En el último cuarto del siglo XIX, desde el fin de la guerra Franco-Prusiana y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, la política en la Europa capitalista e imperialista se caracterizará por un aumento en la tensión de las relaciones internacionales. La industria bélica se desarrollará debido a los continuos conflictos nacionalistas e imperialistas. Ya sea en defensa propia o por ambición, las naciones se lanzan a una carrera armamentística, sabedoras de que el conflicto estaba próximo. Todo ello derivaría en complejos entramados diplomáticos en los que se establecerían alianzas por las que las naciones estarían en conflicto aunque no estuvieran en guerra.
Si vis pacem, para bellum
(Si quieres la paz, prepara la guerra)
Enlaces relacionados:
- Imperialismo y colonialismo.- La unificación alemana y los Balcanes y la Cuestión de Oriente.
- La Paz Armada: los Sistemas Bismarckianos.
LA EUROPA POSTERIOR A BISMARCK
En el último
cuarto del siglo XIX la política internacional europea estuvo arbitrada por el “canciller
de hierro”, Otto von Bismarck. El canciller alemán diseñó un entramado de alianzas
que aseguraba el statu quo europeo, lo que
aseguraba a Alemania la existencia del marco perfecto para su expansión
política y económica. Sin embargo, el mantenimiento de este sistema generaba un
intenso desgaste por la continua tensión que provocaba en los estados los continuos
conflictos y la gran cantidad de capital destinado a la carrera armamentística
y al fomento del ejército.
Tras la
dimisión y retirada de Bismarck en 1890, por desavenencias con el nuevo
emperador Guillermo II, su sistema resultaba demasiado complicado para que sus
sucesores lo manejasen. Aunque se mantuvo la Triple
Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia), sin embargo, el
acuerdo ruso-alemán (Pacto de Contraseguridad) no fue renovado. Los
franceses, en presencia de la Triple Alianza, no tardaron en
aprovechar la oportunidad para formar
su
propia
alianza con Rusia,
la Alianza Franco-Rusa, firmada en 1894.
Así pues, en 1894 el continente
estaba dividido en dos campos opuestos, el
germano-austriaco-italiano contra el franco-ruso. Mucho dependía
de lo que hicieran los ingleses, que
seguían con su aislamiento, desdeñando cualquier tipo de
alianza. Las relaciones inglesas con Francia y Rusia eran malísimas. Sin
embargo, esta situación iba a cambiar debido a un
hecho: la competición naval entre Alemania y
Gran Bretaña. El poderío marítimo británico, durante dos siglos había sido
totalmente triunfal. Pero el programa naval
alemán, en rápido ascenso, se convirtió en
motivo de preocupación para los ingleses. Los alemanes
insistían en que ellos necesitaban una marina de guerra
para proteger sus colonias y para la seguridad de su
comercio exterior. Los ingleses sostenían, con
igual decisión que Inglaterra, una isla industrial densamente poblada, debía
tener a toda costa el control del mar.
La carrera naval condujo a ambos
bandos a enormes y crecientes gastos. En los
ingleses esto producía una sensación de profunda inseguridad, arrojándoles cada
vez más en brazos de Francia y Rusia. En 1904, los gobiernos
inglés y
francés acordaron olvidar los problemas pasados. Los franceses reconocieron la ocupación británica
de Egipto y los ingleses reconocieron la penetración francesa en Marruecos.
También aclararon unas pocas diferencias coloniales menores y estuvieron de
acuerdo en apoyarse mutuamente. No había una alianza específica; ningún bando
decía lo que haría en caso de guerra; no era más que un estrecho entendimiento,
una “entente
cordiale”.
Los franceses trataron de reconciliar a
su nuevo amigo con su aliado, Rusia. En 1907, Inglaterra y
Rusia resolvieron sus diferencias en un
convenio anglo-ruso. Había surgido la Triple Entente, formada por
Francia, Inglaterra y Rusia.
La formación de alianzas durante la Paz Armada a comienzos del siglo XX |
Los alemanes, que ya se sentían cercados por
la alianza de Francia y Rusia, veían con
preocupación la entrada de Inglaterra en el campo
franco-ruso. La Triple Entente se consolidó cuando el
gobierno
alemán decidió someterla a prueba, saber hasta qué punto era realmente
fuerte, o hasta dónde estaban dispuestos a llegar los ingleses
en su apoyo a Francia.
LAS CRISIS MARROQUÍES
Los franceses habían penetrado en Marruecos.
En marzo de 1905, Guillermo II desembarcó de un buque de guerra alemán en Tánger, donde
pronunció un alarmante discurso en favor de la independencia
marroquí.
Lo que Alemania intentaba con esto no era mantener a Francia fuera de
Marruecos, ni siquiera reservar Marruecos para la propia Alemania, sino romper
el reciente entendimiento entre Francia e Inglaterra. Los alemanes
demandaron y obtuvieron una conferencia internacional
en Algeciras, pero la conferencia, que se reunió en 1906,
apoyó las pretensiones francesas en Marruecos. Así pues, el gobierno alemán
había creado un incidente y había sido desairado. Los ingleses apoyaban
a los franceses cada vez con más
fuerza.
Bando municipal que anunciaba la clausura de la Conferencia, por Falconaumanni Fuente: Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0 |
En 1911, se produjo una segunda crisis en
Marruecos. Un barco de guerra alemán arribó a Agadir «para proteger los intereses alemanes». Los alemanes prometían no
causar más trastornos en Marruecos, a cambio de que se les entregase el Congo
Francés. La crisis pasó, obteniendo los alemanes unas insignificantes
concesiones en África.
LAS CRISIS BALCÁNICAS
Mientras tanto, una serie
de crisis sacudían los Balcanes. Allí, a comienzos del siglo
XX, la situación era muy confusa. El Imperio Turco, en
un avanzado estado de disolución, conservaba todavía una
franja de territorio desde Constantinopla hacia el oeste, hasta el
Adriático. Al sur de aquella franja, se encontraba una Grecia independiente. Al norte, a
orillas del mar Negro, se encontraban una Bulgaria autónoma
y una Rumania independiente. En el
centro y al oeste de la península, al
norte del cinturón turco, estaba el pequeño reino independiente de Serbia, sin salida al mar,
colindante con Bosnia-Herzegovina y
que pertenecía legalmente a Turquía, pero que había sido ocupado y administrado
por Austria desde 1878. Dentro del Imperio Austro-Húngaro, lindando con Bosnia
por el norte, estaban Croacia y Eslovenia.
Situación de los Balcanes a finales del siglo XIX y principios del XX |
Serbios, bosnios, croatas y
eslovenos hablaban todos básicamente el
mismo lenguaje. Con el incremento del nacionalismo,
aquellos pueblos llegaron a tomar
conciencia de que eran un solo pueblo por lo que
tomaron la denominación de eslavos del
sur o yugoslavos, con el deseo de
formar un estado independiente propio. Esto
significaba que un elemento de la población austro-húngara, es decir, croatas y
eslovenos, querían abandonar el
imperio y unirse a Serbia, que se convirtió en el centro de la
agitación de los eslavos del sur.
Esta situación empeoró cuando en
1908, el Imperio Austro-Húngaro aprovechando la revolución de los “Jóvenes Turcos”, se anexionó Bosnia-Herzegovina, territorio que administraba desde la Conferencia de Berlín de 1878. Esto era visto como una infracción del Tratado, lo que pone en marcha la red de pactos y alianzas. Rusia moviliza sus tropas mientras que Alemania apoya a Austria. Se llega al borde
de la guerra, pero Francia no apoya a Rusia y Alemania
presiona para impedir el
conflicto. La
primera crisis no tardó en desvanecerse, los
rusos volvieron atrás; la
influencia austríaca en los Balcanes parecía
estar en auge; el nacionalismo de los eslavos
del sur se vio frustrado y Rusia tuvo que retirarse humillada. El conflicto bosnio dañó irremediablemente las relaciones del Imperio austro-húngaro con Rusia y Serbia, de cara al futuro.
En 1911,
Italia declaró la guerra a Turquía, conquistando Libia y las
islas del Dodecaneso. Con los turcos así entorpecidos, Bulgaria, Serbia
y Grecia unieron sus fuerzas para su propia guerra
contra Turquía, esperando anexionarse ciertos territorios
balcánicos a los que creían tener derecho. Turquía no
tardó en ser derrotada, pero los búlgaros reclamaron más territorios
de los que los serbios querían cederles, de modo que la guerra
balcánica de 1912 se vio
seguida en 1913 por otra, en la que Serbia, Grecia, Rumania
y Turquía derrotaron a Bulgaria.
Postal de propaganda de los emperadores: Guillermo II (Alemania), Francisco José I (Austria-Hungría), Mehmed V (Imperio Otomano) y Fernando I (Bulgaria), por Publ. Photochemie Berlin No. 3603 Fuente: Wikimedia Commons |
También Albania era motivo de discordia. Los serbios ocuparon parte de Albania en las dos guerras balcánicas, pero los griegos también reclamaron una parte. Austria estaba decidida a impedir a los serbios el acceso al mar, que ellos querían obtener mediante la anexión del territorio albanés. Un acuerdo de las grandes potencias para mantener la paz (Tratado de Bucarest) dio origen a un reino de Albania independiente. Esto confirmó la política austríaca, mantuvo a Serbia apartada del mar y suscitó fuertes protestas en Serbia y Rusia. El expansionismo serbio de nuevo se vio frustrado.
La tercera crisis balcánica resultó ser la
fatal. Y fue fatal porque antes se habían producido las otras dos, que dejaron
sentimientos de exasperación en Serbia y de humillación en Rusia. El día 28 de
junio de 1914, Gavrilo Princip, un joven revolucionario bosnio miembro de la sociedad secreta
serbia “Unión o Muerte”, generalmente
conocida
como la “Mano negra”, que actuaba con el
consentimiento de algunos funcionarios serbios, asesinó al heredero del Imperio
Austro-Húngaro, el archiduque
Francisco Fernando, y a su esposa en las calles de
Sarajevo, capital de Bosnia.
Francisco Fernando, archiduque de Austria, por Carl Pietzner Fuente: Wikimedia Commons |
El gobierno austro-húngaro vio en el atentado una prueba del peligro que para el imperio representaba el nacionalismo yugoslavo y trató de aprovechar el grave incidente para hundir a Serbia. El gobierno austríaco, tras consultar con el alemán, envió un drástico ultimátum a Serbia exigiendo, entre otras cosas, que se permitiese a funcionarios austríacos colaborar en la investigación y castigo de los autores del asesinato.
Los serbios contaban
con el apoyo ruso, incluso hasta el extremo de la guerra,
considerando que Rusia no podría ceder de nuevo en una crisis balcánica sin
perder su influencia en los Balcanes definitivamente. Los rusos, a su vez,
contaban con el apoyo de Francia. Los serbios rechazaron
el ultimátum como una intromisión en la soberanía serbia, y Austria, en
consecuencia, declaró la guerra a Serbia.
Rusia se
disponía a defender a Serbia y, por lo tanto, a luchar contra Austria. Contando
con que ésta sería ayudada por Alemania, Rusia movilizó su ejército
hacia la frontera alemana, a la vez que hacia la austríaca. El gobierno alemán
exigió que terminase la movilización rusa en su frontera, y, al no recibir
respuesta, declaró la guerra a Rusia el día 1 de agosto. Convencida de que Francia
entraría en la guerra al lado de Rusia, Alemania declaró la guerra también
a Francia el día 3 de agosto, Inglaterra entraba en la
guerra el día 4. Comenzaba así la Primera Guerra Mundial.