El modo de vida de la población europea sufrió su cambio más rápido y profundo bajo el impacto de la "Doble Revolución" (la "industrial" y la "política", iniciada en E.E.U.U. y Francia). Tras esta "Doble Revolución", Europa pasa de tener una sociedad anclada en características y valores casi medievales (Antiguo Régimen) a otra más moderna (Nuevo Régimen). Las consecuencias del proceso de industrialización supusieron cambios en todas las esferas de la vida de la población europea que se tradujeron en el germen de la vida moderna tal y como la conocemos hoy día.
Enlaces relacionados:
- El Antiguo Régimen.
- La revolución demográfica y agrícola.
- La Revolución Industrial.
- El pensamiento económico en la edad moderna - Parte 10. (La riqueza de las naciones)
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- El pensamiento económico en la edad moderna - Parte 10. (La riqueza de las naciones)
EL DESARROLLO DEL COMERCIO
La
creciente urbanización y la mejora de los transportes, consecuencias del proceso industrializador, trajeron consigo un crecimiento
del comercio interior. A esto se añadía la progresiva unificación de los sistemas
de medidas, tanto de peso y de superficie como de monedas y de aduanas. La
organización comercial mayorista también sufrió importantes cambios con respecto a épocas anteriores. Además de las
ferias, que eran los principales centros de venta al por mayor, algunos
fabricantes vendían sus productos a través de sus propios viajantes de
comercio, e incluso, tras el desarrollo del sistema postal, también se pudieron
hacer pedidos por medio de catálogos. Para el comercio de algunos productos
básicos (trigo, carbón) se constituyeron mercados especializados: para los nuevos
productos industriales se organizaron exposiciones internacionales, y el comercio
al por mayor se amplió y organizó eficazmente.
Locomotora de vapor británica, por Tony Hisgett (2010) Fuente: Wikimedia Commons / Flickr / CC BY 2.0 |
El
comercio al por menor continuaba con los mercados diarios y semanales, los
puestos callejeros y el vendedor ambulante. Pero, desde mediados del siglo XIX las
tiendas al por menor se fueron afirmando e hicieron su aparición los grandes
almacenes.
Pero el problema radicaba en los niveles de consumo tan desiguales en función de la situación social. La mayor parte de la población obrera y campesina dedicaba porcentajes altísimos de sus recursos a la alimentación, mientras el gasto en vestidos era muy modesto. El contraste era claro con el lujo ostentoso del mundo burgués, del nuevo rico. En cuanto a la vivienda, pocas variaciones se introdujeron en el mundo rural, mientras que en la ciudad crecían día a día las nuevas zonas industriales donde los empresarios construían sus fábricas y residencias.
Respecto
al comercio internacional, a lo largo del siglo XIX el volumen del comercio mundial
creció constantemente, y entre 1750 y 1914 se ha calculado que se multiplicó
por 50. Gran Bretaña iba a la cabeza, seguida de E.E.U.U. y Francia, y, en
términos generales, Europa tendía a importar materias primas, alimentos y
materiales industriales de otros continentes y exportaba mercancías
manufacturadas, capital y técnicos.
Este comercio se ajustó en la primera mitad del siglo XIX a una legislación y un régimen aduanero proteccionista, pero desde 1846 a 1852 Gran Bretaña adoptó totalmente el librecambismo y su ejemplo fue seguido por otros países, aunque a través de acuerdos bilaterales.
Esquema resumen de la Revolución Industrial |
El
proteccionismo es una doctrina económica que recomienda la protección de la
producción nacional frente a la competencia de los productos extranjeros, a
través de un conjunto de medidas como el establecimiento de aranceles o de
restricciones cuantitativas.
El
librecambismo es una doctrina económica que defiende el establecimiento de un
comercio libre de aranceles de restricciones cuantitativas y de cualquier
medida que obstaculice el movimiento internacional de bienes.
LA NUEVA ESCUELA ECONÓMICA: EL LIBERALISMO
Adam Smith es considerado el fundador del liberalismo económico con su obra "La
riqueza de las naciones". El propósito de Smith era descubrir el
procedimiento de enriquecer al Estado, llegando a la conclusión de que es
condición previa el enriquecimiento de los individuos. La obra de Smith se
centra en tres ideas fundamentales:
- El trabajo es la fuente de la riqueza.
- El trabajo se realiza en función del interés particular, por lo que el enriquecimiento de los particulares es el único camino para conseguir la “riqueza de las naciones”.
- Para desarrollar la riqueza, la iniciativa particular no debe ser frenada por actuaciones externas.
Adam Smith, por James Tassie (1787) Fuente Wikimedia Commons |
De
ahí, se fundamenta que el estado no debe intervenir en la economía (laissez
faire), que debe regirse por el libre juego de la oferta y la demanda. Smith es
el gran defensor de la libertad económica; para él, es inútil la intervención
del Estado, pues el orden se establece por sí mismo, por el juego de la oferta
y la demanda. Si un producto es solicitado sube el precio y se favorece su
elaboración, con lo que todo vendedor es retribuido según la importancia de los
servicios que presta. A partir de "La riqueza de las naciones" se habla
del progreso económico que, según Smith, se basa en la acumulación de riquezas.
El ahorro se convierte en la base del crecimiento: lo que se ahorra y, por
tanto, no se consume, se invierte, es decir, deja de utilizarse en uso
improductivo para emplearse en un trabajo productivo.
En
consecuencia, el sistema preconizado por Smith consagraba la defensa total de
la iniciativa privada y del enriquecimiento sin límites, que se convertían en
los pilares básicos de la sociedad burguesa capitalista y no tenía en cuenta
las consecuencias sociales de la industrialización.
Otro
pensador de la escuela inglesa fue David Ricardo, que reforzó las ideas de
libertad económica con su obra "Principios de economía política". Destaca
en él su doctrina del salario, recogida en su “Ley de bronce de los salarios”
donde trató el tema del proletariado. Según Ricardo, el salario del obrero debía
mantenerse siempre con un mínimo de subsistencia, es decir, que sólo alcanzara
lo suficiente para subsistir. La razón de ello estaba en que la subida de los
salarios nunca tendría efectos reales sobre el nivel de vida del obrero pues la
elevación de los salarios provocaría el aumento de la demanda y el inmediato
encarecimiento de los productos, según la ley de la oferta y la demanda. Por
esta razón el poder adquisitivo real del trabajador no iba a verse incrementado
a pesar de la subida de su sueldo. No tiene en cuenta, por tanto la capacidad
de ahorro de los trabajadores; es más, pronostica con el tiempo una tendencia
descendente de los salarios, debida al aumento del número de obreros y a la
competencia entre ellos.
En
la escuela clásica francesa destaca Jean-Baptiste Say, con su obra
"Tratado de economía política".
La
doctrina del liberalismo económico es la doctrina del "laissez faire, laissez
paser". En su base se esconde una glorificación de la libertad: el mercado
se regula por libre concurrencia, el trabajador elige libremente su trabajo, la
mano de obra se desplaza libremente, el contrato de trabajo es un acuerdo
libre entre patronos y obreros. El papel del Estado se reduce a defender la
libertad de una actividad económica independiente de cualquier regulación
política. Es la doctrina del “no intervencionismo del Estado en materia
económica”.
Esquema sobre la evolución del pensamiento económico imperante en el XVIII |
Las
leyes del mercado, basadas en el juego de la oferta y de la demanda, rigen el
mundo económico y equilibran la producción y el consumo de los distintos
productos. Toda barrera artificial, incluso entre las naciones, que dificulte
las leyes del mercado, debe ser abolida. Se postula el crecimiento del comercio
internacional y se considera factor imprescindible del desarrollo la
acumulación de capital.
La
ideología del liberalismo económico favoreció el proceso de industrialización,
la creación de mercados mundiales, la acumulación de capitales, el surgimiento
de empresas gigantescas, pero separó la ética de la economía y se despreocupó
de los problemas sociales de la industrialización.
LA NUEVA SOCIEDAD: LA CUESTIÓN SOCIAL
Las
dos consecuencias más importantes que la revolución industrial tuvo en el campo
social fueron:
- La sustitución de la sociedad estamental por la sociedad de clases, que eran grupos abiertos que fundamentaban su posición social en el dinero. El dinero es fuente de poder y la consecución de fortuna supone el ascenso de clase. Ninguna función es monopolio de ningún grupo y el hombre con capacidad puede acceder a cualquier cargo o responsabilidad. En el gobierno colaboran los hombres salidos de las universidades; los negocios son administrados por empresarios audaces e imaginativos; es la hora de las clases medias, que apelan no a su cuna sino a su fortuna o a su capacidad.
- Se diferencian claramente dos clases: la burguesía, poseedora del dinero y, por tanto, dueña de los nuevos establecimientos fabriles, y el proletariado, asalariado en las fábricas, que sólo tiene la fuerza de su trabajo, que no tiene reservas ni recursos, y que es una mano de obra no cualificada que viene directamente del campo en busca de trabajo y que debe conformarse con lo primero que encuentra.
Salida de La Madeleine, París, por Jean Béraud (finales s. XIX) Fuente: Wikimedia Commons |
La revolución industrial y la ideología capitalista que le sirve de base traen consigo una serie de problemas para los obreros industriales o proletariado. Esta clase, formada por los antiguos artesanos y los obreros agrícolas excedentes que se han visto desplazados de sus ocupaciones tradicionales a causa del desarrollo industrial, constituye una enorme masa de población que busca empleo en las nuevas industrias. El primer capitalismo se basa en la competitividad, en la libertad absoluta para el empresario en todos los aspectos, incluido el de contratación y la obtención de rápidos y máximos beneficios.
Por
ello, con el objetivo de reducir gastos y aumentar los beneficios, las fábricas
no tienen el mínimo de condiciones para el obrero, son insalubres y
antihigiénicas, no tienen ventilación y se encuentran, a veces, encharcadas. Están
regidas de forma despótica por el dueño o por capataces que infringen torturas
físicas o psíquicas cuando no se rinde lo previsto.
Al
obrero se le exigen de 14 a 18 horas diarias de trabajo, con breves espacios de
tiempo para comer. En algunas fábricas se crean cobertizos donde los
trabajadores se hacinan para dormir las pocas horas de descanso diario. El salario
de miseria apenas cubre las necesidades más vitales y es además oscilante, es
decir, puede subir, aunque lo normal es que descienda, debido a la cantidad de
parados existentes. El trabajo está muy reglamentado y se prohíbe, por ejemplo,
silbar, fumar e incluso hablar, multándose a los infractores. No existen
subsidios de enfermedad ni de paro.
Pero
el problema más temido, que hace que se soporten tan malas condiciones de
trabajo, es el paro. El régimen de libertad absoluta existente en las
relaciones patrón-obrero permite a aquél dejar en la calle al trabajador por
cualquier causa o, incluso, sin causa alguna. Y la situación de los parados es
insostenible, sin recibir ningún tipo de ingreso económico, viéndose condenado
al hambre si no se acogen a las comidas gratuitas que a veces dan algunas
entidades benéficas.
La salida del burgués, de Jean Béraud (1889) Fuente: Wikimedia Commons |
Por
otra parte, los empresarios acuden a la mano de obra femenina e infantil, a la
que sólo se le paga un tercio o un cuarto del salario del hombre, ya que las
familias se ven obligadas a emplear a todos sus miembros para cubrir sus
necesidades. Muchas veces los niños son abandonados o entregados a hospicios y
parroquias que, para poder cubrir sus gastos, los emplean en cualquier trabajo.
Y todo ello, con el beneplácito de los gobiernos. En estas circunstancias, las
posibilidades de educación o instrucción eran nulas.
La
llegada a la vivienda no era más placentera. Estas eran insanas, húmedas y mal
ventiladas, de dimensiones muy reducidas y con un mobiliario mínimo. El hambre,
la suciedad y las enfermedades planeaban sobre las familias, frecuentemente
numerosas, que se hacinaban en ellas. Las consecuencias de todo lo anterior
eran la abundancia de enfermedades, especialmente de las vías respiratorias, la
alta mortalidad y la baja esperanza de vida.
LOS INICIOS DEL MOVIMIENTO OBRERO: EL CARTISMO
Las
deficientes condiciones de vida y de trabajo provocan en los obreros reacciones
que son al principio individuales o de grupos reducidos y sin organización. Sin
embargo, poco a poco, con la toma de conciencia de su condición obrera y de la
necesidad de unión entre todos, desembocan en un verdadero movimiento obrero
que, a pesar de los obstáculos que encuentra, conseguirá avances y mejoras en
su situación.
Primeras manifestaciones del movimiento obrero |
En
un primer momento, la lucha se centra en un movimiento mecanoclasta, de
destrucción de máquinas, a las que se achaca la culpa del paro. Es el llamado
"ludismo", en honor de Ned Ludd. Se trata de la actuación de grupos
reducidos, que se inicia en Inglaterra y Francia y se extenderá después a otros
países. Los gobiernos reaccionaron con leyes que condenaban a los destructores
a penas que llegaron, a veces, a la de muerte. Paulatinamente, los obreros
comenzaron a distinguir entre la máquina y el uso que se hacía de ella y
dirigieron sus esfuerzos a conseguir su asociación o sindicación.
El país
pionero de los movimientos obreros es Inglaterra. En las Combination Laws
(Leyes sobre asociaciones) se identificaba a las tentativas de asociación
sindical con grupos políticos sediciosos y antigubernamentales. Y
efectivamente, algunas asociaciones obreras, estimuladas por el partido radical,
formulaban reclamaciones que lindaban con la esfera de la política. Pero otra
dirección, la más frecuentemente seguida por los obreros británicos, se
limitaba a peticiones estrictamente laborales. Así aparecieron en la clandestinidad
las Trade Unions.
La huelga, de Robert Koehler (1886) Fuente: Wikimedia Commons |
Otra
figura, Robert Owen, dueño de una fábrica en New-Lanark, donde había creado
alojamientos para obreros, con jardines, economatos, comedores y escuelas, da
renovado impulso al movimiento sindicalista. Doherty y Owen organizan la
campaña por la jornada de 8 horas. Aunque Owen era más partidario de
cooperativas pequeñas que de grandes sindicatos, consiguió integrar en la Great
Trade Union a 500.000 miembros en pocas semanas, pero el gobierno reaccionó alarmado
y declaró ilegal esta gran federación.
Robert Owen, por John Cranch (1845) Fuente: Wikimedia Commons |
Dentro
de este movimiento se destaca una tendencia moderada, la de Lovett y Owen, que
pone el acento en las cuestiones económicas, y otra más radical, la de O’Connor
y O’Brien, que se inclinaba por los mítines y huelgas de carácter violento.
Esquema de los principales cambios sociales |