domingo, 3 de febrero de 2013

Sistemas de escritura cretenses - Parte 2

Desde los inicios de la edad del bronce en el Egeo, hacia 2.800 a. c. hasta la denominada Edad Oscura (hacia 1.200 aproximadamente), se desarrollan en la región unas culturas con entidad propia, que tienen su origen en la evolución de las comunidades neolíticas -como la cultura minoica- y que conocen la aportación de elementos culturales nuevos de la mano de poblaciones de origen indoeuropeo -como la micénica-. En la isla de Creta se desarrolla la cultura minoica, aquí se han descubierto varios sistemas de escritura que se han conformado como uno de los enigmas más apasionantes y difíciles de resolver de la antigüedad. En esta entrada hablaremos del más antiguo sistema de escritura descifrado en la isla: el Lineal B.

Enlaces relacionados:


 EL ORIGEN DEL LINEAL B  

El gran descubrimiento lo constituye, en cambio, los textos en Lineal B (datados cronológicamente en la última etapa minoica). El número de estos documentos sí que es abundante: sólo las excavaciones de Cnosos han proporcionado más de 3.000 tablillas. Esta escritura sí que ha sido descifrada y ha permitido arrojar algo más de luz a una época oscura en cuanto a las noticias que nos han llegado de la misma pero brillante con respecto a su legado.

El Lineal B, al ser más elaborado que el Lineal A, fue considerado por Evans como una escritura palaciega desarrollada por los escribas de Cnosos. Su testimonio más antiguo se remonta a 1400 a. c. pero es indudablemente anterior. Establecer el lugar de origen de esta escritura es un tema controvertido. Tradicionalmente se ha considerado que el Lineal B debió pasar a Grecia desde Creta tras las incursiones micénicas en la isla, de ahí que se encuentren restos en Creta, así como también en el continente, en ciudades como Pilos, Micenas o Argos (aunque esto pueda verse acentuado por el hecho de encontrarse los primeros restos en la isla). En la actualidad, cada vez hay más autores defensores de una tesis radicalmente distinta (su creación en el continente y su posterior uso en la isla). Sin embargo, aún no ha aparecido vestigio alguno que permita a los expertos situarse de forma clara, más allá de su propia intuición.

Independientemente de cuál fuera el lugar de su surgimiento, las inscripciones aparecen mayoritariamente en tablillas de cerámica o arcilla en palacios como el de Cnosos. Parece claro que deriva del lineal A (64 de sus 87 signos silábicos tienen claros antecedentes formales en esa escritura) y se sospecha que las modificaciones que sufrió pueden ser fruto de la adaptación de tal escritura a la lengua griega. 

Textos en tablillas escritas en Lineal A (1) y Lineal B (2)

En la época en que Evans descubrió el palacio de Cnosos –principios del siglo XX– sólo habían aparecido textos en lineal B en Creta, por lo que parece lógico que se comenzara a hablar de «escrituras cretenses» refiriéndose a que estos sistemas (jeroglífico, Lineal A y Lineal B) debieron haber sido creados en la isla de Creta. Pero antes de que se consiguiera descifrar el Lineal B, las excavaciones realizadas en la Grecia continental ya dieron lugar a la aparición de hallazgos de textos redactados con dicho sistema en Micenas, Tirinto, Cadmea, Pilos... lo que nos obliga a considerar, la posibilidad de que el lineal B fuera una escritura de origen heládico y no cretense.

 EL DESCIFRAMIENTO DEL LINEAL B  

En 1900, Arthur Evans descubría el palacio de Cnosos en Creta y sacaba a la luz una civilización (a la que denominó minoica) cambiando para siempre el conocimiento de nuestro propio pasado y la historia conocida del Mediterráneo así como de todas las civilizaciones con las que los minoicos entraron en contacto.

En una época llena de romanticismo por el descubrimiento de antiguas civilizaciones de las que aún quedaban muchos aspectos por descifrar (el descubrimiento la tumba de Tutankamón aún no se había realizado y el de Troya o Micenas y de otras grandes civilizaciones orientales era tan reciente que aún quedaban muchas preguntas en el aire), la aparición de lenguajes milenarios nunca antes vistos por el hombre actual constituía un apasionante puzle sobre el que trabajar. Hacia 1900, Evans había hallado ya numero­sos restos en Cnosos y más de 700 fragmentos de tablillas en las que aparecían unos signos que él consideró como "la escritura prehistórica de Creta”. Esta misteriosa escritura intrigaba a Evans de forma sobrecogedora, pero por más que se esforzó no daba con la clave que garantizaba el acceso al saber oculto en dichas tablillas. Otros investiga­dores, expertos en la materia, intentaron encontrar la clave durante más de treinta años pero únicamente pudieron averiguar que se tra­taba de inventarios, y que tenían ya un sistema nu­mérico. Esto suponía una gran decepción para quienes, en la época de entreguerras, aún seguían fascinados por descubrimientos aún sin descifrar.

Tablilla de Cnosos escrita en lineal B, por vintagedept
Fuente: Flickr / Wikimedia Commons / CC-BY 2.0

Desde la primera publicación del hallazgo de las tablillas, Evans señalaba que debió existir una evolu­ción en la escritura cretense basándose en el aspecto formal y la aparatosidad del método empleado para llevar a cabo la tarea de la escritura. Según él, debieron aparecer prime­ro los jeroglíficos, que se encuentran en los más antiguos sellos de piedra grabados; más tarde debió surgir una forma de escritura, más cursiva, a la que llamó Lineal A, y, por último, una modificación de esta, que Evans denominó Lineal B y de la que, como se ha mencionado anteriormente, se han encontrado más ejemplos en Creta y en el continente, en lugares tales como Micenas y Pilos, y que estaba en uso en la época de la des­trucción de Cnosos.

El azar proporciona a veces maravillosas coincidencias. Una simple anécdota de ofrecer una conferencia en un lugar y tiempo determinados y no en otros puede resultar determinante para descifrar uno de los enigmas que tuvieron vilo a los expertos durante décadas. Ésta, en concreto, se ha hecho famosa. Lo cierto es que, ya a la edad de ochenta y cuatro años, Evans pronunció en Londres una conferencia en la que habló de los descubrimientos minoicos y de las tablillas de misteriosos signos que había encontrado hacía ya treinta y seis años. Michael Ventris, un muchacho de apenas trece años, oyó asombrado que todavía nadie las había descifrado. Fascinado por la idea, Ventris, se iba a enfrentar resueltamente con ellas.

Michael Ventris con 14 años, aproximadamente cuando asistió a la conferencia de Evans
Fuente: 66south

La escasez de textos que Ventris podía manejar fue su principal proble­ma. Pero algunos hechos jugaron en su favor. Un descubrimiento interesante ocurrió en 1939 cuando el profesor Blegen encontró en el palacio micénico de Pilos más de seiscientas ta­blillas con escritura lineal B. Éstas, publicadas en 1951, probaban que, aun­que tal escritura había dejado de usarse en Cno­sos después del 1400 a. c., todavía se usaba en el continente doscientos años después. En 1952, se pu­blicaron todas las tablillas en lineal B encontradas en Cnosos. Todo ello proporcionó a Ventris un material de gran valor para sus estudios.

El joven sabía ya, hacia 1940, que la escritura tenía unos 70 signos para representar sonidos, además de los pequeños ideogramas, de modo que debía ser silábica. Sin embargo, Ventris no era el único que aún seguía determinado a resolver el enigma. El inglés devoraba todas las informaciones relacionadas con la escritura cretense. En este sentido, destacan los tra­bajos de la doctora Alice Kober la cual había reconocido los ideogramas, determinando el sistema numeral de pesas y medidas, definido el sentido de la escritura de izquierda a derecha y, sobre todo; la naturaleza flexiva de la lengua. También los de E. L. Bennet jr., quien, tras su trabajo en Pilos, había concluido que la lengua escrita en el lineal B era la misma en Cnosos que en la Grecia peninsular.

Ventris, ese mismo año de 1940, sugirió la hipótesis de que la len­gua de las tablillas en lineal B fuese el griego. A sus dieciocho años realizó su primer artículo sobre el tema, titulado «Presentación de la lengua minoica». Ya varios arqueólo­gos habían anticipado la fecha del auge de Mice­nas y la decadencia de la talasocracia cretense, lo que hacía muy probable la hipótesis de que el úl­timo palacio de Cnosos (1400 a. c.) fuese ya ocupado por un príncipe aqueo.

Ventris empezó a colaborar en 1952 con John Chadwick, filólogo de Cam­bridge y especialista en lenguas clásicas. Ambos se centraron en el desciframiento progresivo del Lineal B aplicando los conocimientos filológicos de Chadwick a la teoría inicial de Ventris, de que la escritura escondiera algún tipo de griego arcaico y no otra lengua. Ventris se encontraba cada vez más cerca de pro­bar su teoría.

Tabla de frecuencias de signos del Lineal B en Pylos, del diario de Ventris (mayo de 1951)
Dicha teoría se basaba en que el elevado número de signos fonéticos, 88 en total, evidenciaba que no se trataba de un alfabeto, (para el que, por lo general, unos 30 signos son más que suficientes) sino de un silabario. Ventris realizó estadísticas de las frecuencias con que aparecía cada signo, de sus combinaciones y de su frecuencia al comienzo o final de cada grupo. Era de esperar que los signos comunes a las tablillas de todas las pro­cedencias fuesen elementos gramaticales o de vocabulario comunes, mientras aquellos que se hallaban en tablillas de un solo lugar serían verosímilmente nombres propios, en su gran mayoría topónimos. La atribución de valores fonéticos se basó en hipótesis sugeridas unas veces por el contexto, otras por hechos combi­natorios, otras por la semejanza de algún signo con el silabario chipriota.

Cuando Ventris comenzó a aplicar experimentalmente los valores fonéticos a las declinaciones que ya había analizado, se vio sorprendido con que concordaban no sólo con el sistema griego conocido de declinaciones, sino, sobre todo, con sus formas más arcaicas, como las sacadas de los dialectos homéricos. Ese mismo año de 1952, Ventris anunció el desciframiento de este sistema de escritura por la cadena de radio BBC de Londres. Sin embargo, aunque su teoría casaba perfectamente con todas las tablillas que procedían de las primeras excavaciones de Evans y Blegen y no podía afirmarse que esas mismas reglas fueran a servir para nuevas inscripciones que en ese momento todavía fueran desconocidas, esto era lo que Ventris buscaba para su comprobación definitiva.

Atribución del valores fonéticos al silabario del Lineal B. Fuente: Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, June 12). Retrieved April 17, 2015, from OCW Universidad de Cantabria 
Web site. / CC-BY-NC-SA 4.0

En mayo de 1953, Ventris recibió una carta del profesor Blegen desde Grecia. Éste había reemprendido las excavaciones en Pilos y encontrado nuevas tablillas en el palacio; había pasado mucho tiempo estudiándolas y descifrándolas, de acuerdo con el sistema de Ventris. Una de ellas, la signada como P641 se convirtió en la nueva “Piedra de Rosetta” de la escritura lineal.

Los ideogramas finales de esta tablilla representaban evidentemente unos recipientes con patas y la primera palabra leída de acuerdo con el sistema de Ventris resultaba ser TI-RI-PO-DE, que volvía a aparecer otras dos veces en la forma Tl-RI-PO. Se discute todavía la interpretación de algunas frases de esta tablilla, pero el análisis de su contenido a partir de los ideogramas es evidente y las palabras relativas a ellos son claras. Donde hay un dibujo de una caldera con un trípode tenemos la palabra TI-RI-PO, esto es, trípode.


Tablilla P641 - Transcipción y traducción (al inglés)

En 1956, Ventris y Chadwick publicaron el artículo «Documentos en griego micénico». Tras la muerte de Ventris en un accidente de coche ese mismo año, Chadwick se convirtió en la máxima autoridad mundial sobre el tema. En 1958 llegó a escribir un libro de divulgación popular «El desciframiento del Lineal B». Siguió estudiando, escribiendo artículos y trabajando sobre esta materia hasta su muerte en 1998.

De esta forma, Michael Ventris  y John Chadwick dieron con el desciframiento definitivo, en 1952 (diecisiete años después de la conferencia dada por Evans en Londres) del Lineal B, probando que lo que encerraba era la lengua griega arcaica, escrita a través de este silabario (anterior al surgimiento del alfabeto griego). A partir de esta fecha, tal solución ha ido sido aceptada por los científicos hasta tal punto que hoy es ya una tesis admitida unánimemente y que se reafirma más a la luz de nuevos hallazgos. La lingüística cuenta ahora con datos de inapreciable valor para estudiar la historia del griego en el II milenio y es seguro que el desciframiento del lineal B señala una nueva fase en la investigación de las escrituras mediterráneas y del Asia Menor.

El desciframiento del Lineal B no sólo descubre una lengua tras unos signos y que la lengua empleada en la zona, mil años antes de Pericles y la Grecia clásica era ya el griego sino que, históricamente, confirma la teoría sobre la ocupación de Creta por los griegos aqueos antes de la fecha que era generalmente admitida con anterioridad. El descubrimiento de Ventris y Chadwick ha permitido ampliar considerablemente nuestro conocimiento de las civilizaciones minoica y micénica y acercarnos más a los héroes homéricos, que poco a poco van saliendo de la oscuridad de la leyenda y adquiriendo su exacta grandeza histórica.


"Secretos de la arqueología - Los secretos de la isla de Minos",
subido por nationalchannelful2 a https://www.youtube.com