miércoles, 17 de octubre de 2012

Mahoma, el Mensajero de Dios

Esta entrada se centra en la génesis y nacimiento del Islam. El surgimiento de esta religión, cuya vida se ha prolongado hasta nuestros días, no fue espontáneo. Fueron necesarios una serie de condicionantes físicos, económicos, sociológicos y culturales y la personalidad característica del Profeta para dar forma a una de las religiones mayoritarias del mundo actual. Estos caracteres especiales, que fueron decisivos en la configuración de la religión islámica, son el motivo de esta entrada.
 FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA FIGURA DE MAHOMA  

De todas las religiones del mundo, el Islam es una de las que presenta unos perfiles históricos más claros. La predicación del fundador, Muhammad (transliterado desde hace años como Mahoma en castellano), tuvo lugar en la primera mitad del siglo VII d. c. en un territorio con unas condiciones específicas. La Arabia tribal de la época y sus circunstancias históricas determinaron de forma decisiva la actividad política del profeta. La vida de Mahoma es muy conocida gracias a la existencia de fuentes muy precisas, aunque poco numerosas. Por ello, se considera a Mahoma como uno de los fundadores de religiones con una historicidad más sólida en comparación con otros fundadores como Buda, Confucio o Cristo, cuya biografía completa es más difícil de reconstruir. Conocemos su figura esencialmente a través de tres fuentes:

1.    El Corán (Quran) es el libro sagrado que contiene la revelación que Allah hizo a Mahoma a lo largo de su vida. De hecho, los musulmanes la consideran como la revelación de Dios recitada (éste es el sentido de la palabra) por su Profeta. Su valor como fuente histórica es muy escaso, pues es un libro fundamentalmente religioso. En realidad, el libro no fue puesto por escrito, tal y como nosotros lo conocemos, hasta después de la muerte del Profeta, organizándose con un orden de capítulos (Suras) e incluso de versículos (aleyas), que no es el mismo en el que fueron enunciados por Mahoma.

2.    La biografía (Sira) de Mahoma fue compuesta a mediados del siglo VIII por Ibn Ishaq, que pretendía recoger la historia de la salvación del hombre desde la creación hasta la muerte del Profeta (632). De este escrito, redactado más de cien años después de la muerte de Mahoma, tan sólo nos ha llegado una versión redactada por Ibn Hisam, quien habría editado partes del texto original. Por esta razón, sabemos que en la transmisión de la Sira ha existido una cierta elaboración y que hay que ser cautos en su uso como fuente histórica.

Imagen de El Corán
Fuente: Wikimedia Commons

3.    La tradición (Hadit) se trata de palabras o hechos relativos al Profeta en determinadas circunstancias y que quedaron en la memoria y fueron transmitidos oralmente por sus discípulos a sus sucesores. Durante el siglo IX fueron puestos por escrito. Algunos hadits completan o interpretan las enseñanzas del Corán; otros dan cuenta de anécdotas y acontecimientos sobresalientes de la vida del Profeta para servir a modo de ejemplo. Un elemento fundamental de todo hadit es la cadena de transmisión oral (el isnad) ya que la fiabilidad de los personajes que avalan la narración es clave para su veracidad. Con miles de hadits que ofrecen información sobre el Islam y el profeta, estos se convirtieron en fuente de derecho. De hecho, dio lugar al nacimiento de una ciencia para analizar la autenticidad de los hadits ya que muchos fueron modificados y fragmentados durante los primeros siglos del Islam.

En conjunto, todas estas fuentes suponen una impresionante cantidad de datos sobre la figura de Mahoma y el comienzo del Islam, aunque éstos deban manejarse con cuidado.


 EL MERCADER 

Según la tradición musulmana, Mahoma nació en La Meca y era qurayshí (tribu que dominaba la ciudad y controlaba el santuario mequí), del clan de los Banu Hasim, un clan de poca importancia y que estaba encargado del reparto de agua entre los peregrinos que llegaban a La Meca, y de velar porque la fuente estuviera siempre en buen estado. Su familia, por tanto, había quedado relegada a un segundo plano dentro de la tribu. Es posible que Mahoma naciera entre el 569 y el 571 y tuvo que sufrir la desgracia de ser huérfano de padre (un mercader que traficaba en Siria y que había muerto poco antes de que su mujer diera a luz), y de madre siete años después.

Por esta razón, el clan se convirtió en su protector y se hizo cargo de él su tío paterno, Abu Talib. A esta época se remonta su convivencia fraterna con su primo Alí, un nombre importante para comprender sucesos futuros. Siguiendo los pasos de su padre, el joven Mahoma se dedicó al comercio caravanero, lo que le permitió realizar viajes hasta Siria. Gracias a esta circunstancia, debió de tener contactos con cristianos que le mostraron los principios de su religión.

Caravana atravesando el desierto, por Charles-Théodore Frère
Fuente: Wikimedia Commons / Ji-Elle / CC-BY-SA 3.0

Sus dotes para el comercio y su honradez le convirtieron en el hombre de confianza de una rica viuda, Jadiya, cuya fortuna se debía también a la actividad comercial y para la que empezó a trabajar a los veinticinco años y que acabó casándose con él, a pesar de llevarle muchos años. Con ella llegó a tener varios hijos, aunque la mayoría perecieron a edad temprana, de los que destaca su hija Fátima, quien tendría gran importancia en la historia futura del Islam.

La holgada posición de Jadiya, que había heredado los bienes de su marido, le permitió a Mahoma desentenderse de su labor de mercader y dedicarse con mayor plenitud a la meditación. Parece ser que fue en una cueva en el monte Hira donde, por medio del arcángel Gabriel, recibió la revelación a la edad de cuarenta años. Esta primera revelación hacía referencia a la existencia de un único Dios, un hecho realmente novedoso entre los beduinos, pues la mayoría de los árabes eran politeístas. Según el Corán, al principio empezó a tener serias dudas acerca de este hecho y creía sufrir alucinaciones o estar poseído por el demonio por lo que se negaba a oír estas voces.

Inicialmente sólo comparte sus visiones con su entorno más cercano, su mujer, su primo Alí y sus íntimos amigos. Tres años después, Mahoma considera necesario dar testimonio de las revelaciones que está recibiendo, iniciándose los conflictos y problemas que le acompañarán hasta su muerte. Al principio sus palabras sólo encontraron eco entre jóvenes desempleados y los marginados, y pocos eran los seguidores que se encontraban entre los ricos y poderosos. De hecho, entre estos últimos solamente destaca un acomodado mercader llamado Abu Bakr que tendría un importante papel en la comunidad.

Las revelaciones predicadas por Mahoma eran diametralmente opuestas a la situación imperante en La Meca y a los intereses de la clase dominante. Por ello, empezó a ser blanco de las críticas de los mequenses más influyentes. El rígido monoteísmo impuesto por Allah provocaba el temor en los qurayshíes a que cesaran las peregrinaciones. Es fácilmente entendible que el ataque a las prácticas idólatras que suponía el Islam implicaba que peligraran los beneficios que reportaba el culto a la Kaaba. Además, en el mensaje de Mahoma subyacía la crítica contra el poder político de los qurayshíes; quienes no podían aceptar que Dios hubiera buscado, para confiar su revelación, a un individuo de poca relevancia dentro de la tribu y no a un miembro de los clanes influyentes. Esta era otra de las causas de una oposición cada vez más radical por parte de los dirigentes de la ciudad.

Peregrinos yendo a La Meca, por León Belly (1861)
Fuente: Wikimedia Commons

En el 615 se inicia una persecución contra sus seguidores y la situación de Mahoma fue deteriorándose. En esta tesitura, el apoyo de su tío Abu Talib fue un refugio al que agarrarse pues le proporcionaba al Profeta la protección del clan, si bien nunca llegó a convertirse a la nueva religión. La situación empeoraría poco después a la muerte de Abu Talib, en la misma época en que pierde a su mujer Jadiya. Ahora, su propio clan dejará de prestarle apoyo y se volverá contra él. La hostilidad de los qurayshíes estalló contra quien se autoproclamaba profeta y a quien acusaban de estar poseído por espíritus malignos.


 EL APÓSTOL DE ALLAH 

Las dificultades y peligros con los que Mahoma se encuentra en La Meca hacen que considere la posibilidad de abandonarla y buscar un lugar más propicio, iniciando contactos con otro grupo de árabes que residían en Yatrib, un enclave situado en un cercano oasis. Esta ciudad rivalizaba con la Meca por adueñarse del comercio caravanero, pero en su seno existía una tensa disputa entre dos tribus rivales. Los dirigentes de Yatrib negociaron con Mahoma, que en la Meca se había proclamado enviado de Dios, con el fin de que se estableciera en la ciudad y arbitrara en sus querellas internas.

Los tratos de Mahoma con los habitantes de Yatrib tuvieron éxito y tomó la decisión política más importante de su vida emprendiendo la marcha hacia allí junto con sus seguidores. Así, en el año 622, se inicia la partida hacia Yatrib. Este hecho fundamental se denominará Hégira (emigración) y, a partir de ella, se inicia el calendario musulmán. Para regular las relaciones de los recién llegados con los antiguos moradores y que no aparecieran conflictos, se establecieron unas normas. A partir de entonces, Yatrib fue denominada Madinat al-Nabí (Medina), «la ciudad del profeta». Básicamente, los pactos establecen una nueva confederación tribal que se define a sí misma como una comunidad (umma) que acoge y da protección a todo aquel que se convierta en musulmán.

Con el apoyo de la comunidad, Mahoma inicia su ajuste de cuentas con La Meca. Sus seguidores empezaron a dedicarse al saqueo de las caravanas, continuando el tradicional pillaje de los beduinos y obteniendo así un medio con el que sustentarse. El descontento en La Meca por las pérdidas que sufrían sus caravanas era cada vez mayor, lo que originó enfrentamientos como el combate en Badr (624) donde se alcanzó una victoria total. Desde este momento, Mahoma fue gozando cada vez una mayor autoridad.

Escena de la Batalla de Badr, por Rashid al-Din
Fuente: Jami al Tawarikh de la Colección Khalili / Wikimedia Commons 

En los años que siguieron, el número de seguidores de Mahoma aumentó a la par que continuaba la lucha contra los mequíes, con resultados alternos. Muchas tribus beduinas fueron adscribiéndose a la nueva religión. La  ofensiva islámica llegó a su punto culminante cuando, en el 628, el Profeta decide dar un golpe de efecto y hacer la peregrinación a La Meca en son de paz. Los qurayshíes, para evitar el peligro que suponía la llegada de éste acompañado de sus fieles, se vieron obligados a elegir entre continuar la guerra o acordar una tregua. El éxito diplomático del llamado Pacto de Hudaybiya permitió que al año siguiente, los mequíes abandonaran La Meca durante tres días cuando Mahoma llegó con sus fieles. El éxito del Profeta fue absoluto, cada vez eran más las voces que clamaban un acuerdo permanente con Mahoma e incluso algunos clanes qurayshíes decidieron integrarse en las filas musulmanas.

En el 630, prácticamente todo el Hiyaz seguía ya a Mahoma. Era el momento definitivo, por lo que decide presentarse ante las puertas de La Meca acompañado de un ejército de 10.000 hombres. La ciudad se rindió y aceptó sus exigencias, permitiéndole la entrada. En Ramadán del año 8 (enero del 630), el Profeta hizo su entrada triunfal con gran fastuosidad en la ciudad de la que había tenido que huir pocos años antes. La Kaaba fue limpiada de todos los ídolos que en ella se guardaban quedando únicamente la Piedra Negra como objeto de culto. Las represalias fueron escasas, de hecho, los qurayshíes fueron perdonados a pesar de haber encarnado a sus enemigos e incluso pasaron a convertirse en piezas fundamentales del nuevo orden creado por Mahoma.

Los dos últimos años de su vida, Mahoma los dedica a expandir el Islam por toda la península. El momento era el apropiado: el Imperio Sasánida estaba en declive y las tribus del interior y del sur de Arabia no tardaron en enviar delegaciones al nuevo señor del Hiyaz y en realizar contribuciones y limosnas a Medina. Gracias a su actividad diplomática, Mahoma consiguió imponer su autoridad y la de su Dios en buena parte de Arabia. En 632, Mahoma, sintiéndose ya enfermo, se encaminará a La Meca por última vez, en la llamada “Peregrinación del adiós”. Allí realizó todos los ritos y toma una última serie de medidas de todo tipo, religiosas y prácticas. Finalmente, de vuelta a Medina, Mahoma cayó gravemente enfermo y murió el 8 de junio de 632.

Documental "Mahoma, el profeta del Islam"
subido por jdany2 a https://www.youtube.com