que los marxistas creen que es positivo intervenir en la política, Baku­nin basa su actuación en los sindicatos, excluyendo cualquier forma de actividad política.

Esta polémica se solventará en el Congreso de La Haya de 1872, en el que los bakuninistas son expulsados de la Internacional.

Junto a estas divergencias, dos hechos vienen a sumarse a la decadencia de la AIT: no lograr evitar la guerra franco-prusiana de 1870, lo que demostraba el triunfo del nacionalismo en ambos países frente al internacionalismo que propugnaba la Asociación, y el fracaso de la Comuna francesa y su posterior represión, que tuvo reflejos en casi todos los países, con una ola general de persecuciones contra todo tipo de asociaciones obreras.


Esquema sobre los factores que provocaron la disolución de la AIT

Todos estos hechos provocan que la sede de la AIT pase a Nueva York, donde acaba por disolverse en 1876.


 LA SEGUNDA INTERNACIONAL DE TRABAJADORES 

La idea de una nueva Internacional ya existía en muchos partidos obreros desde 1876, pero la oposición de Marx retrasa su puesta en práctica. No será hasta 1889, en uno de los congresos celebrados en París con motivo del primer centenario de la revolución francesa, cuando nazca la Segunda Internacional concebida como una fede­ración de partidos y grupos obreros nacionales para intentar regular sus relaciones mutuas y orientar sus modos de actuación mediante congresos. Pero su organización definitiva se produce en 1899, con la creación del Bureau Socialista Internacional, formado por dos delegados de cada país.

Esquema sobre las principales diferencias entre la I y II Internacionales Obreras.
Desde la década de 1870 empiezan a crearse partidos socialistas en los distintos países 

Uno de los primeros acuerdos tomados por la II Internacional es la proclamación del día 1 de mayo como día internacional de la lucha obrera por la jornada de 8 horas. Pero pronto surgen los problemas. El primero de ellos es, una vez más, el enfren­tamiento entre marxistas y anarquistas, que se resolvió con la expulsión de estos últimos en el congreso de Londres de 1896.

Pero los problemas más importantes son el del reformismo y el revisionismo.

El reformismo planteaba una cuestión práctica; la conveniencia de que los socialistas intervinieran en los gobiernos burgueses de sus países. La solución que se dio era que se podía intervenir, aunque no fuera conveniente hacerlo, y en última instancia, la palabra definitiva la tenía cada partido socialista nacional.

Eduard Bernstein (1895)
Fuente: Wikimedia Commons
Por su parte, la tendencia revisionista argumentaba que, ante el hecho de que la crisis prevista del capitalismo se alejaba cada vez más y las circunstancias económicas cambiaban y no precisamente a peor para los obreros, se imponía una revisión de las premisas marxistas. El principal autor de esta teoría fue Bernstein, quien negaba el materialismo histórico, la vía revolucionaria y la lucha de clases; pues según él, no existen dos clases, sino varias. Además, defendía la vía reformista y de colaboración, para llegar paulatinamente al socialismo.

Esta postura va a ser condenada por los marxistas ortodoxos, encabezados por Kautsky, hasta lograr la expulsión de los revisionistas de la Internacional, en el Congreso de Amsterdam de 1904. No obstante, la polémica entre marxistas puros y revisionistas perduró largo tiempo.

Karl Kautsky (1854-1938), por George Grantham Bain Collection
Fuente: Wikimedia Commons
Otros problemas internacionales ocuparon las reuniones de los congresos, especial­mente la condena del imperialismo y los intentos para evitar la guerra. Pero la guerra no logró evitarse y supuso la ruptura de la Segunda Internacional en 1914.



miércoles, 15 de enero de 2014

El Movimiento Obrero: ciclos económicos, nuevos métodos de trabajo, anarquismo y socialismo utópico

En la segunda mitad  del siglo XIX, el sistema económico se afianza gracias al éxito de la Revolución Industrial. Como resultado, el capitalismo asienta sus bases y el proceso industrial da un nuevo salto cualitativo. Se trata de un proceso de amplio alcance que influye sobre la sociedad de forma decisiva. Las nuevas y mejoradas técnicas de producción, las nuevas industrias y la industrialización de nuevos países pintarán un nuevo escenario sobre el que actuará la sociedad del nuevo siglo. Como respuesta a dichos procesos los trabajadores tomarán conciencia de clase y unirán sus fuerzas en la búsqueda de mejorar sus condiciones de trabajo y de vida. Este Movimiento Obrero partirá de posiciones elementales como la lucha contra la máquina a otras más estructuradas y organizadas, como el cartismo y el sindicalismo, para acabar desarrollando movimientos con una importante base intelectual y doctrinal.

Enlaces relacionados:
La Revolución Industrial.
- Consecuencias de la Revolución Industrial.
- La Segunda Revolución Industrial y el desarrollo capitalista.
- El Movimiento Obrero: el marxismo y la Primera y Segunda Internacionales.




 LAS CRISIS Y LOS CICLOS DEL CAPITALISMO 

El desarrollo del capitalismo industrial está acompañado de una gran inestabilidad, y a periodos de prosperidad suceden otros de depresión y paro. Los economistas se han esforzado por medir estas oscilaciones y por encontrarles alguna explicación. Así, por ejemplo:

Línea de montaje de Ford (1913)
Fuente: Wikimedia Commons
  • El economista francés Juglar midió períodos de unos 8 años, denominados "ciclos ma­yores", en los que a una fase de expansión sucede otra de liquidación de los fenómenos que la habían provocado.
  • El norteamericano Kitchin estableció oscilaciones de 3’5 años, llamadas "ciclos me­nores".
  • El ruso Kondratieff, en cambio, ha señalado oleadas de unos 50 años que comprenden una fase de alza y otra de baja, denominadas en conjunto, "ciclo largo".
Ciclos Kondratieff en los siglos XIX y XX
El economista americano Schumpeter, apoyándose en los ciclos Kondratieff, ha señalado una fase económica que correspondería a la primera revolución industrial y al vapor (1789-1848), una segun­da apoyada en el ferrocarril y el acero (1843-1896) y una tercera en el automóvil, la electricidad y las industrias químicas (a partir de 1896).

Schumpeter ha estudiado también los ciclos Juglar, advirtiendo que, en ellos, la fase de expansión y la de depresión se encuentran separadas siempre por una crisis. Se entiende por crisis económica el punto de una economía en que el sistema interrumpe su funcio­namiento y se producen trastornos importantes. En el ciclo económico, la crisis es el punto superior de inversión que señala el paso de la expansión a la depresión.


La crisis puede ser de dos tipos:

-   Crisis de tipo antiguo: son crisis propias de una economía esencialmente agrícola. Estas crisis se daban fundamentalmente antes de la revolución industrial a causa de malas cosechas, guerras o aumento de la población, siendo, por tanto, crisis de subsistencia o de escasez de producción. No tienen un carácter cíclico.
-   Crisis de tipo moderno: son propias de una economía industrial en la que priman los factores financieros y productivos. Se deben a la superproducción y tienen un carácter cíclico.

La integración internacional, con la industrialización, el patrón oro, la creación de una red mundial de transporte, etc., tiende a provocar la coincidencia de las crisis en todos los países industriales a un tiempo. Es decir, son crisis mundiales. En el si­glo XIX se han señalado varias crisis mundiales como las de los años 1825, 1836, 1847, 1857, 1866, 1873, 1882 y 1890.

 LOS MÉTODOS DE TRABAJO A FINALES DEL XIX 

El desarrollo de un nuevo sistema empresarial y de nuevos procesos productivos hicieron patente la necesidad de crear nuevos modelos en lo que a la organización del trabajo se refiere. Estos nuevos métodos de trabajo multiplicaron la eficiencia del trabajo obrero convirtiendo en obsoleta la producción artesana y de la Primera Revolución Industrial.

Los modelos más destacados son:

1.    El taylorismo: Busca la planificación científica del proceso productivo mediante la división de las diferentes fases del mismo. La nomenclatura hace referencia a Frederick Winslow Taylor que, ya en 1911, explicaba sus teorías sobre los métodos de trabajo más eficientes en su obra: "The Principles of Scientific Management".


Maquinista de la empresa Tabor, donde se aplicaron las ideas tayloristas (1905)
Fuente: Wikimedia Commons 

La meta debía ser aumentar la productividad evitando el control que sobre los tiempos de producción podía tener el obrero. Para ello, las tareas debían realizarse con el menor esfuerzo y en el menor tiempo posible eliminando pasos innecesarios y logrando así reducir los costes de fabricación. El obrero debía encontrarse aislado y disponiendo de los elementos que manipula de forma fácil. Establece una distinción entre el trabajo intelectual y el manual que deben estar separados y no recaer sobre un mismo operario. Así, el intelectual se encarga de organizar, dirigir y supervisar el trabajo que lleva a cabo el operario manual. En este sistema, el cronómetro juega un importante papel pues se intenta controlar las posibles pérdidas de tiempo.

2.    El fordismo: hace referencia al trabajo en cadena que se llevaba a la práctica en las fábricas de automóviles de Henry Ford desde principios del siglo XX. Implicaba una organización del trabajo altamente especializada. Su base descansaba sobre la llamada cadena de montaje o línea de ensamblado que organiza la producción delegando en cada trabajador una función determinada y especializada (aumento de la división del trabajo). El objetivo final era la obtención de un producto accesible al salario promedio, superando así la capacidad de consumo de la gran élite burguesa.

Los nuevos métodos de producción trajeron, no obstante, desajustes sociales de gran importancia debido a la existencia de un espacio de trabajo alienante y deshumanizado.

Taylorismo y fordismo, 
subido por ramperal a https://www.youtube.com

 EL ANARQUISMO 

El anarquismo, que supone un rechazo absoluto del proceso de industrialización y pa­rece mirar con nostalgia hacia un mundo agrario de pequeñas células de población, es un movimiento de escasa coherencia doctrinal. Centrando sus actividades en un sindicalismo puro, apartado de la vida política, el anarquismo  constituye un intento original, de enorme influencia en algunos países y momentos, y distinguible de otros sindi­calismos que se orientaron hacia la política.

Entre sus pensadores se han destacado al inglés William Godwin, al alemán Max Stirner, al francés Proudhon y al ruso Bakunin, pero no deben ser olvidados intelectuales como Tolstoi, Eliseo Reclus y Kropotkin. Pero sin duda la figura más destacada es Bakunin.

Pierre-Joseph Proudhon y sus hijos, por Gustave Courbet (1865)
Fuente: Wikimedia Commons

En la obra de los escritores anarquistas encontramos una vertiente moral en la que se exalta la libertad del individuo; se formula un ateísmo radical, que rechaza a la Iglesia como institución pero admite en la sociedad la pluralidad de cultos; y se ensalza como instrumento del cambio social la educación popular.

Desde el punto de vista político, tres ideas destacan en el pensamiento de Bakunin: la eliminación del Estado, instrumento siempre represivo; la desaparición de los ejércitos, innecesarios al desaparecer los Estados; y la creencia en la revolución cam­pesina hecha desde abajo, por las masas. Su sociedad nueva, sin Estado, sin poderes institucionales se montará sobre comunas autónomas, pequeñas células en régimen de autogestión que elegirán por sufragio universal de hombres y mujeres a sus autoridades y que podrán federarse o separarse libremente de otras células similares. Dentro de estas comunas, la propiedad será colectiva. El ideal del anarquismo parece ser una sociedad de hombres enteramente libres, que no obedecen más que a su razón.

Mijaíl Bakunin, por Gaspard-Félix Tournachon (1860 aprox.)
Fuente: Wikimedia Commons

Al llamado anarco-colectivismo de Bakunin, que supone la colectivización de los instrumentos de trabajo pero no de los frutos, sucede el anarco-comunismo de Kropotkin, Reclus o Brousse, que predican la necesidad de colectivizar no sólo los instrumentos sino también los productos. Las diferencias son todavía más acusadas en cuanto a los métodos de la revolución, que van desde los que prefieren pasos paulatinos y pacíficos, hasta los que defienden el terrorismo, al que llaman "propaganda del hecho".


Podemos resumir algunos principios básicos del anarquismo en:

1.    Libertad del hombre en sociedad, no entendida de forma individual.
2.    Libertad e igualdad para los dos sexos.
3.    Educación popular.
4.  Rechazo de todo poder establecido, especialmente el Estado y la Iglesia como institución. La causa de este rechazo estriba en la máxima: «Todo poder corrompe» ya que la autoridad supone el dominio de un hombre sobre el resto. Al imponer dicha autoridad, se elimina la libertad del individuo gobernado. Por ello, hay que eliminar cualquier tipo de poder.
5.   Se manifiesta en contra de la propiedad privada de los medios de producción. Estos deben ser socializados aunque algunos pensadores admiten cierta privatización de los frutos obtenidos.
6.     En contra de los votos irrevocables, como el sacerdocio o el matrimonio, ya que al ser para toda la vida eliminan parte de la libertad humana.
7.   Para alcanzar todas estas transformaciones es necesaria una revolución de las masas campesinas contra el poder establecido. Tras ella se creará una sociedad anarquista en torno a comunas autogestionadas, autosuficientes y básicamente agrarias.
8.   La actuación política debe reducirse a la propaganda. En este aspecto, hay grandes diferencias entre los que defienden una vía pacífica y los defensores del terrorismo. A fines de siglo, se producen una serie de atentados anarquistas a personajes importantes de todo el mundo (Alejandro II de Rusia, Humberto I de Italia, Isabel de Austria o Cánovas del Castillo)

 EL SOCIALISMO UTÓPICO 

A diferencia de Inglaterra, más industrializada, Francia, con un proletariado menos numeroso pero con una intelectualidad más sensible a las ideas políticas, proporciona a los movimientos sociales una serie de pensadores que reflexionaron sobre las contradicciones de la industrialización y formularon soluciones ideales, o incluso intentaron experiencias de creación de nuevos tipos de sociedad. A estos pensadores se les llama socialistas utópicos, destacando Saint-Simon, Fourier, Louis Blanc, Cabet, Blanqui...

Esquema sobre las relaciones entre el socialismo utópico y el Movimiento Obrero

No existen demasiados elementos comunes entre ellos. En general, prefieren evolución a la revolución y los medios pacíficos a los violentos. Frente a la hostilidad de clases predican la concordia. No centran el cambio social en la capacidad revo­lucionaria del proletariado, sino en el convencimiento progresivo y la aceptación por la burguesía de una necesidad de cambio. Parecen prestar más atención a los proyectos que a los medios por los cuales pueden llegar a realizarse.


Entre los modelos de nueva sociedad que intentaron construir los utópicos, destacan los falansterios de Fourier, pequeñas poblaciones de 1600 personas, entre las que se distribuyen las funciones alternativamente. Subsisten en ellos la propiedad privada y el derecho de herencia, pero son comunes los instrumentos básicos de producción. En Francia, EE.UU., Inglaterra y Rusia llegan a  organizarse falansterios pero la mayoría fracasaron.

Cabet publica su «Viaje a Icaria», en el que describe otro modelo utópico. Su socie­dad es más revolucionaria que el falansterio, reguladas las instituciones por sufra­gio universal y con un sistema de propiedad privada.

Los talleres sociales propugnados por Louis Blanc fueron una nota distintiva de la revolución francesa de 1848, pero desaparecieron en pocas semanas.

Esquema sobre el socialismo utópico