La historia del mundo griego nos acerca a un ámbito cultural que se sitúa en un punto intermedio entre las culturas orientales y las occidentales. La cultura helénica recogió elementos de las prolongadas y fructíferas civilizaciones próximo-orientales. La historia griega narra la evolución de unas sociedades cuyas características iniciales se vinculan estrechamente a los modos culturales de oriente, con cuyas pueblos estuvo sin duda muy vinculada, para ir mutando paulatinamente hasta adquirir su propia personalidad social y cultural. En este proceso, los elementos políticos, organizativos y de toda índole calarán profundamente en el resto de culturas que se generaron en la Antigüedad occidental.
EL
ESPACIO EGEO: EL MAPA DE GRECIA
Las
civilizaciones del Egeo no se desarrollaron, a diferencia de las grandes
culturas del próximo oriente asiático o de Egipto, en torno a grandes llanuras
o valles fluviales. Por el contrario, el soporte físico sobre el que se
desarrolla la civilización helena se caracteriza por la diversidad geográfica y
la fragmentación espacial, así como por la relativa pobreza de recursos
naturales.
Diversidad
y fragmentación natural aparecen como características más destacadas en este
espacio en el que el Mar Egeo actúa como centro alrededor del cual se
desarrollará la civilización griega. Esta fragmentación, aunque no determina
la evolución griega, sí la condiciona. Así, sin caer en un
determinismo
geográfico, sí que debemos reconocer que el
espacio otorga cierta personalidad a estas culturas y orienta
algunas de las actividades más características de estas comunidades, explicando
en parte a su vez la importancia de las mismas.
Copa de Aisón (victoria de Teseo sobre el minotauro en presencia de Atenea), por Marie-Lan Nguyen (2008) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY 2.5 |
En
este marco físico podemos diferenciar diversas áreas con un sustrato cultural
semejante:
- La
costa occidental de Asia Menor: La costa minorasiática
está compuesta por las estribaciones occidentales de la península anatólica (la
actual Turquía). Una región definida por diversos valles fluviales que se configura
como una de las pocas regiones del ámbito griego con condiciones para permitir
un amplio desarrollo de la agricultura cerealística (en las terrazas aluviales
generadas por los cauces de los ríos Hermos y Meandro).
También comprende un conjunto de islas, entre las cuales encontramos algunas de
la mayor importancia en la historia griega, como Lesbos, Quios, Samos o Rodas, por citar las más
destacadas.
- Las
islas del Mar Egeo: Las otras islas egeas, como las Cícladas, a
las cuales pertenecen Naxos,
Paros y Delos,
son de pequeño tamaño y se encuentran distanciadas regularmente, de manera que
facilitan la comunicación entre sí y con la Grecia continental, actuando
también como escalas del tránsito marino entre Grecia continental y Jonia. Las
Cícladas, denominadas así por su disposición en torno a la isla de Delos (Kuklos, círculo), también
jugaron un papel destacado en la historia de la región.
- La
Grecia continental: Grecia continental es una región
enormemente montañosa, compuesta en su mayor parte por formaciones calcáreas.
También muestra una considerable diversidad geográfica. El sur, recorrido por
una cadena montañosa que separa las costas orientales de las occidentales, está
compuesto de pequeños y numerosos valles, caracterizado por un sistema hídrico
corto y caudaloso, de ritmo estacional variable, y franjas costeras con profundas
entradas marinas, cuyo mejor exponente son los golfos de Sarónica
al este (Calcídica) y Corinto
(al suroeste). Al Norte encontramos las regiones de Tesalia y Macedonia,
que contienen buenas tierras asociadas a llanuras de origen fluvial.
Es
cómodo generalizar a este respecto y caer en errores fácilmente evitables y en tópicos
habituales que pueden llevarnos a errores comunes. Precisamente estas
características del espacio egeo que acabamos de citar ayudaron a que la
Antigua Grecia no fuera nunca un país o un estado sino la suma de un conjunto
de realidades políticas diversas, con sus propias bases económicas y sociales,
pero que comparten un sustrato cultural y étnico con aspectos comunes -koine-
en un espacio físico común –oikoumene-.
Esta
situación natural resalta la importancia en el espacio egeo del mar, elemento
geográfico por excelencia en el mundo helénico, como vía de comunicación e
intercambio, la necesidad de la navegación y las relaciones entre los diversos
ámbitos, obligadamente marinas. También caracterizará en parte las formaciones
políticas posteriores y supuso un handicap
para una evolución histórica hacia la unificación del territorio bajo un mismo
estado.
Venus de Milo (siglo II a. c.), por Shawn Lipowski Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Las
principales ciudades griegas se ubicarían en la costa oriental de la Grecia continental, donde
reciben mayor influencia de oriente próximo (o quizás precisamente por ello) aunque fuera en la costa occidental, sin embargo, donde existían mejores tierras. Los
recursos de la zona eran escasos: poco metal, salvo algo de cobre y plata, las tierras
de cultivos eran insuficientes, aunque sí se explotaron excelentes mármoles, cuyo
empleo fue uno de los condicionantes en el desarrollo del arte helénico. Como
fuente de recursos se recurrió a la ganadería, principalmente de cabras y ovejas, que se adaptan fácilmente a las condiciones orográficas del terreno y que no necesitan tierras
forrajeras. La escasez de buenos árboles maderables contrasta con la abundancia
de cultivos de olivos y viñedos, aptos para el secano, y de las plantaciones a
media altura. Todo ello conformará el paisaje típico griego. Pan, queso, aceituna y vino
componen la dieta básica griega.
La
posterior expansión colonial, emprendida por los habitantes de este
espacio, ampliará sus horizontes, integrando diversas regiones bajo sus áreas
de influencia, especialmente en torno al Mar Negro, el sur itálico y el
mediodía galo.
LOS GRIEGOS: EL ELEMENTO HUMANO
Es esta una de las cuestiones más complejas y controvertidas de la historia griega. En ella confluyen problemáticas diversas. Por una parte, la supuesta existencia de comunidades de diverso origen étnico en dicho espacio geográfico, este sustrato étnico original fue alimentado por sucesivas oleadas de poblaciones indoeuropeas. A estos movimientos de pueblos se sumaría la llegada al ámbito egeo de los pueblos dorios. De este modo la población egea mostraba huellas de al menos todas estas procedencias. Un segundo elemento, vinculado con el anterior y que viene a complicar esta problemática, es el conjunto de referencias en la propia tradición griega a movimientos migratorios diversos, que llevan a comunidades helénicas de un ámbito regional a otro, como los recogidos en la tradición literaria del «Retorno de los Heráclidas».
Historiográficamente,
este tema fue objeto de un intenso debate ya que a estas circunstancias se une
el gran desarrollo que, en los momentos finales del siglo XIX y principios del
XX, adquieren las teorías
difusionistas, que explicaban en sus posicionamientos más básicos
la expansión de la cultura por irradiación, desde pueblos civilizadores hacia
pueblos incivilizados. La importancia de los logros culturales alcanzados en el
mundo griego y su trascendencia en la formación de la cultura clásica hacen
a estas culturas especialmente susceptibles de ser interpretadas desde posiciones difusionistas, donde
la ecuación «Llegada de pueblos indoeuropeos = Nacimiento de la cultura clásica
griega», era lo mismo que hacer responsables del nacimiento de la cultura
occidental a un determinado grupo humano, centroeuropeo por más señas.
Ulises y las sirenas, por Herbert James Draper (1909) Fuente: Wikimedia Commons |
¿Qué
sabemos con certeza de este asunto? La cuestión de los pobladores antiguos del
mundo griego no es, como ya comentamos, simple, por el contrario posee
vertientes literarias, lingüísticas y arqueológicas. Lo que a continuación
exponemos es la posición más extendida sobre el asunto, pero hemos de ser
conscientes de su provisionalidad a la espera de que salgan a la luz nuevos
descubrimientos.
Se
asume la existencia de un sustrato poblacional reconocido desde el neolítico.
La cercanía espacial del neolítico oriental, así como la presencia de las
técnicas productivas que lo caracterizan, inclinan a los historiadores a
plantear un origen oriental para la población neolítica del Egeo, que llegaría
hacia el IV milenio y cuya evolución cultural desembocaría en la cultura
minoica (al menos sí parece admisible una fuerte influencia oriental).
Hacia
el año 2.000 a. n. e. comenzarían a llegar a la región diversas oleadas de
comunidades de origen indoeuropeo, quienes podrían ser responsables del
desarrollo de la cultura micénica. Sería el elemento protogriego, los primeros
griegos propiamente dichos. Su llegada se realizaría a través de flujos
sucesivos, más o menos violentos, quizás con un carácter de infiltración.
Estos
grupos indoeuropeos introducen una serie de elementos culturales que les son
propios: determinados gustos ornamentales (empleo del ámbar), empleo de la
caballería, lenguaje indoeuropeo e instituciones también propias del mundo
indoeuropeo.
Pandora, por John William Waterhouse (1896) Fuente: Wikimedia Commons |
Por
último, debemos abordar otro problema historiográfico: el de la existencia de
las invasiones
de los dorios. En primer lugar debemos tener presente que existe
una región griega con este nombre - Doride o Dorión, en el Peloponeso - y
que las alusiones a los dorios, como habitantes de esta región, son habituales
en los autores antiguos.
Respecto
a la supuesta invasión o retorno de los dorios, algunos
autores la han querido relacionar con la tradición del Retorno de los Heráclidas, antes mencionado, vinculándoles a las
causas que acaban con el mundo micénico.
Otros
investigadores inciden en la ausencia de elementos culturales nuevos en el
ámbito egeo, que
pudieran atribuirse a los dorios. Se resalta que arqueológicamente no
existen, puesto que no conocemos una cultura material diferente
que defina una comunidad dórica (no conoceríamos ni sus cerámicas ni sus armas)
y, por otro lado, tampoco se aprecian innovaciones o aportaciones lingüísticas.
El
problema de las invasiones dóricas fue ya oscuro para los propios autores
antiguos, que no se ponían de acuerdo: por ejemplo, Homero sitúa Dorión en
Pilos en la Ilíada, en cambio en la Odisea les sitúa en Creta; Estrabón los
ubica en Tesalia, pero esta zona es interior, sin costa, y en teoría los dorios
habían participado en la guerra de Troya, llegando en barcos al escenario de la
batalla (Catálogo de las Naves).
Sobre
el Retorno
de los Heráclidas es una tradición mítica incluida en el «Ciclo de los Nostoi», o retorno de los héroes.
Los hijos de Hércules según la tradición tuvieron que huir hacia oriente. Al
cabo de los años, sus descendientes conducidos por Hylleis,
hijo de Hércules, retornan al espacio griego.
Una
posición intermedia admite la llegada del elemento dorio procedente del noroeste de la Grecia continental, el mismo camino seguido por los indoeuropeos
premicénicos, compuesto no por una comunidad homogénea, sino por diversos
grupos que mezclan diferentes sustratos culturales, con diversos patrones o
modos de vida.
Todo
estos elementos no hacen sino confirmar dos hechos:
- Durante
el Bronce Egeo se
conocieron movimientos poblacionales diversos, quizás a veces idas y venidas de
poblaciones propias de la región.
- Estos
movimientos son bastante problemáticos y su conocimiento de difícil solución,
pues en ellos se mezclan elementos históricos con elementos míticos, además de
haber permanecido inmersos durante mucho tiempo en corrientes historiográficas
que no proporcionaron un tratamiento objetivo al asunto.
Por
último, no debemos olvidar que esta situación coincidiría en el tiempo con los
fenómenos migratorios propios de los movimientos de los Pueblos del Mar y con
el inicio de las Edades Oscuras en el Mediterráneo oriental.
Grandes civilizaciones: Grecia
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