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lunes, 20 de octubre de 2014

Crisis económica en el período de entreguerras: la Gran Depresión

Tras la gran expansión económica y financiera que Estados Unidos experimenta durante los llamados "felices años veinte", el nuevo orden económico sufre un duro golpe al entrar en una fuerte depresión que marcaría la marcha económica durante una década. Si los garantes de la economía mundial entran en una recesión sin precedentes, sus consecuencias no tardarían en dejarse sentir en el resto del globo. Esta crisis del sistema capitalista propicia un inestable marco económico que sólo puede superarse gracias a la intervención estatal lo que implica la quiebra del sistema económico liberal proporcionando un excelente caldo de cultivo para quienes se muestran contrarios a las ideas democráticas. los regímenes totalitarios se verán beneficiados de una depresión que afecta a todos los estratos de la sociedad. 

Enlaces relacionados:
- Crisis económica en el período de entreguerras: el Crack de 1929.
La Primera Guerra Mundial: los Tratados de Paz y las consecuencias a largo plazo.


 LA GRAN DEPRESIÓN

Tras el Crack de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929, nadie podía negar la existencia de una crisis económica sin precedentes. El rápido paso de la expansión económica de los años veinte a la crisis tuvo un gran impacto social. El aumento del desempleo contraería la demanda de productos lo que provocaría sobreproducción y una caída de los precios, de la que el crack financiero sería un síntoma. Se redujo la inversión y el sistema capitalista sufrió una crisis inesperada de grandes consecuencias. Los años siguientes estuvieron protagonizados por una profunda depresión que marcó la década de los 30.

Florence Owens Thompson, por Dorothea Lange (1936), 
de la serie: "Madre migrante" o "Cosechadores desposeídos en California"
Fuente: Wikimedia commons
En poco tiempo, el desempleo adquiría proporciones gigantescas. Los salarios del obrero desaparecían y los ingresos del granjero tocaban fondo. El descenso del poder adquisitivo de las masas imponía una mayor inactividad de la maquinaria y un mayor desempleo. Millones de personas se veían reducidas a vivir y a sostener a sus familias gracias a las raciones de caridad, al socorro del gobierno, a las limosnas. Se multiplicaron los poblados chabolistas en las grandes ciudades (bautizadas popularmente como Hooverville, en honor del presidente norteamericano).

Los optimistas de la época declaraban que aquella depresión, aunque dura, no era más que otro punto periódico bajo en el ciclo económico, y que la prosperidad estaba a la vuelta de la esquina. Otros creían que la crisis representaba el hundimiento de todo el sistema capitalista.


Cola de reparto del pan en Nueva York (1932)
Fuente: Wikimedia Commons
Independientemente de su postura, todos los gobiernos adoptaron medidas para facilitar trabajo e ingresos a sus pueblos. De un modo u otro, todos se esforzaron por liberarse de la dependencia de las incertidumbres del mercado mundial. La consecuencia económica más acusada de la depresión fue una fuerte tendencia al nacionalismo económico.

Para proteger sus exportaciones y sus industrias, los países devaluaron sus monedas. La depresión, al agregar sus efectos a los de la Guerra Mundial y a la inflación de la posguerra, condujo al caos en el intercambio monetario internacional. Los gobiernos manipulaban sus monedas para sostener sus decrecientes exportaciones o imponían determinados controles de intercambio: exigían que los extranjeros a quienes su población compraba y a quienes, por tanto, entregaba su moneda, utilizase esa moneda para comprarles a ellos. El comercio, que había sido multilate­ral, se hacía cada vez más bilateral.


Esquema sobre algunos de los factores que confluyeron en la Gran Depresión

El control de la moneda era un medio de mantener activas las fábricas propias, a través de la conservación o de la conquista de mercados para la exportación en un período de depresión. Otro procedimiento para mantener en actividad las fábricas propias consistía en cerrar el paso a las importaciones competitivas echando mano del viejo recurso de las tarifas proteccionistas. Pero tampoco las tarifas fueron suficientes siempre, y en muchos estados se adoptaron cuotas o restricciones cuantitativas. Por este sistema, un gobierno decía no sólo que los artículos que entrasen en el país tendrían que pagar una alta tarifa aduanera, sino que, ponía límites a la cantidad, es decir, que por encima de dicho límite no podrían introducirse más artículos. Tanto los importadores como los exportadores trabajaban, cada vez en mayor medida, con licencias del gobierno, a fin de que todo el comercio exterior de un país pudiera estar centralmente planificado y dirigido. Así, la economía mundial se desintegró en sistemas económicos nacionales ferozmente competidores. Cada estado trataba de crear una isla de seguridad económica para su propio pueblo. La cooperación económica internacional estaba terminando en una intensificación sin precedentes de la rivalidad económica y del autocentrismo nacional.


 CONSECUENCIAS DE LA DEPRESIÓN

Respecto a las consecuencias de la depresión, hemos de hablar de consecuencias psicológicas. La opinión pública pierde confianza en las instituciones democráticas, a las que identifica con el capitalismo, y en la inspiración liberal de la democracia parlamentaria. En Europa, sectores muy amplios de la opinión pública se hallan bruscamente disponibles para cualquier tipo de aventura y dispuestos a escuchar las llamadas de los agitadores.

En cuanto a las consecuencias objetivas, hay que destacar la quiebra del sistema liberal y la impotencia de la iniciativa privada, que obligan al poder público a intervenir. Los gobiernos son empujados a violar las máximas liberales que prohibían al Estado intervenir en el ámbito reservado a la iniciativa privada. Los gobiernos se encargan de la dirección de la economía, emprendiendo grandes trabajos para poner en marcha los mecanis­mos. La expresión más completa de este cambio de política es la revolución que constituye el New Deal en EE.UU.

Construcción de una carretera según un proyecto de la Works Progress Administration (New Deal)
Fuente: Wikimedia Commons
Por otra parte, la política económica de los gobiernos afecta a las relaciones exteriores. Para proteger la producción nacional de la competencia extranjera, los países se cierran a las importaciones, elevan sus tarifas aduaneras, establecen restric­ciones. En todas partes, el nacionalismo económico alienta un egoísmo a ultranza en las relaciones comerciales.

Así pues, en cuestión de varios años, entre 1929 y 1932, la gran depresión acarreó el abandono de los principios liberales, la quiebra de la economía liberal, el trastorno de las relaciones entre grupos sociales e incluso las relaciones entre naciones. La democracia política sufre las repercusiones de la crisis que atraviesa el liberalismo económico. Es un argumento más a favor de las doctrinas autoritarias y de los regímenes autoritarios. Al fascismo italiano o al comunismo soviético les es fácil usar como pretexto la crisis del liberalismo para demostrar el fracaso de la democracia.

Esquema sobre algunas propuestas generales del keynesianismo



 LA SOLUCIÓN NORTEAMERICANA: EL NEW DEAL

En 1933 los demócratas sustituyen a la administración republicana de Hoover, tras el triunfo electoral del presidente Franklin D. Roosevelt. A la llegada de éste al poder, la situación económica era alarmante: la población estaba cada vez más empobrecida, las enormes cifras de desempleo implicaban una reducción en el gasto que acarreaba la ruina y quiebra de empresas (aumentando las cifras mencionadas y destruyendo una estructura económica que poco antes era floreciente), los mercados financieros se precipitaron y la economía se estancó.

Franklin Delano Roosevelt, por Elias Goldensky (1933)
Fuente: Wikimedia Commons

El nuevo presidente propone una nueva política económica sustentada en las teorías keynesianas. Se trata de un New Deal ("Nuevo Acuerdo", en castellano), que se propone reactivar el consumo y la inversión, y poner fin a ciertos abusos que han estado en la base del origen de la crisis. Esta política se mantendrá hasta 1938, cuando el esfuerzo económico encontró en la Segunda Guerra Mundial una válvula de escape para la mejoría.

El New Deal pone en acción un conjunto de medias de intervención gubernamental en el terreno de la economía (aunque no se recurre a la nacionalización de empresas). El primer objetivo es la deflación: hay que lanzar los precios al alza, devolver la confianza a los inversores, distribuir poder de compra a los consumidores. Roosevelt procedió a la devaluación del dólar con el objetivo de provocar un aumento de los precios (se llegó a abandonar momentáneamente el patrón oro).

Entre las primeras medidas del presidente Roosevelt, planteadas para surtir efecto a corto plazo, los objetivos se centraron en reformas agrícolas, del sistema bancario (en el que el Departamento del Tesoro pasó a investigar la solvencia de los bancos, provocando el cierre y la fusión de miles de bancos en situación inestable y mejorando la garantía del sistema) y la creación de programas de asistencia social y de ayuda al trabajo.


Sin embargo, la intervención del Estado en la economía era uno de los factores contra los que luchaba el sistema capitalista, por lo que este plan fue recibido con reticencia. No obstante, se crearon distintas agencias con el objetivo de intervenir en la vida económica proporcionando un respiro a los sectores más castigados por la depresión. En el sector industrial se obligó a las empresas a adoptar un código de buena competencia, creando un organismo de regulación, la NRA, al que las empresas se adhirieron libremente.

En el orden agrícola, ante la acumulación de excedentes, se invita a los agricultores a que consientan en reducir voluntaria­mente sus cosechas a cambio de una indemnización. El efecto inmediato de la reducción de las cosechas era la subida de los precios aunque en un país con menos capacidad adquisitiva y con un comercio internacional a escala más reducida que en años anteriores, los resultados de la Ley de Ajuste Agrícola tardaron en ser alentadores para los agricultores.

Una ley autoriza al presidente a acuñar monedas de plata en cantidades ilimitadas. Con ello se producía una fuerte inflación, pero se acepta como medio de estimular la economía.


Esquema básico sobre las principales reformas que formaron el New Deal

Pero todo esto sería inútil si no se mejoraban las cifras del desempleo de la población. Por ello, éste será uno de los grandes indicadores de la crisis y las reformas encaminadas a mejorar esta situación serán una prioridad: los sindicatos, las jubilaciones y los parados serán sus principales objetivos. Desde el punto de vista social, la ayuda a los parados reforzó las medidas de subidas de salarios. Se creaba una masa con cierto poder de compra, única salida de una etapa en la que por superproducción o por subconsumo se había generalizado la ruina.

Económicamente, la situación mejoró al final de la década, con importantes matices: la inversión privada en la industria se contrajo (como era inevitable) a pesar de que la producción industrial volvía a cifras parecidas a las de finales de los veinte. El número de parados era aún alarmante (17% de la población activa), aunque ahora muchos de ellos recibían un subsidio que les permitía sobrevivir. En el orden agrícola, la subida de los precios no pudo sostenerse y la situación de los agricultores se agravó.

En la esfera de lo social, el Estado inauguró una mayor preocupación por la protección de sus ciudadanos frente a un marco económico que auguraba nefastas consecuencias para el ciudadano de a pie. 

Historia del siglo XX - Roosevelt y el New Deal 
subido por Félix Rodríguez Sanjurjo a https://www.youtube.com 

viernes, 10 de octubre de 2014

Crisis económica en el período de entreguerras: el Crack de 1929

Tras la I Guerra Mundial, el mundo entra en un nuevo orden económico presidido por los EE. UU., que actúan como los grandes banqueros del mundo. En una época en la que es necesaria una gran reconstrucción posbélica, Europa entra en una recesión mientras que Estados Unidos experimenta una gran expansión económica y financiera. Poco hacía sospechar que los "felices años veinte" constituían la puerta de entrada a una de las mayores crisis del sistema capitalista. La sobreproducción en la economía y la especulación en el mercado financiero, auspiciada por una intensa actividad bancaria, proporcionarían el inestable marco que acabaría por estallar con el crack de la bolsa de 1929. 

Enlaces relacionados:
- Crisis económica en el período de entreguerras: la Gran Depresión.
- La Primera Guerra Mundial: los Tratados de Paz y las consecuencias a largo plazo.



 LOS AÑOS ANTERIORES A LA CRISIS

A principios del siglo XX, el sistema económico capitalista era un delicado y entrete­jido mecanismo, en el que cualquier perturbación se transmitía rápidamente a través de todas las partes. Para muchas mercancías, los precios se fijaban mediante el libre juego de la oferta y la demanda, en un mercado de dimensiones mundiales. Había una gran división del trabajo por zonas; grandes áreas vivían de la producción de unos pocos artículos especializados para su venta al resto del mundo.

Una gran cantidad de la producción, tanto local como internacional, estaba financiada a través del crédito, es decir, de promesas de pago en el futuro. El sistema se basaba en la mutua confianza y en el mutuo intercambio, es decir, en la creencia del prestamista, acreedor o inversor de que recuperaría su dinero, en la creencia del prestatario de que podría pagar sus deudas, en la posibilidad de que granjas y fábricas pondrían sus productos en el mercado a unos precios suficientemente altos para que rindiesen un beneficio neto, de modo que los trabajadores de las granjas y fábricas pudiesen comprar los productos de otras granjas y otras fábricas, y así sucesivamente alrededor de incontables círculos de mutua interdependencia, y por todo el mundo.

Exterior del edificio de la Bolsa de Nueva York, en Wall Street, por Arnoldius
Fuente: Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0

Si alguien salió reforzado económicamente tras la I Guerra Mundial, ese fue EE.UU. Los norteamericanos; ante una Europa destrozada por el conflicto, trastocada en su estructura económica ante los cambios en el mapa político y con medio continente obligado a pagar reparaciones astronómicas, se convirtieron en los grandes banqueros del mundo. A mediados de la década de los 20, EE.UU. era la primera potencia económica mundial.

La buena marcha económica permitió un aumento de la actividad bursátil. El aumento de las cotizaciones de títulos en la Bolsa fue financiado en buena medida por la concesión de créditos, creando una burbuja especulativa. Esta intensa actividad, permitía la obtención de rápidos dividendos y atraía a inversores de casi todos los estratos sociales y la mayoría ni siquiera entendía bien los mecanismos de este mercado. Pronto, la buena marcha bursátil se convirtió en simple especulación, no en un indicador de la economía “real”, se trataba de un “castillo en el aire”.

Noche en Los Ángeles, por Underwood & Underwood (1920)
Fuente: Wikimedia Commons

Los cinco años siguientes a 1924 fueron un período de prosperidad (los llamados “felices años veinte”), en el que hubo un gran volumen de comercio interna­cional, de construcción y desarrollo de nuevas industrias. La expansión fue especialmente asombrosa en EE.UU., pero casi todos los países disfrutaron de ella, en mayor o menor grado. Pero en aquella prosperidad había imperfecciones. La expansión estaba financiada, en gran parte, por el crédito o por los préstamos. Los trabajadores percibían menos de lo que constituía una porción equilibrada; los salarios quedaban muy por debajo de los beneficios y de los dividendos, de modo que el poder adquisitivo de las masas, aunque ampliado por la compra a plazos, no podía absorber el gran volumen de lo que técnicamente era posible producir.

Esquema sobre los principales factores que influyeron en el Crack del 29

En todo el mundo, la década de 1920 fue un período de depresión crónica en la agricultura, hasta el punto de que los granjeros no podían pagar sus deudas ni comprar artículos en la medida necesaria para el buen funcionamiento del sistema. Las operaciones militares de la I Guerra Mundial habían reducido en 1/5 los campos dedicados al cultivo del trigo en Europa. El precio mundial del trigo subió, y los granjeros de EE.UU., Canadá y otros países aumentaron sus extensiones cultivables. Muchas veces, para adquirir tierras a precios altos, contrajeron hipotecas que en años posteriores no pudieron pagar.

Después de la guerra, Europa restableció su producción de trigo y Europa Oriental se incorporó al mercado mundial. La agricultura se mecanizaba rápidamente, al tiempo que el cultivo de secano permitía disponer de nuevas tierras. El resultado de todo esto fue una superabundante producción de trigo, y que el precio mundial de éste cayera increíblemente. Los cultivadores de trigo de todos los continentes se arruinaron. Los de otros muchos productos (algodón, café, cereales) se encontraban en la misma desastrosa situación, y todos se hundían. La fase aguda de la depresión, que comenzó en 1929, se agravó a causa de aquel fondo crónico de catástrofe en la agricultura, porque no había reserva alguna de poder adquisitivo en las granjas. La apurada situación del granjero empeoró aún más cuando la gente de la ciudad, alcanzada por la depresión en la industria, redujo sus gastos en alimentación.


Esquema sobre el proceso que confluyó en el "Jueves Negro" y la Crisis del 29


 LA CRISIS FINANCIERA

La depresión, en su sentido estricto, comenzó como una crisis en el mercado de acciones y una crisis financiera. Los precios de las acciones se habían mantenido ascendentes gracias a los años de continua expansión y de altos dividendos. A comienzos de 1929, los precios en las bolsas europeas comenzaron a debilitarse. Pero la crisis definitiva se produjo con la bancarrota de la bolsa de Nueva York, en octubre de 1929.

Multitud de inversores a las afueras del edificio de la bolsa el "Jueves Negro"
Fuente: Wikimedia Commons

Allí, los valores se habían elevado a alturas fantásticas, a causa de una excesiva especulación. No sólo especuladores profesionales sino también personas comunes (sin la suficiente formación financiera), compraban acciones de las diferentes empresas con fondos tomados a préstamo, como una manera fácil de ganar mucho dinero. Algunas veces, aquellas personas poseían cinco o diez veces más acciones que las que correspondían a la suma de dinero propio invertido en ellas; el resto era prestado mediante la concesión de créditos. Con un dinero tan fácil de adquirir, la gente hacía subir los precios de las acciones al pujar los unos contra los otros, y disfrutaban de enormes fortunas sobre el papel. Pero si los precios bajaban, los infelices propietarios se veían obligados a vender sus acciones para devolver el dinero que habían tomado prestado. De ahí que la debilitación de los valores en la Bolsa de Nueva York desatase incontrolables oleadas de venta, que hundieron irresistiblemente los precios de las acciones. En un mes, los valores en bolsa descendieron en un 40%. De 1929 a 1932 cerraron sus puertas 5.000 bancos americanos. Tanto los pequeños especuladores como los grandes capitalistas sufrieron importantes pérdidas y muchos se vieron en la ruina.


Esquema sobre el desarrollo de la Crisis de 1929

La crisis pasó de las finanzas a la industria, y de EE.UU. al resto del mundo. La exportación de capital americano llegó a su fin. Los americanos no sólo dejaron de invertir en Europa, sino que vendieron los valores extranjeros que poseían. Esto desbarató las bases de la resurrección posbélica de Alemania y de gran parte de Europa. Los americanos, al disminuir sus ingresos, dejaron de adquirir artículos extranjeros. Se produje­ron bancarrotas por todas partes. Las personas y las empresas privadas no podían cobrar lo que se les debía, ni retirar en dinero lo que pensaban que tenían en los bancos. No podían comprar y las fábricas, por tanto, no podían vender. Las fábricas trabajaban más despacio o cerraban del todo. Entre 1929 y 1932 la producción mundial descendió en un 38% y el comercio interna­cional cayó en unos 2/3.


Wall Street - El Gran Crack de 1929
subido por CronicasDeTumbleweed a https://www.youtube.com 

El crack de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929 es un indicador más de una crisis que sus contemporáneos no supieron ver, cegados ante las promesas de rápida riqueza que hacía la actividad bursátil. No se comprendía que la Bolsa es un reflejo de la economía y que la descompensación de este sistema llevaba al desastre.

Por otro lado, hay que entender que el crack no provocó la crisis y la depresión que marcó la década de los 30. La fuerte y rápida expansión económica de los años veinte se llevó a cabo a un ritmo que los distintos sectores no fueron capaces de asimilar. El aumento de beneficios permitió un incremento de la inversión en innovación tecnológica y una racionalización en cuanto a los métodos de trabajo. Las consecuencias más evidentes fueron el aumento de la producción y la reducción del empleo. Sobre el papel, los beneficios se iban a disparar. Sin embargo, iba a producirse el efecto contrario. El aumento del desempleo contraería la demanda de productos lo que provocaría sobreproducción y una caída de los precios, de la que el crack financiero sería un síntoma. Se redujo la inversión y el sistema capitalista sufrió una crisis inesperada de grandes consecuencias.