La oleada liberal vivida por la Europa de la primera mitad del XIX transforma el modo de vida y la mentalidad de sus moradores. Éstos se ven obligados a pensar en su futuro como grupo, estado o nación, algo inédito hasta ese momento. Muchos de ellos no están de acuerdo con la reordenación del mapa europeo creado por el Congreso de Viena. De esta forma, la causa de las nacionalidades va tomando forma hasta desembocar en los procesos que darán lugar a un mundo más próximo al que conocemos.
Enlaces relacionados:
- La Restauración europea y el Congreso de Viena.
- Los ciclos revolucionarios del XIX: el liberalismo y la revolución de 1820.
- La unificación alemana y los Balcanes y la Cuestión de Oriente.
Las naciones que ya estaban formadas utilizan el nacionalismo para reafirmarse ante las demás, como fueron los casos de Francia y Gran Bretaña. Los pueblos que no tenían nación se sirvieron del nacionalismo para intentar lograrla. Dos tipos de acciones surgieron de este deseo: uno de carácter unificador (caso alemán e italiano), y otro de carácter disgregador por el cual un grupo humano pretende independizarse de un Estado-nación para formar otra nación diferente. Así, Irlanda intentó separarse durante todo el siglo XIX de Inglaterra sin lograrlo; Bélgica y Grecia, en cambio, lograron ser nación separándose de Holanda (1830) y el Imperio Turco (1820), respectivamente.
Al lado de las ideas, están los intereses económicos que también juegan un importante papel. Los comerciantes y fabricantes del Norte son conscientes de la necesidad de la unidad, ya que sin ella no puede articularse un mercado de dimensiones nacionales, ni constituirse una infraestructura viaria racional, útil para la economía y moderna. La economía no puede desarrollarse adecuadamente si continúa la división política.
El
48 se cierra con un fracaso para las aspiraciones de los nacionalistas. Cavour, consciente de la necesidad de
apoyo de una potencia extranjera, determina la intervención del Piamonte en la guerra de Crimea buscando un respaldo internacional a su política.
- La Restauración europea y el Congreso de Viena.
- Los ciclos revolucionarios del XIX: el liberalismo y la revolución de 1820.
- La unificación alemana y los Balcanes y la Cuestión de Oriente.
LOS NACIONALISMOS
Los años que giran alrededor de 1830 fueron
vitales para el avance de una causa que no
había prosperado en la Europa de 1815: la causa de las nacionalidades.
Prácticamente la
totalidad de los estados reunidos en el Congreso de Viena la había rechazado
por aparecer unida en la Revolución Francesa al concepto de libertad y porque
podía romper la unión que se deseaba alcanzar.
El concepto de nacionalismo se puede definir
como el movimiento de individuos
que toman conciencia de constituir una comunidad nacional en razón de los
vínculos históricos, étnicos, lingüísticos, culturales, económicos,
etc. que les unen.
Giusseppe Garibaldi (1866) Fuente: Wikimedia Commons |
En el siglo XIX, el movimiento de las nacionalidades
fue, en parte, obra de intelectuales.
El surgimiento de estos sentimientos tuvo una base gracias a los escritores que contribuyen al
renacimiento del sentimiento nacional, a los lingüistas que reconstituyen las
lenguas nacionales, a los historiadores que tratan de hallar el pasado olvidado
de la nacionalidad, etc. Cuando el movimiento alcanza también a los
sentimientos se convierte en una fuerza irresistible. Finalmente, hace intervenir
una serie de intereses, que actúan cuando el desarrollo de la economía exige la
superación de particularismos, la realización de la unidad. Por tanto, en el
origen del movimiento de las nacionalidades confluyen reflexión, sentimientos e
intereses. Comparado con el liberalismo, la democracia y el socialismo que
aparecen sucesivamente, el nacionalismo es contemporáneo de los tres a la vez,
cubriendo un período mucho más largo en el tiempo.
Esquema sobre las oleadas revolucionarias liberales y nacionalistas del XIX |
Otra característica del movimiento nacional es su universalidad. Casi todos los países experimentaron
crisis relacionadas con el hecho nacional: Gran Bretaña con la cuestión de Irlanda; Francia con la
pérdida de Alsacia y Lorena; España con el
regionalismo vasco y
el particularismo catalán; Italia;
Alemania; los Balcanes; el
Imperio Austro-Húngaro;
el Imperio Otomano; el Imperio Ruso... En el siglo XIX, el hecho
nacional, junto al hecho revolucionario, es el factor decisivo de cambio.
La Revolución Francesa influyó en el
nacionalismo de tres maneras:
- Por la influencia de sus ideas: la Revolución defiende el derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos. Además, parte del principio de que el hecho de que una serie de pueblos hayan sido llevados a vivir juntos por voluntad de un soberano, no significa que deban seguir indefinidamente unidos.
- El ejemplo que supuso la nación francesa, resistiendo a las potencias europeas y mostrando lo que puede el patriotismo.
- Por las reacciones que provoca la misma Revolución. En la Europa dominada por las tropas napoleónicas, sometida a la administración francesa y ocupada militarmente, despierta poco a poco el sentimiento nacional, la aspiración a la independencia, el deseo de echar a los invasores.
Esquema sobre las ideologías liberal y nacionalista del XIX |
Las naciones que ya estaban formadas utilizan el nacionalismo para reafirmarse ante las demás, como fueron los casos de Francia y Gran Bretaña. Los pueblos que no tenían nación se sirvieron del nacionalismo para intentar lograrla. Dos tipos de acciones surgieron de este deseo: uno de carácter unificador (caso alemán e italiano), y otro de carácter disgregador por el cual un grupo humano pretende independizarse de un Estado-nación para formar otra nación diferente. Así, Irlanda intentó separarse durante todo el siglo XIX de Inglaterra sin lograrlo; Bélgica y Grecia, en cambio, lograron ser nación separándose de Holanda (1830) y el Imperio Turco (1820), respectivamente.
En la
Europa oriental, los grandes
imperios multinacionales (Rusia, Austria,
Turquía) se vieron
sacudidos por movimientos
nacionalistas de
diversa intensidad. En Rusia y Turquía los movimientos se dieron en su periferia geográfica, afectando a
los Balcanes en el caso turco y a los territorios occidentales, desde
Finlandia a Ucrania, en el caso ruso. En cambio, en Austria, los movimientos
nacionalistas se produjeran en el centro,
como fue el movimiento húngaro, lo que amenazó al
mismo imperio con la desintegración.
Esquema sobre modelos de nacionalismo |
Por distintos procedimientos, estos imperios lograron
sobrevivir: los rusos aplastaron las distintas
sublevaciones de polacos, finlandeses y
bálticos; los austríacos incorporaron a los húngaros en
condiciones de igualdad; y los turcos tuvieron que hacer importantes concesiones al nacionalismo balcánico.
No
obstante, la llama del nacionalismo seguiría viva, siendo una de las causas
fundamentales de los conflictos que se producirían en Europa a lo largo de los
siglos XIX y XX.
LA UNIFICACIÓN ITALIANA
El
Congreso de Viena había dejado a Italia dividida en
siete Estados: en el Norte, el Reino de Piamonte
y el Reino Lombardo-Véneto, este último bajo dominio austríaco; en el
centro, los ducados de Parma, Módena, Lucca y
Toscana estaban regidos por príncipes austríacos; en el Sur, el Reino de las Dos Sicilias, en
cuyo trono estaban los Borbones. Los Estados Pontificios, en el centro de la península, separaban y dividían
económica, geográfica y políticamente la Italia del Norte de la del Sur (más
pobre, menos poblada y desarrollada).
Mapa sobre la unificación de Italia, por Gigillo83 (Italia_1843-fr.svg: *Italia_1843.svg) Fuente: Wikimedia Commons /Trabajo derivado: Pline (talk) y Rowanwindwhistler/ CC BY-SA 3.0 |
El obstáculo más importante para la
unificación de este mosaico era la
presencia austríaca, directa en el Norte y con una cuña de influencia en toda
la península, por medio de
la administración de los ducados.
Un segundo obstáculo lo constituía la presencia de los Estados Pontificios,
donde el papa Pío IX condenaba el nacionalismo y el liberalismo.
El motor de
la unificación lo constituirá el
reino del
Piamonte, engrandecido territorialmente desde 1815. Además, poseía la única dinastía de
estirpe italiana, los Saboya; un
ejército no muy organizado, pero con posibilidades de
modernización; una infraestructura de transportes y una Constitución liberal.
En el surgimiento de la conciencia
nacionalista italiana confluyen un movimiento intelectual, unas necesidades
económicas y la actividad política de algunas figuras relevantes:
Desde
el punto de vista intelectual, los escritores románticos italianos ensalzan la
idea de una patria italiana. En los versos de Leopardi o en las novelas de
Manzoni se recoge líricamente este sueño unitario. Los patriotas italianos dudaban entre 3
programas:
- Una República italiana unificada, que es la idea defendida por Mazzini y Garibaldi.
- Una Confederación de reinos bajo la presidencia honorífica del Papa, una tesis defendida por Gioberti.
- La unidad en torno a la Casa de Saboya (Piamonte), que es el programa defendido por Cesare Ralbo y por D’Azeglio. Es el Risorgimento que defiende Cavour en su aspecto político. Será ésta última la formula que se lleve a cabo.
Guisseppe Mazzini, por Domenico Lama Fuente: Wikimedia Commons |
Al lado de las ideas, están los intereses económicos que también juegan un importante papel. Los comerciantes y fabricantes del Norte son conscientes de la necesidad de la unidad, ya que sin ella no puede articularse un mercado de dimensiones nacionales, ni constituirse una infraestructura viaria racional, útil para la economía y moderna. La economía no puede desarrollarse adecuadamente si continúa la división política.
Por
último, destaca la actividad
de algunos políticos importantes: el rey de Piamonte Víctor Manuel, su primer
ministro Camilo Benzo, conde de Cavour, y Garibaldi, serán los verdaderos artífices de la unidad.
En cuanto a cómo se produce este proceso de
unificación, podemos distinguir en él distintas fases:
1. La
guerra de 1848: en 1848, el
levantamiento de los milaneses contra los austriacos
permite la intervención del ejército piamontés en ayuda, de sus compatriotas. En
breves semanas se produce la unión del Piamonte, Lombardía y Venecia. Pero el ejército piamontés no está bien preparado y es destrozado
en Custozza y Novara.
Mientras,
se ha producido una revolución
en Roma que obliga a huir al papa Pío IX, y Mazzini proclama la república. Pero tropas francesas ocupan la capital y en
1850 puede regresar pontífice, quien inicia
una política conservadora.
Camilo Benso, conde de Cavour, de Francesco Hayez (1864) Fuente: Wikimedia Commons / The Yorck Project / GNU FDL |
2. La guerra de Lombardía:
en la entrevista secreta de Plombières, entre Napoleón III y Cavour se acuerda
el apoyo francés a la unificación de Italia. Tras una serie de provocaciones, en 1859 estalla la guerra. En Magenta y Solferino son
vencidas las tropas
austriacas, que pierden
Lombardía. Pero antes
de ser ocupado el Véneto, Napoleón III firma el armisticio de Villafranca con Austria, sin
conocimiento de los italianos. Víctor Manuel, sabedor de que no podía continuar la guerra él sólo, se vio obligado a aceptar el acuerdo. Tras la firma de la paz, Piamonte recibe Lombardía,
pero no Venecia y los soberanos de la
Italia central son repuestos. La unidad parecía
aplazarse de nuevo.
3.
Las incorporaciones de 1860: la
reposición de los soberanos de Italia central no se va a llevar a cabo. Cavour promueve en la Romaña y la parte norte
de los Estados Pontificios, movimientos
populares que solicitan la incorporación al nuevo reino del
Piamonte-Lombardía. Varios plebiscitos en los ducados de Parma, Módena y
Toscana supondrán la eliminación de la influencia austríaca en la península y
el aumento territorial del
nuevo reino. Para salvar la oposición francesa, Cavour entrega a Francia Niza y Saboya.
Por
su parte, Garibaldi es el protagonista
de la unificación del Sur. Con su ejército, los "Mil Camisas
Rojas", sale de Génova, desembarca
en Sicilia, ocupa
Palermo y, más tarde, Nápoles, de donde expulsa a los Borbones.
En
1861, se convoca en
Turín un parlamento de toda Italia. Sin embargo, todavía faltaba para la Italia
unida expulsar a los austríacos de Venecia y completar la incorporación de los Estados Pontificios
con Roma.
4. Las
últimas anexiones: cuando en
1866 estalla la guerra entre
Prusia y Austria, los italianos aprovechan para abrir un
frente en el sur. El ejército italiano es derrotado por los austríacos en Custozza
y Lissa pero el triunfo prusiano provoca la entrega de Venecia al reino de
Italia.
De
esta forma, sólo Roma, donde había una guarnición francesa para apoyar al papa,
no estaba integrada en el reino de Italia. Al estallar la guerra entre Francia
y Prusia, en 1870, las puertas de Roma se abren para los italianos.
La unificación de Italia,
subido por Leiner Cardenas Fernandez a https://www.youtube.com
La
unificación provoca inmediatos efectos positivos: unidad del sistema
arancelario, del código penal, de la moneda. Pero también tiene una vertiente
negativa. El sur está más atrasado y la política se dirige desde el norte. Al
ponerse en contacto dos zonas de diferente grado de desarrollo, la más atrasada
se deprime más todavía y se convierte en simple proveedora de mano de obra; es
el eterno problema del sur italiano. La unificación política no supo unificar
económicamente a las dos Italias.
Esquema sobre las unificaciones de Italia y Alemania |