sábado, 15 de septiembre de 2012

El pensamiento económico en la edad moderna. - Parte 9

Esta serie de artículos está centrada en el surgimiento de una nueva forma de pensar con respecto a la economía y que es heredera directa del nuevo contexto en que se mueve la Europa del momento. Los siglos modernos alumbran un nuevo concepto del hombre y su lugar en el mundo: el humanismo y el renacimiento subrayan el papel del hombre frente al pensamiento medieval (centrado en el concepto de Dios). El cambio de mentalidad imperante y una mayor tendencia de los países europeos hacia el reforzamiento de su autoridad como garante de la solidez del estado, acentuará el aligeramiento de las férreas posturas económicas medievales que ya poco a poco estaban desapareciendo frente al nacimiento de un nuevo pensamiento económico, traído de la mano de los hombres de negocios más influyentes, los funcionarios más preocupados por el desempeño de su profesión y de otros pensadores laicos que se centran en los problemas económicos del estado.

Enlaces relacionados:
- El Mercantilismo 1.
- El Mercantilismo 2.
- La Riqueza de las Naciones.



 APARICIÓN DE LA FISIOCRACIA  

En la década de los años 50 del siglo XVIII se edita en Francia una serie de obras cuyos autores manifiestan un interés importante sobre los asuntos económicos en general y la agricultura, en particular. En este ambiente es en el que hay que ubicar el nacimiento y desarrollo de una nueva escuela de pensamiento económico conocida por el nombre de fisiocracia. Podemos decir que con los fisiócratas aparece por primera vez una escuela de pensamiento económico con una cabeza reconocida, un grupo de seguidores íntimamente unidos para exaltar y extender las doctrinas del maestro (François Quesnay) y una publicación periódica para contribuir a su difusión. Sería a partir de los fisiócratas, cuando fueron surgiendo nuevas escuelas de pensamiento como la clásica o la marxista.


François Quesnay, por Johann-Georg Wille y Jean Chevalier (1747)
Fuente: Wikimedia Commons

Fisiocracia significa textualmente "gobierno o riqueza de la naturaleza". Los fisiócratas se caracterizan por su oposición frontal frente al mercantilismo. De este modo, si bien los mercantilistas habían defendido la hege­monía y el fomento del sector mercantil y habían aparcado a la agricultura; esta actividad económica, en cambio, será defendida por los fisiócratas, porque es la riqueza que nos proporciona la madre naturaleza. Sin embargo, el punto de partida tanto de los fisiócra­tas como el de los mercantilistas es el mismo. Ambas doctrinas se cuestionan en qué consiste y cómo puede acrecentarse la riqueza de un país.

François Quesnay era médico personal de Luis XV. Para él, el estudio de la economía fue una fase de transición en su carrera intelectual, y que abandonaría años después para dedicarse a las investigaciones matemáticas. El interés de Quesnay por los asuntos económicos de Francia, le sobreviene a una edad bastante tardía porque hasta los 62 años no publica ningún trabajo sobre asuntos económicos. Sus primeras obras son una serie de artículos que dicta o publica en "La Enciclopedia". Así, en 1756 publica un primer artículo que lleva por nombre "Arrendatarios" y al año siguiente, también en "La Enciclopedia", publica "Granos". El primero de estos es un alegato en favor de la agricultura francesa y su objetivo es modernizarla imitando el modelo inglés, es decir, que defiende la desaparición de la pequeña explotación campesina y su sustitución por grandes fincas de explotación. El segundo artículo es donde, por primera vez, aparecen algunos conceptos claves para identificar a la fisiocracia. Con posterioridad, Quesnay publicaría otros dos artículos, uno titulado "Hombres" y el otro "Impuestos". En 1758, Quesnay publica "El cuadro económico" que puede ser considerado como el manifiesto del pensamiento fisiocrático aunque, en realidad, se trata de una memoria dirigida al rey de Fran­cia. Sin embargo, a pesar del papel desempeñado por Quesnay, el gran impulsor de las ideas de la fisiocracia en Francia, e incluso más allá de sus fronteras, fue Victor Riquetti, el Marqués de Mirabeau; que tenía por el hecho de ser noble, facilidades para propagar esas ideas, no sólo en la corte de Versalles, sino también en las academias y círculos ilustrados franceses.

Otros miembros de la escuela de la fisiocracia pueden ser, por ejemplo, Mercier de la Rivière que es autor de "Orden natural y esencial de las sociedades políticas" (1767) y Pierre Dupont de Nemours que publicará en 1768 "El origen y los progresos de una nueva ciencia". El maestro y los discípulos de la fisiocracia fundaron su propia revista, "Efemérides del ciudadano", para poner por escrito sus planteamientos. La escuela de la fisiocracia alcanzó su máximo apogeo en torno a los años 60.



 DISCURSO DE LA ESCUELA FISIOCRÁTICA 

Hoy día, se estudia la fisiocracia a través de dos niveles de análisis: por un lado, se analiza como una doctrina estrictamente económica, y por otro también se considera que es un sistema filosófico. Obviamente, nosotros no nos interesaremos en este último aspecto.

La fisiocracia es un producto de la Ilustración, su discurso económico arranca de un análisis de cuál es la situación de la agricultura francesa. El evidente atraso de esta contrastaba, además, con la riqueza y modernización de la agricultura al otro lado del Canal de la Mancha (en Inglaterra). De inmediato, comprendieron los fisiócratas que había que rescatar a la agricultura francesa de ese atraso y colocarla al mismo nivel de la agri­cultura rival. Y para ello propugnan una serie de reformas que se pueden resumir en la defensa de la abundancia de capital, y no la abundancia de hombres.

Así, se ponía en tela de juicio las tesis poblacionistas del mercanti­lismo. El problema que se les planteaba era cómo conseguir que el capi­tal se invirtiese en el campo, puesto que ese capital era imprescin­dible para transformar las pequeñas explotaciones rurales en otras mayo­res y perfectamente equipadas. Textualmente decían lo siguiente: "Que las tierras destinadas al cultivo de granos se concentren en la medida de lo posible en forma de grandes granjas explotadas por agricultores ricos porque es inferior el gasto en el mantenimiento y reparación de las instalaciones y, proporcionalmente, es menor el coste y mayor el producto neto en las grandes explotaciones agrícolas que en las peque­ñas. La proliferación de pequeños agricultores es nociva para la población”. Los fisiócratas creían que el factor humano que habría de permitir la transformación de la agricultura serían los agricultores situados en un nivel de renta medio-alto, es decir; los que se conocían como "fermiers" (grandes arrendatarios). Pero los obs­táculos eran enormes, aunque en concreto; podemos resumirlos en dos:

1. Un mal sistema impositivo
2. Una equivocada política económica.

Res­pecto a lo primero, se refiere al hecho de que la fiscalidad de la Hacienda francesa repercutía muy negativamente sobre los productores agrícolas, por tanto, los fisiócratas consideraban como paso previo necesario para la puesta en ejecución de su programa, la reforma fiscal en Fran­cia. Dicha reforma debía concretarse en la desaparición de la pluralidad de impuestos y su sustitución por otro único. El ministro de finanzas, Turgot, fue el encargado de llevarla a cabo y debido a su fracaso, le costó su puesto.

Anne Robert Jacques Turgot, por Charles Dupin
Fuente: Wikimedia Commons
En lo referente a lo segundo, la política mercantilista marginaba a la actividad agraria y fomentaba a la actividad mercantil; lo que conllevaba una capitalización del comercio y la descapitali­zación del sector agropecuario. Algunos ejemplos de esto, podrían ser las limitaciones al libre comercio mediante la fijación de precios máximos para los cereales o mediante la protección de las manufacturas por medio de privilegios. Estas actividades no hacían otra cosa que desanimar las inversiones en la agricultura. Frente a esta política mercantilista, los fisiócratas defienden la prác­tica del liberalismo económico.

En la fisiocracia el concepto nuclear es el de riqueza. Los fisiócratas la definen como el conjunto de valores que pueden ser consumidos sin empobrecerse. Partiendo de esta definición, la fisiocracia elabora otro concepto clave en su doctrina, el concep­to de producto neto. De ambos conceptos se infiere que únicamente es riqueza aquella clase especial de valores en la cual se encuentra un producto neto. Esto quiere decir que la riqueza se halla en aquellas actividades productivas que son capaces de reproducirse mediante un excedente. Y este tipo de producto neto, o centro de riqueza, sólo se da en la agricultura; ya que, en la agricultura además del factor humano intervienen las fuerzas de la naturaleza que trabajan junto al hombre de forma que ambos logran que el producto final sea muy superior a los elementos que el hombre aporta al proceso productivo. Partiendo de ese concepto de riqueza, la fisiocracia diferencia entre riqueza primaria y riqueza representativa.

La riqueza primaria son los bienes primarios, los productos de la tierra, entre los que se incluyen también la caza y la pesca (no sólo la agricultura). La riqueza representativa, en cambio, son los metales preciosos y aquellos objetos a los cuales, por distintas razones, atribuimos un valor económico (como el diamante, el oro o las perlas). El comercio no es más que el cambio de unas mercancías por otras; cada venta es al mismo tiempo una compra. Para poder vender, hay que comprar. El oro y la plata no constituyen riqueza, sino que son simplemente los efectos de la producción real que ha cambiado de forma. Cuanto mayor sea esta última, será necesaria una menor cantidad de oro y plata. Por ello, las conclusiones sacadas de la balanza comercial por los mercantilistas son erróneas y la doctrina que identifica la ganancia nacional con el superávit de la exportación es una idea quimérica.

Partiendo de los conceptos de riqueza y producto neto dividen las diferentes actividades económicas en pro­ductivas y estériles. Las productivas son aquellas que permiten multi­plicar el producto, como la agricultura. Los fisiócratas entienden que las agrícolas son las únicas actividades productivas. Y las estériles son todas las demás, que no consiguen multiplicar el producto neto sino que únicamente consiguen crear el efecto suma; de tal forma que el producto final no es más que la suma de los valores añadidos. Ahora bien, la calificación de “estériles” no pretende indicar que sean inútiles para la sociedad y el consumidor. El concepto de esterilidad que manejan los fisiócratas sólo refleja la incapacidad de tales actividades para generar un producto neto. Es muy ilustrativo el ejemplo de la cuerda y el pozo. La primera es necesaria para conseguir el agua del pozo, pero nunca aumenta el manantial. Lo que no quiere decir que la cuerda sea inútil. Por ejemplo, las actividades industriales que tanto defendió el mercantilismo son, en opinión de los fisiócratas, estériles. En concreto, los trabajadores industriales viven legítimamente con su trabajo, pero no hacen vivir a otros. Todos estos conceptos económicos también tienen su traducción en la sociedad; el discurso económico de la fisiocracia es también un discurso social. Para los fisiócratas existen tres clases de ciudadanos:

1. La clase productiva es la más importante y está formada por los cul­tivadores directos de la tierra. Esta clase genera un producto, parte del cual permite alimentar al campesino productor y a su familia. El resto, dicho productor lo paga en concepto de renta a la clase de los propietarios, a los terratenientes.
2.   Los terratenientes. Desde el punto de vista del sistema social, esta clase productiva es la clase dinámica, porque de ella depende que el sistema avance y, por consiguiente, merece ser honrada. Los fisiócratas incluyen en estos al soberano, porque el rey era, teóricamente o supuestamente, el propietario de todas las tierras.
3.    La clase estéril está formada por el resto de los pro­ductores, los cuales viven de lo que le entregan tanto la clase primera, es decir, la clase productiva, como la segunda, los terratenientes. Un ejemplo es, por ejemplo, el artesano o el mercader, que viven de lo que le compran las clases anteriormente citadas.

Este sistema social determina que hay una circulación de la riqueza entre las distintas clases económicas y entre las distintas clases sociales. Por eso, cuando se habla de la riqueza se habla de la teoría del flujo circular de la renta. En "El cuadro  económico" se expone el desarrollo de cómo funciona esta teoría del flujo circular de la riqueza.
Esquema de la redistribución de las rentas según el Cuadro Económico
Estos fisiócratas en su discurso económico pro­pugnan también distintos medios concretos para asegurar la prosperidad de la agricultura. Por ejemplo, aconsejan el cultivo directo; la plena liber­tad por parte del cultivador para producir lo que él estime que es más ventajoso y, en tercer lugar, la libre circulación para los productos agrícolas, porque entienden que los precios racionales o justos son aquellos que resultan de un mercado en libertad.

Esta defensa de la libertad de mercado y cultivo procede del concepto filosófico de individuo de la fisiocracia. El individuo es el agente de la actividad económica, puesto que nadie mejor que él conoce sus propios intereses. Esa idea de que la libertad individual produce un mejor resultado económico y, por tanto, social, se fundamenta en un concepto de la sociedad en el que el interés social no es otra cosa que la suma de los intereses individuales. Además, esta idea de sociedad es conforme al orden natural porque ha sido establecida por el Sumo Creador y ahí radica la felicidad.

La felicidad es el motor y el sumo derecho de toda persona, pero esa felicidad necesita para ser real de una base de abundancia material, la riqueza. Ésta última se basa en el trabajo y en la propiedad privada. Este desarrollo del discurso filosófico fisiocrático nos lleva a que la propiedad es un derecho natural y, además, constituye la garantía del orden social. Por ello, según los fisiócratas, "la seguridad de la propiedad es el fundamento esencial del orden económico de la sociedad".

Este discurso de la fisiocracia, propio de la Ilustración, está fuertemente influenciado por el pensamiento del filósofo inglés John Locke. Siguiendo su razonamiento, los fisiócratas hablan de tres tipos de propiedad:

1. La propiedad personal: La que el hombre tiene sobre sí mismo; es decir, es el derecho básico a disponer del propio cuerpo y de las propias facultades individuales. Equivale, por tanto, a la libertad individual; por eso están en contra de la esclavitud.
2. La propiedad mobiliaria: Consiste en el derecho que el hombre tiene sobre los frutos de su trabajo.
3. La propiedad agraria: Es la que el hombre tiene como consecuencia de las dos anteriores. Sólo que ésta corresponde únicamente a los agricultores y demás trabajadores del campo.

John Locke, por sir Godfrey Kneller
Fuente: Wikimedia Commons

Las consecuencias que se derivan de este discurso ideológico son que la desigualdad social existe porque la ley de la propiedad excluye la igualdad. Los fisiócratas hablan de la propiedad de un hombre como la medida de la libertad de la que disfrutan. Quesnay resalta que la libertad y la igualdad son incompatibles. Los fisiócratas apoyan explícitamente la desigualdad de las posesiones, por ejemplo, si yo he adquirido la propiedad exclusiva de una cosa, ninguna otra persona puede poseerla al mismo tiempo. Sin embargo, esta desigualdad debe tener unos límites de tolerancia. Precisamente para evitar la transgresión de dichos límites es para lo que es necesario el poder político; es decir, esa es la razón de ser de un Estado. De esta forma, la fisiocracia entra en su dimensión política.


Esquema sobre las características y objetivos principales de la fisiocracia