martes, 16 de julio de 2013

El modelo político del Antiguo Régimen y la revolución americana

El cambio más rápido y profundo que ha experimentado el modo de vida de la humanidad es el que se inició en Europa bajo el impacto de lo que algunos historiadores han denominado la "Doble Revolución", es decir, la revolución industrial que comenzó en Inglaterra y la revolución "política" iniciada en EE.UU. y Francia. Tras esta "Doble Revolución", Europa pasa de tener una sociedad anclada en características y valores casi medievales (Antiguo Régimen) a otra más moderna (Nuevo Régimen).

Enlaces relacionados:
- El Antiguo Régimen.
La revolución demográfica y agrícola.

 EL MODELO POLÍTICO DEL ANTIGUO RÉGIMEN 

En la segunda mitad del siglo XVIII, la mayor parte de los estados europeos del Antiguo Régimen eran monarquías, y este era el sistema de gobierno de los estados más ricos y poderosos del mundo. En el mapa dominado por las monarquías, las repúblicas eran escasas, pequeñas y carecían de prestigio, aunque algunas de ellas jugaron un papel importante en la historia europea, como es el caso de Venecia o de las Provincias Unidas de los Países Bajos.


Mapa sobre los modelos políticos a mediados del siglo XVIII 

La tendencia general de las monarquías del Antiguo Régimen fue la de concentrar toda la autoridad política en la persona del monarca y reforzar los poderes del Estado, a expensas de todas las instituciones y cuerpos que se interponían entre el rey y sus súbditos, para lo cual habían de ser recortados los tradicionales poderes de la Iglesia y la nobleza, de los parlamentos, provincias y ciudades. Esta tendencia se apoyaba en la doctrina del absolutismo. Según la cual el rey era la única fuente de poder legítimo, ya que le venía directamente de Dios.


Esquema sobre el modelo político del Antiguo Régimen

El desarrollo del sistema fiscal, de la burocracia y del ejército reales permitie­ron, efectivamente, acrecentar a los reyes su poder aunque en el Antiguo Régimen nunca se llegara a un estado plenamente centralizado; ya que había multitud de pri­vilegios estamentales y locales consagrados por la tradición, frente a los cuales poco podían hacer los monarcas. Sin embargo, el absolutismo llegó a predominar en casi toda Europa, especialmente en el siglo XVIII, cuando se combinó con ciertas ideas reformistas defendidas por los escritores ilustrados y dio lugar a lo que se denominó como «despotismo ilustrado».


Esquema sobre las características básicas del despotismo ilustrado

Sin embargo, en el siglo XVIII, la filosofía de la Ilustración va a contribuir a socavar, desde el punto de vista intelectual, el Antiguo Régimen, aportando argumentos a los descontentos para implantar un nuevo sistema basado en el liberalismo democrático. La principal excepción al predominio del absolutismo se dio en Inglaterra, donde la revolución de 1688 convirtió al país en una monarquía parlamentaria. De ahí que los principales teóricos de este movimiento intelectual  (Voltaire, Locke, Montesquieu y Rousseau) partieran en sus escritos de la situación que se vivía en ese momento en Inglaterra, que había experimentado en el último siglo más cambios que el resto del continente. Por lo que constituía un impresionante laboratorio para averiguar las posibilidades de otros sistemas políticos.
Esquema sobre las características básicas de la Ilustración

Voltaire visitó en plena juventud Inglaterra y lo que allí vio lo expuso en sus Cartas filosóficas”, que fueron publicadas en 1734 e inmediatamente quemadas por el Parlamento de París. En realidad, lo que Voltaire vio en Inglaterra y describió en su libro fueron la tolerancia religiosa y la libertad política, comercial e in­telectual; que según él no se daban en Francia. Atento observador, Voltaire captó también la importancia decisiva del desarrollo comercial y su interrelación con la libertad política y con una estructura social en la que los prejuicios aris­tocráticos pesaban menos que en la Europa continental. Los ataques de Voltaire contra el Antiguo Régimen son muy destructivos, empleando un lenguaje mordaz e irónico contra la Iglesia y el absolutismo.

John Locke, en su “Tratado sobre el gobierno civil”, afirma que el gobierno debe basarse en un contrato entre soberano y súbditos y en la separación de poderes (legislativo y ejecutivo). El punto de partida del análisis de Locke es el «esta­do de naturaleza», es decir, la situación en que se encontrarían los hombres si no hubiera leyes y cada uno tuviera que defenderse a sí mismo, por contraposición a la «sociedad civil», en la que existe el poder arbitral de las leyes. Su con­clusión es que sin división de poderes no hay realmente sociedad civil.


Françoise Marie Arouet (Voltaire), por Nicolás de Largillière (1725 aprox.) 
Fuente: Wikimedia Commons
La obra cumbre de Montesquieu es El espíritu de las leyes”. Inspirándose también en el ejemplo de Inglaterra, Montesquieu afirmó que la separación de poderes es el requisito básico de la Libertad política: el poder legislativo deberá estar en manos del Parlamento; el poder ejecutivo en el rey y los ministros; y, por último, el poder judi­cial en los tribunales legalmente constituidos. Este proyecto de estructura política es un ataque directo a la concentración de poderes en manos de la monarquía ab­solutista.


Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu (1728) 
Fuente: Wikimedia Commons
Por último, Jean-Jacques Rousseau fue uno de los escritores más leídos de su época. En su obra política más importante, “El contrato social”, Rousseau planteó el problema de la formación de la sociedad civil a partir del «estado de naturaleza», llegando a la conclusión de que el individuo tenía que ceder a la colectividad sus derechos naturales. Según Rousseau, el Estado debe basarse en el «Pacto social», que es un contrato entre gobernantes y gobernados, por el que el pueblo libremen­te se constituye en soberano y expresa su voluntad mediante la ley. Con ello, nie­ga rotundamente que el poder real provenga de derecho divino alguno. Rousseau también considera nece­saria la división de poderes, dando supremacía al poder legislativo, porque lo ejercen todos los ciudadanos. Defiende, por tanto, una democracia directa, y sólo en los grandes estados admite la representación del pueblo por diputados.


Esquema sobre las principales tendencias en las reformas ilustradas
Todas estas ideas fueron divulgadas y encontraron aceptación en las sociedades de pensamiento, logias masónicas, clubes de distinta índole, etc., que se convirtieron en focos de crí­tica al Antiguo Régimen.

 EL PRIMER ANTECEDENTE: LA REVOLUCIÓN AMERICANA DE 1776 

El comportamiento de los americanos en la Guerra de los Siete Años entre Inglaterra y Francia dejó mucho que desear. Durante la guerra, fueron el ejército y la escuadra ingleses los que expulsaron de América a los franceses. Posteriormente, los hombres de las colonias tuvieron que vérselas con los indios del interior y una vez más los coloniales se mostraron incapaces de resolver un problema vital para su futuro, la paz tuvo que ser conseguida por los británicos.

El gobierno británico trató de conseguir que los coloniales contribuyesen con una cuota mayor a los gastos del Imperio. Hasta entonces, los americanos habían disfrutado de un cierto grado de exención de impuestos y fue contra esto contra lo que empezó a actuar el Parlamento inglés. Así, intentó extender a las colonias un im­puesto sobre todos los usos del papel, pero este impuesto, el llamado Acta del Timbre (Stamp Act), provocó una gran resistencia en las colonias. Los americanos sostenían que el Parlamento británico no tenía autoridad para imponerles cargas, porque no estaban representados en él.

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Washington en Valley Forge (1778)
Fuente: Flickr / Jim Surkamp / CC BY-NC 2.0
Tras un período de tranquilidad, en 1773 se rompe la calma. La Compañía inglesa de las Indias tenía dificultades. Contaba con un gran excedente de té chino y quería nuevos privilegios: en 1773 el Parlamento concedía a la Compañía el derecho exclusivo a vender el té mediante sus propios agentes a los comerciantes locales americanos. De este modo, el consumidor colonial podría pagar menos por él, pero el comerciante intermediario americano quedaría excluido y marginado. El té de la Compañía fue boicoteado en todos los puertos americanos, e incluso en Boston, para impedir su desembarque por la fuerza, se arrojaron las cajas al mar (es el llamado Motín del Te). A este acto de vandalismo respondió Inglaterra con el cierre del puerto de Boston, amenazando así a la ciudad con la ruina económica.


Recreación del Motín del Te, copia de litografía de Sarony & Major (1846)
Fuente: Wikimedia Commons
Por tanto, no era ya sólo una cuestión de impuestos. Eran los inconvenientes de pertenecer a un sistema económico global dirigido desde el otro lado del océano. La política británica había provocado un antagonismo en las colonias. Estaba en cuestión la libertad de los americanos para determinar su propia vida política y paulatinamente se estaba gestando la idea de independencia.

Delegados de las 13 colonias se reunieron en un congreso en Filadelfia donde se acordó un boicot a los artículos británicos. En 1775 comenzó la lucha. El Segundo Congreso Continental, reunido unas semanas después, procedía a crear un ejército americano. En este congreso, los radicales convencieron a los moderados de que había que romper con Inglaterra. El 4 de julio de 1776 el Congreso adoptaba la Declaración de Independencia.


Presentación de la Declaración de Independencia ante el Congreso, por John Trumbull (1819)
Fuente: Wikimedia Commons
Comenzaba una guerra en la que los americanos, con la ayuda francesa y española vencían a los ingleses, quienes en el Tratado de Versalles se veían obligados a reconocer la independencia del nuevo país.

La Declaración de Independencia afirmaba que todos los hombres son creados iguales pues son dotados por Dios de ciertos derechos inalienables, como son la vida­, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

En los nuevos estados la igualdad democrática hizo muchos progresos, pero sólo se aplicó realmente a los varones blancos. La población negra se veía sometida a la esclavitud en el sur, y aunque en los estados del norte eran libres, estaban privados de voto, de la instrucción adecuada y de las mismas oportunidades que los blancos.

Para la mayoría blanca, en cambio, la Revolución tuvo un efecto democratizador. En algunos estados, el derecho al voto se amplió. Se adoptó el principio, todavía desconocido en Europa, de que cada miembro de una asamblea legislativa representase aproximadamente al mismo número de ciudadanos. El mayorazgo y la vinculación desa­parecieron; los diezmos se acabaron y las iglesias perdieron sus privilegios. Pero el significado más importante de la Revolución fue el político, y más concre­tamente, el constitucional. Los americanos, influidos por las ideas de Montesquieu y Locke, lle­garon a creer que el gobierno debía poseer unos poderes limitados y actuar únicam­ente dentro de los términos de un documento constitucional escrito.

Los 13 nuevos estados tuvieron, desde el principio, constituciones escritas y en todas ellas se defendían los mismos principios. Todas seguían la idea de que había que proteger los derechos inalienables del individuo, que los gobiernos se insti­tuían entre los hombres, y que en caso de que cualquier gobierno amenazase con la destrucción de ese objetivo, el pueblo tenía derecho a instituir otro gobierno. Todas las constituciones se proponían limitar al gobierno mediante una separación de poderes. Todas tenían un apéndice de derechos fundamentales, que establecía los derechos de los ciudadanos y las cosas que ningún gobierno podía hacer con justi­cia.

La Revolución Norteamericana,
subida por Miorelis Cordero a https://www.youtube.com

Posteriormente, la Constitución federal de 1787, y su ampliación en 1789, creó la Unión americana y se convirtió en la base de la nueva nación.