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HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Artículos referidos al pasado del hombre en una época situada entre la Revolución Francesa y la época actual.

martes, 26 de febrero de 2013

El mundo micénico - Parte 1

Durante la edad del bronce en el Egeo, en el segundo milenio a. c., se desarrolla en la Grecia continental una cultura que tiene su origen en la evolución de las comunidades neolíticas y que conoce la aportación de elementos culturales nuevos de la mano de poblaciones de origen indoeuropeo. Esta civilización ha supuesto uno de los más apasionantes enigmas de la Antigüedad desde tiempos remotos. Sobre ella han escrito historiadores, arqueólogos, literatos e incluso psicólogos y filósofos; no obstante se trata de la sociedad que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea".  

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 ORÍGENES  

El espacio egeo se encuentra muy fragmentado y el nexo de unión de todos los territorios helenos lo constituye el mar, y en la antigüedad no era diferente. No es de extrañar, que en la zona fueran apareciendo, desde época muy temprana, diferentes comunidades que sufrieron distintos avances en la evolución de su propia civilización. Arthur Evans, el descubridor del palacio de Cnosos, ya reconoció tres zonas culturales en el Egeo durante la Edad del Bronce: la zona minoica –a la que pertenece Cnosos y que englobaba las inmediaciones de la isla de Creta-, la zona cicládica –compuesta alrededor de las islas cícladas- y la zona heládica o micénica –integrada por la Grecia continental- y que, revisada por otros autores a la luz de los nuevos descubrimientos, aún hoy se emplea por su comodidad.

Mapa de las distintas culturas del Bronce Egeo
Sin embargo, a pesar de las similitudes, estas no son coincidentes en todas las zonas, pues cada una tiene su propio discurrir histórico. Así, la zona minoica adquiere una mayor preponderancia en épocas más tempranas, a pesar de ser una sociedad pacífica, en base a un elemento fundamental: su dominio sobre el mar y, por tanto, sobre todo el Egeo.

La civilización micénica o heládica se desarrolla plenamente entre el 1.700 y 1.200 a. c., por tanto, su evolución histórica es en parte paralela y coetánea con la del mundo minoico y no una continuación cronológica de la misma, abarcando parte del Minoico Medio su fase inicial y del Minoico Reciente su fase de apogeo y caída.

Cuadro de hallazgos arqueológicos y del desarrollo de las distintas civilizaciones en el Egeo durante la Edad del Bronce
El origen de la civilización micénica, se vincula a la llegada de diversas oleadas de grupos indoeuropeos que desde el 2.000 a. c. se van asentando en la Grecia continental y desde donde se van expandiendo paulatinamente por todo el espacio egeo, a medida que se retraía la presencia minoica (esto no es exclusivo de la Grecia continental pues por estas fechas también llega este elemento indoeuropeo a la península anatólica, donde formó parte de la gestación del estado hitita). Hacia el 1450 a. c. el proceso está culminando y los micénicos han ocupado económicamente el ámbito egeo. Entre 1.400 y 1200 a. n. e. aproximadamente, se desarrolla plenamente esta cultura, heredera en gran medida del anterior mundo minoico o cretense y predecesora de la Grecia arcaica.


Sin embargo, aunque el modelo cultural micénico tiene bastantes facetas comunes con el mundo cretense, también contiene sus propias connotaciones. Así, aunque también basan su organización en un sistema palacial y en una monarquía, y terminaron adoptando un sistema de escritura emparentado con el minoico -el Lineal B-, todos estos elementos tenían un carácter distinto. También sus bases económicas son similares a las cretenses, aunque con diferentes relaciones de producción a escala social.

Difusión de los Indoeuropeos.Fuente:Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, March 24).  Retrieved April 19, 2015, from OCW Universidad de Cantabria. Web site / CC-BY-NC-SA 4.0

Esta cultura tiene sus principales centros en la Grecia continental meridional y central, organizándose en torno a ciudades como Micenas, Tirinto o Pilos en el continente helénico, y en Creta, uno de los es­tratos de Cnosos presenta también caracteres semejantes, lo que ha dado pie a pensar en una posible invasión de la isla por los griegos que lla­mamos micénicos. Las excavaciones realizadas en todas estas zonas han puesto al descubierto cierta unifor­midad en la organización palacial.

No se sabe a ciencia cierta la relación existente entre todos estos centros de poder. Por el momento, todo parece indicar que eran independientes y que no existían vínculos políticos entre ellos. A pesar de que algunos quieran ver y aventuren la existencia de alguna liga o confederación entre ellos, lo cierto es que aún no se ha encontrado nada que los uniera, más allá de la uniformidad cultural y la semejanza de modelos organizativos.

 EL PALACIO MICÉNICO  

En estas ciudades los palacios aparecen como centros de la vida política, social, económica y religiosa; en su interior se mues­tran un número de dependencias más o menos numeroso para el rey, la burocracia estatal y los artesanos, y grandes almacenes junto con am­plios talleres dedicados a la elaboración de una serie de productos diversos, consistentes en ob­jetos de bronce, cerámicas, perfumes y produc­tos agrícolas cuidadosamente embalados, algu­nos con ingeniosos dispositivos para conservar durante cierto tiempo la temperatura. Estos recintos se hallan rodeados por una sólida muralla que no resguarda al resto de la población, la cual, por las excavaciones realiza­das en la periferia de los palacios, son el expo­nente de un régimen de vida más primitivo, ya que no aparece, en ningún aspecto, un régimen de desarrollo semejante al de los palacios.

Plano del palacio de Pilos, adaptado a partir del dibujo original de John Travlos (1960) 
La organización social micénica tiene también su base en la centralización palacial. El palacio es el eje de la sociedad, donde reside el soberano y su corte. Es el centro de ciudadelas fuertemente protegidas. Esta característica defensiva le diferencia claramente del modelo minoico y podría ser muy ilustrativa de las diferencias en los caracteres socioculturales de ambas civilizaciones.

Las acrópolis micénicas, rodeadas de murallas de importantes volúmenes (ciclópeas) y con una estructura interna cerrada, se ubican en zonas altas y bien defendibles, que a menudo se convertirán, en el futuro mundo clásico, en áreas de culto. Arquitectónicamente, se organiza en torno a un patio porticado y recibe el nombre de «mégaron». Se trata de una sala del trono presidida por un hogar rodeado de cuatro columnas que soportaban el piso superior. Si bien el mégaron y el patio constituyen los elementos centrales en torno a los que se articula el palacio, existen una multitud de habitaciones, corredores, pasillos, escaleras y demás dependencias destinadas a la casa real y al funcionamiento de la misma (despensas, bodegas, almacenes, baños, y otros servicios). El interior se decora con pintura mural al estilo minoico, aunque desprovistas del marcado carácter religioso - ritual de aquéllas. Gran parte de la decoración se puede reconstruir a partir de los miles de fragmentos de yeso pintado encontrados entre las ruinas.

Reconstrucción ideal del exterior del gran mégaron de Tirinto
Esquema básico de un mégaron micénico

El palacio micénico es el centro residencial de la casa real, acogiendo al cuerpo de funcionarios y burócratas, militares y, eventualmente, a la población exterior amenazada. Así el palacio micénico es esencialmente un espacio de hábitat para la élite, bien protegido. Es el centro de la ciudadela micénica.

Conocemos cinco grandes palacios micénicos: Micenas y Tirinto, en la Argólida, destruidos hacia el 1.200; Pilos en Mesenia, destruido hacia 1.235; Tebas, en Beocia, destruido hacia el 1.320; y Cnosos, construido sobre el anterior palacio cretense, destruido nuevamente hacia el 1375. La cultura material asociada a estos centros es rica, destacando las citadas decoraciones en frescos y el uso de columnatas.

El espacio micénico tenía su base organizativa en la ciudad fortificada. Existían, al igual que en la organización minoica, centros principales y centros secundarios. Los primeros eran los centros urbanos en torno a los palacios, integrados en las ciudadelas; los segundos eran las denominadas aldeas. Existía pues una estrecha relación entre ambos tipos de asentamientos. En la organización territorial micénica se prestó especial atención a las comunicaciones, influyendo fuertemente en la elección de los emplazamientos.

Reconstrucción del yacimiento de Micenas
No conocemos exactamente la naturaleza de las relaciones del palacio con las aldeas situadas en las regiones dominadas por los mismos. En Pilos, los dominios palaciales estaban divididos en distritos administrativos, apare­ciendo funcionarios en relación con los palacios cu­yos poderes y atribuciones no conocemos bien. Sí sabemos que en algunas zonas, las aldeas se regían por consejos de ancianos; pero otros cargos nos siguen siendo desconocidos. Indicativo de esto es que en algunas tablillas aparece el cargo de «basileus»,  nombre que posteriormente de­signará a los reyes homéricos, lo cual podría dar pie a pensar que éstos habrían evolucionado a partir de los jefes de aldeas del período micénico, pero esta posibilidad no está constatada y viene a complicar el ya intrincado laberinto que representa el mundo micénico.

Puerta de los Leones (acceso a la acrópolis de Micenas), por Andreas Trepte (2008)
Fuente: Wikimedia Commons / www.photo-natur.de / CC-BY-SA 2.5
La arqueología nos ha permitido percibir el gran desarrollo material alcanzado en el interior de los palacios, una artesanía bastante evolucionada: se conocía la escritura, las construcciones denotan cier­to lujo, la rígida burocratización regula las diversas actividades, etc. Si nos trasladamos a las aldeas, nos encontramos con que el panorama sufre un cam­bio. Las construcciones, al igual que los objetos de uso, son bastante más simples y rudas, no están fortificadas ni han aparecido tablillas. Todo ello, nos hace vislumbrar que en la Grecia micénica existían dos mundos diferentes: el de los palacios y el de las aldeas. Fuera de las fronteras que suponen las murallas que envuelven a los palacios encontramos un régimen de vida más primitivo, que casi podemos calificar de tribal.

Las obras públicas también ocupaban un lugar destacado, con especial atención al establecimiento y mantenimiento de calzadas y puentes, y a la construcción de bancales para la agricultura. También las obras de ingeniería hidráulica fueron destacadas, intentando así paliar la escasez de tierras de cultivo: diques, conducciones de agua, canales, incluso la desecación de amplias zonas con fines agrícolas; como la del Lago Copáis (Orcomenos), que data del siglo XIV a. c.

Recorrido por el yacimiento de Micenas
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domingo, 3 de febrero de 2013

Sistemas de escritura cretenses - Parte 2

Desde los inicios de la edad del bronce en el Egeo, hacia 2.800 a. c. hasta la denominada Edad Oscura (hacia 1.200 aproximadamente), se desarrollan en la región unas culturas con entidad propia, que tienen su origen en la evolución de las comunidades neolíticas -como la cultura minoica- y que conocen la aportación de elementos culturales nuevos de la mano de poblaciones de origen indoeuropeo -como la micénica-. En la isla de Creta se desarrolla la cultura minoica, aquí se han descubierto varios sistemas de escritura que se han conformado como uno de los enigmas más apasionantes y difíciles de resolver de la antigüedad. En esta entrada hablaremos del más antiguo sistema de escritura descifrado en la isla: el Lineal B.

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 EL ORIGEN DEL LINEAL B  

El gran descubrimiento lo constituye, en cambio, los textos en Lineal B (datados cronológicamente en la última etapa minoica). El número de estos documentos sí que es abundante: sólo las excavaciones de Cnosos han proporcionado más de 3.000 tablillas. Esta escritura sí que ha sido descifrada y ha permitido arrojar algo más de luz a una época oscura en cuanto a las noticias que nos han llegado de la misma pero brillante con respecto a su legado.

El Lineal B, al ser más elaborado que el Lineal A, fue considerado por Evans como una escritura palaciega desarrollada por los escribas de Cnosos. Su testimonio más antiguo se remonta a 1400 a. c. pero es indudablemente anterior. Establecer el lugar de origen de esta escritura es un tema controvertido. Tradicionalmente se ha considerado que el Lineal B debió pasar a Grecia desde Creta tras las incursiones micénicas en la isla, de ahí que se encuentren restos en Creta, así como también en el continente, en ciudades como Pilos, Micenas o Argos (aunque esto pueda verse acentuado por el hecho de encontrarse los primeros restos en la isla). En la actualidad, cada vez hay más autores defensores de una tesis radicalmente distinta (su creación en el continente y su posterior uso en la isla). Sin embargo, aún no ha aparecido vestigio alguno que permita a los expertos situarse de forma clara, más allá de su propia intuición.

Independientemente de cuál fuera el lugar de su surgimiento, las inscripciones aparecen mayoritariamente en tablillas de cerámica o arcilla en palacios como el de Cnosos. Parece claro que deriva del lineal A (64 de sus 87 signos silábicos tienen claros antecedentes formales en esa escritura) y se sospecha que las modificaciones que sufrió pueden ser fruto de la adaptación de tal escritura a la lengua griega. 

Textos en tablillas escritas en Lineal A (1) y Lineal B (2)

En la época en que Evans descubrió el palacio de Cnosos –principios del siglo XX– sólo habían aparecido textos en lineal B en Creta, por lo que parece lógico que se comenzara a hablar de «escrituras cretenses» refiriéndose a que estos sistemas (jeroglífico, Lineal A y Lineal B) debieron haber sido creados en la isla de Creta. Pero antes de que se consiguiera descifrar el Lineal B, las excavaciones realizadas en la Grecia continental ya dieron lugar a la aparición de hallazgos de textos redactados con dicho sistema en Micenas, Tirinto, Cadmea, Pilos... lo que nos obliga a considerar, la posibilidad de que el lineal B fuera una escritura de origen heládico y no cretense.

 EL DESCIFRAMIENTO DEL LINEAL B  

En 1900, Arthur Evans descubría el palacio de Cnosos en Creta y sacaba a la luz una civilización (a la que denominó minoica) cambiando para siempre el conocimiento de nuestro propio pasado y la historia conocida del Mediterráneo así como de todas las civilizaciones con las que los minoicos entraron en contacto.

En una época llena de romanticismo por el descubrimiento de antiguas civilizaciones de las que aún quedaban muchos aspectos por descifrar (el descubrimiento la tumba de Tutankamón aún no se había realizado y el de Troya o Micenas y de otras grandes civilizaciones orientales era tan reciente que aún quedaban muchas preguntas en el aire), la aparición de lenguajes milenarios nunca antes vistos por el hombre actual constituía un apasionante puzle sobre el que trabajar. Hacia 1900, Evans había hallado ya numero­sos restos en Cnosos y más de 700 fragmentos de tablillas en las que aparecían unos signos que él consideró como "la escritura prehistórica de Creta”. Esta misteriosa escritura intrigaba a Evans de forma sobrecogedora, pero por más que se esforzó no daba con la clave que garantizaba el acceso al saber oculto en dichas tablillas. Otros investiga­dores, expertos en la materia, intentaron encontrar la clave durante más de treinta años pero únicamente pudieron averiguar que se tra­taba de inventarios, y que tenían ya un sistema nu­mérico. Esto suponía una gran decepción para quienes, en la época de entreguerras, aún seguían fascinados por descubrimientos aún sin descifrar.

Tablilla de Cnosos escrita en lineal B, por vintagedept
Fuente: Flickr / Wikimedia Commons / CC-BY 2.0

Desde la primera publicación del hallazgo de las tablillas, Evans señalaba que debió existir una evolu­ción en la escritura cretense basándose en el aspecto formal y la aparatosidad del método empleado para llevar a cabo la tarea de la escritura. Según él, debieron aparecer prime­ro los jeroglíficos, que se encuentran en los más antiguos sellos de piedra grabados; más tarde debió surgir una forma de escritura, más cursiva, a la que llamó Lineal A, y, por último, una modificación de esta, que Evans denominó Lineal B y de la que, como se ha mencionado anteriormente, se han encontrado más ejemplos en Creta y en el continente, en lugares tales como Micenas y Pilos, y que estaba en uso en la época de la des­trucción de Cnosos.

El azar proporciona a veces maravillosas coincidencias. Una simple anécdota de ofrecer una conferencia en un lugar y tiempo determinados y no en otros puede resultar determinante para descifrar uno de los enigmas que tuvieron vilo a los expertos durante décadas. Ésta, en concreto, se ha hecho famosa. Lo cierto es que, ya a la edad de ochenta y cuatro años, Evans pronunció en Londres una conferencia en la que habló de los descubrimientos minoicos y de las tablillas de misteriosos signos que había encontrado hacía ya treinta y seis años. Michael Ventris, un muchacho de apenas trece años, oyó asombrado que todavía nadie las había descifrado. Fascinado por la idea, Ventris, se iba a enfrentar resueltamente con ellas.

Michael Ventris con 14 años, aproximadamente cuando asistió a la conferencia de Evans
Fuente: 66south

La escasez de textos que Ventris podía manejar fue su principal proble­ma. Pero algunos hechos jugaron en su favor. Un descubrimiento interesante ocurrió en 1939 cuando el profesor Blegen encontró en el palacio micénico de Pilos más de seiscientas ta­blillas con escritura lineal B. Éstas, publicadas en 1951, probaban que, aun­que tal escritura había dejado de usarse en Cno­sos después del 1400 a. c., todavía se usaba en el continente doscientos años después. En 1952, se pu­blicaron todas las tablillas en lineal B encontradas en Cnosos. Todo ello proporcionó a Ventris un material de gran valor para sus estudios.

El joven sabía ya, hacia 1940, que la escritura tenía unos 70 signos para representar sonidos, además de los pequeños ideogramas, de modo que debía ser silábica. Sin embargo, Ventris no era el único que aún seguía determinado a resolver el enigma. El inglés devoraba todas las informaciones relacionadas con la escritura cretense. En este sentido, destacan los tra­bajos de la doctora Alice Kober la cual había reconocido los ideogramas, determinando el sistema numeral de pesas y medidas, definido el sentido de la escritura de izquierda a derecha y, sobre todo; la naturaleza flexiva de la lengua. También los de E. L. Bennet jr., quien, tras su trabajo en Pilos, había concluido que la lengua escrita en el lineal B era la misma en Cnosos que en la Grecia peninsular.

Ventris, ese mismo año de 1940, sugirió la hipótesis de que la len­gua de las tablillas en lineal B fuese el griego. A sus dieciocho años realizó su primer artículo sobre el tema, titulado «Presentación de la lengua minoica». Ya varios arqueólo­gos habían anticipado la fecha del auge de Mice­nas y la decadencia de la talasocracia cretense, lo que hacía muy probable la hipótesis de que el úl­timo palacio de Cnosos (1400 a. c.) fuese ya ocupado por un príncipe aqueo.

Ventris empezó a colaborar en 1952 con John Chadwick, filólogo de Cam­bridge y especialista en lenguas clásicas. Ambos se centraron en el desciframiento progresivo del Lineal B aplicando los conocimientos filológicos de Chadwick a la teoría inicial de Ventris, de que la escritura escondiera algún tipo de griego arcaico y no otra lengua. Ventris se encontraba cada vez más cerca de pro­bar su teoría.

Tabla de frecuencias de signos del Lineal B en Pylos, del diario de Ventris (mayo de 1951)
Dicha teoría se basaba en que el elevado número de signos fonéticos, 88 en total, evidenciaba que no se trataba de un alfabeto, (para el que, por lo general, unos 30 signos son más que suficientes) sino de un silabario. Ventris realizó estadísticas de las frecuencias con que aparecía cada signo, de sus combinaciones y de su frecuencia al comienzo o final de cada grupo. Era de esperar que los signos comunes a las tablillas de todas las pro­cedencias fuesen elementos gramaticales o de vocabulario comunes, mientras aquellos que se hallaban en tablillas de un solo lugar serían verosímilmente nombres propios, en su gran mayoría topónimos. La atribución de valores fonéticos se basó en hipótesis sugeridas unas veces por el contexto, otras por hechos combi­natorios, otras por la semejanza de algún signo con el silabario chipriota.

Cuando Ventris comenzó a aplicar experimentalmente los valores fonéticos a las declinaciones que ya había analizado, se vio sorprendido con que concordaban no sólo con el sistema griego conocido de declinaciones, sino, sobre todo, con sus formas más arcaicas, como las sacadas de los dialectos homéricos. Ese mismo año de 1952, Ventris anunció el desciframiento de este sistema de escritura por la cadena de radio BBC de Londres. Sin embargo, aunque su teoría casaba perfectamente con todas las tablillas que procedían de las primeras excavaciones de Evans y Blegen y no podía afirmarse que esas mismas reglas fueran a servir para nuevas inscripciones que en ese momento todavía fueran desconocidas, esto era lo que Ventris buscaba para su comprobación definitiva.

Atribución del valores fonéticos al silabario del Lineal B. Fuente: Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, June 12). Retrieved April 17, 2015, from OCW Universidad de Cantabria 
Web site. / CC-BY-NC-SA 4.0

En mayo de 1953, Ventris recibió una carta del profesor Blegen desde Grecia. Éste había reemprendido las excavaciones en Pilos y encontrado nuevas tablillas en el palacio; había pasado mucho tiempo estudiándolas y descifrándolas, de acuerdo con el sistema de Ventris. Una de ellas, la signada como P641 se convirtió en la nueva “Piedra de Rosetta” de la escritura lineal.

Los ideogramas finales de esta tablilla representaban evidentemente unos recipientes con patas y la primera palabra leída de acuerdo con el sistema de Ventris resultaba ser TI-RI-PO-DE, que volvía a aparecer otras dos veces en la forma Tl-RI-PO. Se discute todavía la interpretación de algunas frases de esta tablilla, pero el análisis de su contenido a partir de los ideogramas es evidente y las palabras relativas a ellos son claras. Donde hay un dibujo de una caldera con un trípode tenemos la palabra TI-RI-PO, esto es, trípode.


Tablilla P641 - Transcipción y traducción (al inglés)

En 1956, Ventris y Chadwick publicaron el artículo «Documentos en griego micénico». Tras la muerte de Ventris en un accidente de coche ese mismo año, Chadwick se convirtió en la máxima autoridad mundial sobre el tema. En 1958 llegó a escribir un libro de divulgación popular «El desciframiento del Lineal B». Siguió estudiando, escribiendo artículos y trabajando sobre esta materia hasta su muerte en 1998.

De esta forma, Michael Ventris  y John Chadwick dieron con el desciframiento definitivo, en 1952 (diecisiete años después de la conferencia dada por Evans en Londres) del Lineal B, probando que lo que encerraba era la lengua griega arcaica, escrita a través de este silabario (anterior al surgimiento del alfabeto griego). A partir de esta fecha, tal solución ha ido sido aceptada por los científicos hasta tal punto que hoy es ya una tesis admitida unánimemente y que se reafirma más a la luz de nuevos hallazgos. La lingüística cuenta ahora con datos de inapreciable valor para estudiar la historia del griego en el II milenio y es seguro que el desciframiento del lineal B señala una nueva fase en la investigación de las escrituras mediterráneas y del Asia Menor.

El desciframiento del Lineal B no sólo descubre una lengua tras unos signos y que la lengua empleada en la zona, mil años antes de Pericles y la Grecia clásica era ya el griego sino que, históricamente, confirma la teoría sobre la ocupación de Creta por los griegos aqueos antes de la fecha que era generalmente admitida con anterioridad. El descubrimiento de Ventris y Chadwick ha permitido ampliar considerablemente nuestro conocimiento de las civilizaciones minoica y micénica y acercarnos más a los héroes homéricos, que poco a poco van saliendo de la oscuridad de la leyenda y adquiriendo su exacta grandeza histórica.


"Secretos de la arqueología - Los secretos de la isla de Minos",
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viernes, 1 de febrero de 2013

Sistemas de escritura cretenses - Parte 1

Desde los inicios de la edad del bronce en el Egeo, hacia 2.800 a. c. hasta la denominada Edad Oscura (hacia 1.200 aproximadamente), se desarrollan en la región unas culturas con entidad propia, que tienen su origen en la evolución de las comunidades neolíticas -como la cultura minoica- y que conocen la aportación de elementos culturales nuevos de la mano de poblaciones de origen indoeuropeo -como la micénica-. En la isla de Creta se desarrolla la cultura minoica, aquí se han descubierto varios sistemas de escritura que se han conformado como uno de los enigmas más apasionantes y difíciles de resolver de la antigüedad. En esta entrada hablaremos de los dos sistemas más antiguos de la isla: la escritura jeroglífica y el Lineal A, ya existentes en la primera mitad del II milenio a. c.

Enlaces relacionados:

 LOS SISTEMAS DE ESCRITURA

La Edad del Bronce en el Mediterráneo marca una época de ruptura con la antigüedad prehistórica. En el mar Egeo, constituye la época de las grandes epopeyas que llevan a cabo los héroes homéricos (recogidas en la Ilíada y la Odisea), en la que surgen las primeras civilizaciones urbanas de la zona y en la que aparecen las primeras señales de la existencia de sistemas de escritura, cuyos vestigios han llegado hasta nosotros.

Entrada norte al palacio de Cnosos (Creta), por Jebulon (2015)
Fuente: Wikimedia Commons / CC0 1.0


Sin embargo, estos sistemas de escritura tan antiguos aún no han sido completamente descifrados por lo que las fuentes para el estudio de la época siguen siendo fundamentalmente arqueológicas. Para un arqueólogo, la importancia de la existencia de la escritura para la sociedad que estudia, más allá de la información que la misma puede aportar, reside en que constituye un claro indicador del avance logrado por dicha sociedad. La presencia de ésta, aunque sea fragmentada, permite plantear y responder preguntas que, de otro modo, sólo quedarían en meras hipótesis y teorías. A la vista del alto grado de desarrollo de la sociedad minoica, tal como se puede apreciar en la complejidad y grado de factura de sus monumentos, no se podría explicar que éstos no conocieran la escritura. El entramado político y social de la talasocracia cretense difícilmente se podía llevar sin ningún sistema de contabilidad y sin una compleja administración.

Asentamientos minoicos en Creta

Y, como no podía ser de otro modo, sir Arthur Evans, el descubridor de Cnosos, encontró miles de documentos escritos en Creta. La abundancia de las inscripciones encontradas en Cnosos, Hagia Triada y el resto de yacimientos de la isla permitió distinguir varias formas de escritura en la isla y que podían representar o no un mismo idioma ya que no coinciden en el tiempo.

  1. Escritura jeroglífica: hace su aparición en el Minoico antiguo (2800-2000 a. c. aproximadamente).
  2. Escritura Lineal A: surge durante el Minoico medio (2000-1600 a. c.).
  3. Escritura Lineal B: que podría haber aparecido en la isla también en esa época pero que su gran desarrollo parece ser algo posterior, en el Minoico reciente (1600-1200 a. c.)
Sir Arthur Evans

 LA ESCRITURA JEROGLÍFICA  

La escritura más antigua que conocemos en Creta fue erróneamente llamada "jeroglífica" por Evans ya que no es de tipo pictográfico. Aunque continúa llamándose así por tradición, lo cierto es que no se trata de una escritura jeroglífica sino de un silabario (un sistema de signos que representan sílabas). El nombre describe una escritura que nació sin duda en Creta en la segunda mitad del tercer milenio antes de nuestra era, pero cuyos principales testimonios se remontan por el momento sólo hasta el siglo XVIII a. c.

Jeroglíficos cretenses. Fuente: Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, June 12).
Retrieved April 17, 2015, from OCW Universidad de Cantabria Web site. / CC-BY-NC-SA 4.0

El material jeroglífico  encontrado hasta el momento es muy escaso lo que hace imposible su desciframiento a no ser que aparezcan nuevos hallazgos. Sin embargo, sí que se pueden vislumbrar algunas posibilidades, hipótesis y teorías. El sistema más cercano a éste, a simple vista, puede ser el egipcio, que presumimos que es más antiguo, a la luz de los hallazgos encontrados. De hecho, el sistema fue bautizado así por su parecido formal con el jeroglífico egipcio (usa dibujos de objetos reconocibles), aunque no se puede afirmar que los signos fueran aprendidos de ellos, a pesar de los vínculos comerciales que sí sabemos que ambas culturas mantenían entre sí. En un sistema pictográfico, el pictograma (el dibujo de un objeto) es la unidad de la escritura. Este tipo de sistemas no pretenden dibujar sonidos (como hacemos en los alfabetos actuales) sino ideas a través de objetos tangibles. Por ejemplo, un hombre con un arco y un búfalo puede darnos la idea de la caza. Hoy día, sabemos que ésta, no es una característica del jeroglífico cretense; de ahí que su nombre no sea muy apropiado

Tablilla jerogífica, por Roberto Lérida Lafarga
Fuente: Proyecto Clío / Clio History and history teaching / CC-BY-NC-ND 3.0 

Entre los 96 signos de la escritura jeroglífica cretense que se llegaron a usar, predominan los relacionados con las diversas partes del cuerpo humano; así como objetos, animales, barcos y artículos marinos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que una veintena de estos signos se atestiguan sólo una sola vez y es posible que algunos de ellos sean signos «fantasmas» o formas mal identificadas de otros signos ya conocidos. En conclusión, de unos 350 documentos, podemos contar con unos 30 signos distintos en total, lo que incluye silabogramas, logogramas (signos que representan palabras que a su vez designan cosas), cifras, unidades de medida, fracciones y signos de puntuación. Otra complicación añadida a los signos sin identificar son las variaciones que encontramos de esos mismos signos de unos documentos a otros. Para Evans esto no era achacable a la actividad de los distintos escribas sino el indicador de una evolución de la propia escritura. Así distingue entre dos clases de signos pictográficos: la clase A y la clase B (denominación que no debe confundirse con los sistemas lineales A y B). La clase A, de la que sólo se han encontrado inscripciones sobre tablillas, sería así sustituida por la más cómoda y menos elaborada clase B, de la que ha aparecido una tipología de objetos más amplia (etiquetas, medallones y tablillas) realizados en arcilla, piedra o esteatita.

La mayor parte de los objetos que recogen inscripciones realizadas con este sistema de escritura se deben a sellos y, en menor medida, en tablillas de arcilla. La escasez de dichos objetos se debe a que sólo se han encontrado escritura jeroglífica en Cnosos y Mallia.

Mención aparte merece la aparición del llamado "Disco de Festos", una tablilla de arcilla de forma circular, de unos 15 centímetros de diámetro. Descubierto en 1908 por el arqueólogo italiano Luigi Perner en dicho palacio, el disco se encuentra escrito por ambas caras y cada una de ellas presenta signos pictográficos. Estos signos no se hallan escritos sino impresos mediante sellos que seguían un curso en espiral. La lectura (a juzgar por las criaturas vivientes) parece iniciarse en la periferia y continuar hacia dentro. De los 241 signos (118 en una cara y 123 en otra) se identifican 45 signos diferentes que probablemente son silábicos, aunque algunos también pueden ser logogramas (como se ha señalado, un signo que representa una palabra). El texto de la inscripción contiene, probablemente, 61 palabras (31 en la cara A y 30 en la cara B). Hasta el momento, todos los intentos de descifrarlo o de descubrir su propósito han sido en vano. El disco se ha convertido en uno de los caballos de batalla de la civilización cretense por parte de los investigadores, que han mostrado múltiples hipótesis (incluido un origen no minoico).


Disco de Festos - Reverso y anverso (Caras B y A)

                        
                                           Transcripción Disco de Festos - Reverso y anverso (Caras B y A)

El disco de Festos, 
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Como se ha comentado, es tan escaso el material que se conserva del llamado jeroglífico cretense y su contenido es tan breve y recurrente que es prácticamente imposible descifrarlo de momento. Se desconoce, por tanto, la lengua que se esconde detrás de esta escritura, aunque los expertos parecen estar de acuerdo en que tal escritura no recogía ninguna forma de lengua griega sino, tal vez, otra lengua mediterránea.

Parece ser que el jeroglífico cretense coexistió con el lineal A. Este último tiene unos diez signos que también aparecen en el primero con un parecido razonable. Por ello y otras razones se sospecha que puedan estar emparentados de alguna forma, pero la mayoría de los estudiosos coinciden en pensar que se trata de distintos sistemas ideados para diferentes lenguas habladas en el mismo lugar.

   EL ENIGMA DEL LINEAL A  

El caso de la escritura lineal es netamente distinto al del sistema jeroglífico. El primer descubrimiento arqueológico de estos hallazgos fue realizado por sir Arthur Evans a comienzos del siglo XX y, desde un principio, se pensó que sería posible su desciframiento debido al gran número de materiales encontrados (Evans defendía que el Lineal A derivaba del jeroglífico). Se distinguieron dos variantes denominadas por el arqueólogo inglés como Lineal A y Lineal B.

Tablilla en lineal A, por Siren-Com (2015)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

Es generalmente admitido, como se ha comentado, que la escritura jeroglífica se empezó a usar en Creta, al menos, desde comienzos del II milenio y que fue evolucionando o simplemente dando paso a otro sistema con el que estuvo conviviendo, el llamado Lineal A. Éste, fuera o no el resultado de dicha evolución, empieza a encontrarse hacia mediados del siglo XVIII a. c. y terminará por sustituir al primero. Sin embargo, los documentos que la isla ha proporcionado con este tipo de escritura no son muy abundantes. Más del 90% de los textos son documentos administrativos, escritos todos ellos en arcilla sin cocer, que se reparten por el formato en cuatro categorías: tablillas, precintos, nódulos y rodelas. El resto está escrito sobre soportes de barro cocido, de piedra, revoques murales y objetos de metal. El gran yacimiento de este sistema de escritura lo ha constituido Hagia Triada donde se han encontrado más del 70% de todo el corpus en lineal A.


Tablilla en lineal A, por Roberto Lérida Lafarga
Fuente: Proyecto Clío / Clio History and history teaching / CC-BY-NC-ND 3.0 

La adopción de dos sistemas de escritura coetáneos en el tiempo (el jeroglífico y el lineal A) obedece a razones que nos son completamente desconocidas, a pesar de las múltiples hipótesis planteadas. Es posible que se trate de dos creaciones independientes, que tuvieron una gran influencia mutua, o que fueran dos vástagos de una escritura anterior perdida, de la que no nos ha llegado ningún rastro. En el caso de que derivaran una de la otra, ¿cuál habría sido la primigenia? Los especialistas siguen discutiendo sobre ello, pero, sin un número suficiente de documentos, nada puede demostrarse.

Sea como fuere, la aparición de una nueva escritura en la primera mitad del II milenio a. c., el llamado lineal A, muestra un sistema plenamente silábico con algo menos de un centenar de signos, de los que sólo 20 son logogramas. Esta segunda fase se caracteriza por la reducción a trazos simples de algunos de los pictogramas de la fase anterior. Su dirección es de izquierda a derecha y sólo se han encontrado restos en la zona minoica y no fuera de ella.  La mayoría de objetos en que están escritas las inscripciones son tablillas de arcilla blanda que se secaban al sol antes de archivarlas. Los incendios que asolaron los palacios cocieron estas tablillas que, de otra forma, difícilmente hubieran llegado a nosotros. El contenido de tales tablillas es muy breve y parecen ser de carácter administrativo: listas de productos, ofrendas, donaciones...

Tablilla jerogífica, por Roberto Lérida Lafarga
Fuente: Proyecto Clío / Clio History and history teaching / CC-BY-NC-ND 3.0 

El origen de las escrituras más antiguas siempre aparece envuelto en un cierto halo de oscuro misterio debido a la falta de documentación y éste caso no es distinto. Sabemos con seguridad que los cretenses del tercer milenio inventaron una o dos escrituras originales, probablemente inspirándose en la escritura egipcia o mesopotámica, pero sin copiar dichos sistemas, ni en sus estructuras, ni en sus signos. De hecho, en Creta se elaboraron dos sistemas mucho más económicos que los anteriores en cualquiera de las variantes de la época. Los sistemas cretenses contaban con menos de cien signos y eran  silabarios constituidos por sílabas sim­ples (consonante + vocal o vocal sola).

Parece perderse allá el 1450, si bien la fecha de sustitución de esta fase por el Lineal B es difícil de delimitar, ya que sólo se ha hallado el lineal A en un palacio del Minoico Reciente. Aunque permanece, al igual que el jeroglífico, también aún sin descifrar; parece ser que tampoco refleja la lengua griega.