El cambio más rápido y profundo que ha experimentado el modo de vida de la humanidad es el que se inició en Europa bajo el impacto de lo que algunos historiadores han denominado la "Doble Revolución", es decir, la revolución industrial que comenzó en Inglaterra y la revolución "política" iniciada en E.E.U.U. y Francia. Tras esta "Doble Revolución", Europa pasa de tener una sociedad anclada en características y valores casi medievales (Antiguo Régimen) a otra más moderna (Nuevo Régimen) que constituye el germen de la sociedad actual.
Enlaces relacionados:
- El Antiguo Régimen.
- El modelo político del Antiguo Régimen y la revolución americana.
- La radicalización y la llegada de Bonaparte.
Los problemas que se planteaban a la Asamblea
eran múltiples:
- El Antiguo Régimen.
- El modelo político del Antiguo Régimen y la revolución americana.
- La radicalización y la llegada de Bonaparte.
LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN FRANCIA
En Francia existía una estructura social y
económica con las características propias del Antiguo Régimen. Este sistema entra en crisis debido a
un conjunto de factores que podemos resumir en:
Por otra parte, la sociedad estamental se estaba quedando desfasada. Desde principios del siglo XVIII, la burguesía había ido aumentando en número y riqueza y respondía a las nuevas necesidades de la población, que empezaban a ser otras distintas a las del Antiguo Régimen. La aristocracia, que estaba destinada, a cumplir un papel fundamental en el Antiguo Régimen (la defensa de la sociedad), ya no tenía ya razón de ser, y sus privilegios irritaban por igual a campesinos y burgueses. El tercer estado, que tenía el poder económico; reclama también el poder político.
- Factores
sociales: En Francia, como en todos los países de la Europa occidental, se
produce un aumento demográfico (se pasa de 18 millones de personas en 1715 a 26
en 1789), que se traduce en una presión sobre la economía. Aumentan las necesidades
de alimentos y puestos de
trabajo, situación
que la agricultura no puede resolver por
ser de subsistencia y por padecer una serie de malas
cosechas. Todo ello se traduce en descontento, principalmente de los
campesinos, hacia el sistema social que les reduce a esa situación de hambre.
Por otra parte, la sociedad estamental se estaba quedando desfasada. Desde principios del siglo XVIII, la burguesía había ido aumentando en número y riqueza y respondía a las nuevas necesidades de la población, que empezaban a ser otras distintas a las del Antiguo Régimen. La aristocracia, que estaba destinada, a cumplir un papel fundamental en el Antiguo Régimen (la defensa de la sociedad), ya no tenía ya razón de ser, y sus privilegios irritaban por igual a campesinos y burgueses. El tercer estado, que tenía el poder económico; reclama también el poder político.
Representación de la sociedad francesa antes de la Revolución |
- Factores económicos: La fase de prosperidad del siglo XVIII se quiebra hacia 1780 con una serie de
malas cosechas
de cereales que hace subir los precios del trigo y, consecuentemente, el coste general de la vida,
que experimenta un alza del 60% entre 1755 y 1789. Esto se completa con una superproducción de vino,
cuyo precio baja, con lo cual se agrava la situación
para los viñadores. Esta crisis
alcanza también a la industria
al ver restringido su mercado:
en 1789 el comercio se había reducido en un 50%. Si a esto se añade que la población había aumentado, tenemos la siguiente realidad: menos productos, más caros y para gente con menos poder adquisitivo. Este desequilibrio
engendrará hambre y arrastrará a la revolución.
Las
factores financieros se refieren más bien al Estado: gasta un 20% más de lo que ingresa, debido a dos motivos
principalmente: las guerras y
las lujosas fiestas reales
de Versalles. El
déficit hay que cubrirlo con más impuestos pero al pueblo no puede hacer frente a ello porque
ha disminuido su poder
adquisitivo. Cuando se intente hacer pagar a la nobleza y al clero, se darán los
primeros pasos hacia la revolución.
Galería de los espejos del Palacio de Versalles, por Lionel Allorge (2011) Fuente: Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0 |
- Factores
políticos: La monarquía absoluta es
anacrónica, incapaz de adaptarse a las nuevas circunstancias. Cuando intenta reformas para solucionar el problema financiero, la aristocracia y el
clero se le oponen porque ello supondría abolir sus privilegios. Las
instituciones, inmovilistas y diseñadas para perpetuar en el poder a una
minoría, se muestran incapaces de adaptarse a la nueva realidad social y
económica de base burguesa.
En definitiva, la sociedad francesa de finales del
siglo XVIII es una sociedad
en ebullición.
Desean un cambio
la mayoría de los campesinos, las masas urbanas, la burguesía, todos los sectores
que constituyen el Tercer Estado y que sustentan a la sociedad. Algunos nobles
con problemas económicos y el bajo clero, conscientes de la situación y de la
necesidad de cambio, se inclinan también por reformas en la sociedad y la política francesas. Por el contrario, el resto de la
nobleza y el alto clero, grandes beneficiarios de este sistema, se oponen a
cualquier reforma y a la pérdida de sus privilegios.
Características principales del absolutismo francés |
LA REVUELTA DE LOS PRIVILEGIADOS Y LOS ESTADOS GENERALES
La crisis
financiera que venía padeciendo Francia se agrava a causa de los gastos
de ayuda a la guerra de Independencia
de EE.UU. y del tratado de comercio con Inglaterra, que permite la entrada de
productos industriales mejores y más baratos que los franceses. Lo que parecía
claro ya en la época es que el déficit de la Hacienda no se podía saldar con el mismo
sistema de impuestos que venía implantado desde épocas anteriores y que sólo
pagaba el Tercer Estado, pues en esta crisis un gran número de campesinos ya pasaba hambre y gran parte de los
obreros ya estaba en paro.
Los sucesivos
ministros de Hacienda como Turgot,
Necker, Calonne o Brienne están de acuerdo en que la solución está en reformar el sistema retributivo e imponer un nuevo impuesto, la «subvención territorial», proporcional
a la renta y obligatorio para todos,
incluso para los privilegiados. La Asamblea de
Notables (nobleza y clero), convocada para darle respaldo
legal, y el Parlamento de
París rechazan el nuevo impuesto, que suponía la abolición de
sus privilegios, y declaran que sólo los auténticos representantes de la nación
tienen poder para
hacerlo. De este modo, se obliga al rey a
convocar los Estados
Generales: es la revuelta
de los privilegiados.
Estos, pensando en el voto por estamento
(nobleza y clero dos votos, frente a tercer estado un voto), esperaban dominar
los Estados Generales y, en
consecuencia, reforzar sus privilegios
y ampliar su participación en la política.
Inauguración de los Estados Generales, por August Couder (1839) Fuente: Wikimedia Commons |
Durante
la elección de representantes para los Estados
Generales, cada estamento redacta
unos "cuadernos de quejas” en los que reflejan sus
peticiones:
- Los privilegiados pedían la monarquía constitucional, la reunión periódica de los Estados Generales y la defensa de sus privilegios.
- La burguesía solicitaba la igualdad de derechos, el voto por cabeza y no por estamentos, la limitación del poder real, la monarquía constitucional y la supresión de los privilegios.
- Los campesinos hacían reivindicaciones más concretas como supresión de los derechos señoriales, menos impuestos, etc.
Todo el mes de mayo de 1789 se pasó en
deliberaciones sobre cómo hacer la verificación de poderes, si en común o por
separado cada estamento, y en cómo realizar la votación, si por persona o por
estamento. Hasta que el 10 de junio el
Tercer Estado decide hacer él sólo la verificación de
poderes y el 17 de junio se proclama en Asamblea
Nacional, es decir, representante
único del
pueblo. Al
impedírseles la reunión en la sala de sesiones, los
representantes del Tercer Estado se van a una
sala contigua destinada al juego de la pelota y allí juran no separarse hasta
dar a Francia una constitución, a
la vez que amenazan al rey con no pagar los impuestos.
El juramento del juego de pelota, de Jacques-Louis David (1791) Fuente: Wikimedia Commons / RMN Agence Bullot |
Se consuma
así el primer acto revolucionario de una asamblea burguesa. Se puede decir que la
transformación de los Estados Generales en una Asamblea Nacional representa una
verdadera revolución y la consagración de la monarquía constitucional frente a
la de derecho divino.
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE Y LEGISLATIVA (1789-1792)
En las sesiones
siguientes de la Asamblea Nacional
se fueron
sumando a ella algunos
miembros del
clero y, finalmente, representantes de los dos grupos, nobleza y clero, decidieron aceptar la asamblea
conjunta para elaborar una constitución. Comenzaba así la Asamblea Constituyente.
A este, primer paso revolucionario se sumó la
insurrección popular en París, provocada
por la concentración de tropas. El día 12 de julio la muchedumbre
destruyó los puestos de aduanas y el día 14 tomó el depósito de armas de los Inválidos y
asaltó la cárcel real: la
Bastilla.
Al mismo tiempo, se produjo la revuelta de las provincias,
generalizándose la revolución en las ciudades, mientras que en el campo estallaba una explosión
antiseñorial protagonizada por los campesinos ante el miedo a que bandidos contratados por los señores
llagaran a agravar su
situación quemando las cosechas.
Esto les llevó al asalto y saqueo de los castillos y casas de los señores.
Toma de la Bastilla, por Charles Thévenin (1793) Fuente: Wikimedia Commons |
La combinación del hambre, la violencia y el
miedo impulsaron los decretos de la Asamblea
Constituyente. En
ésta se podían
distinguir varios grupos:
-
Los constitucionales,
grupo en el que se integraba un
sector de la aristocracia,
dirigidos por Lafayette, Mirabeau
y Sieyes; que eran partidarios de una
monarquía moderada por una constitución.
-
Los girondinos, republicanos moderados defensores de la ley y de la
propiedad, que representaban a la alta burguesía y
tenían en Brissot su figura más
destacada.
-
Los
jacobinos, representantes de la burguesía media y de un sector de las
clases populares,
dispuestos a limitar la propiedad privada y la libertad individual y a dirigir la revolución desde Paris, con
Robespierre a la cabeza, Dantón y Desmoulins, más moderados, y Marat, más
radical pero fuera de la Asamblea, en la calle.
El 4 de
agosto, la Asamblea procedió
a la abolición de
los derechos
feudales y el
26 de agosto aprobaba: la Declaración
de Derechos del Hombre y del
Ciudadano. La labor de la Asamblea Constituyente quedó concluida con la aprobación de la Constitución de 1791 en
la que se estableció:
- El reconocimiento de la monarquía como la forma del Estado.
- La división de poderes, dando prioridad al poder legislativo.
- La soberanía nacional. Poseían derechos políticos los ciudadanos mayores de 21 años que poseían una determinada renta. Debajo quedaban sin derechos políticos una gran masa de obreros, campesinos, artesanos, etc.
- La constitución civil del clero. El clero pasaba a ser un funcionario público y, por tanto, obligado a jurar fidelidad a la nación, a la ley y al rey, y a mantener la constitución. Esto provocará la división del clero francés.
- La descentralización de la administración con la creación de 83 departamentos.
- La reforma fiscal, que establecía la igualdad ante el impuesto, convertido en una contribución anual y proporcional a los recursos.
- La libertad económica, con la supresión de corporaciones y monopolios, la libertad de trabajo, comercio y actividades financieras y bancarias.
Representación de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, de Jean-Jacques-Le Barber (1789 aprox.) Fuente: Wikimedia Commons |
- La protesta popular, ya que el pueblo quedaba excluido de los derechos políticos.
- El problema de la agotada Hacienda, que obliga a la desamortización de los bienes del clero.
- La reacción de los católicos, que no aceptaban la nueva política religiosa.
- La oposición de la nobleza, que en gran número optó por la huida.
- La postura de Luis XVI, aparentemente doblegado a la revolución pero que el 20 de junio de 1791 huyó, fue detenido en Varennes y hecho prisionero.
Hasta ese momento, los gobiernos europeos,
aunque alarmados, se mostraban reacios a intervenir en las cuestiones
francesas, pero la nueva situación y las peticiones de ayuda del rey llevaron a
un cambio de actitud. Así se produjo la «Declaración de Pillnitz» por parte de
Leopoldo II de Austria y Federico Guillermo II de Prusia, que denunciaban la
situación interna de Francia invitando a los monarcas europeos a obrar
urgentemente.
Esquema general de la época |
La nueva Asamblea Legislativa, elegida tras
la proclamación de la Constitución, conservaba aún una mayoría moderada burguesa y deseaba completar la labor iniciada
por su predecesora, pero
el conjunto de problemas acumulados dificultaron la consolidación de sus
reformas.
La crisis económica la obligó a vender los bienes de los emigrados y al
requisamiento del grano; la oposición clerical la obligó a la deportación del clero refractario, que se había
negado a aceptar la constitución civil del clero; y la actitud europea, a declarar la guerra. El conflicto difundió el miedo entre los campesinos, pues una derrota podría significar la
pérdida de sus tierras ante un retorno de los emigrados, y entre las clases
populares urbanas, ya que el alza de los precios aún se había hecho mayor.
Un imprudente manifiesto del duque de Brunswick, general en
jefe de los ejércitos prusianos
y austriacos, amenazando con destruir París si se ejercía
violencia sobre Luis XVI, provocó una radicalización inmediata.