Desde los inicios de la edad del bronce en el Egeo, hacia 2.800 a. c. hasta la denominada Edad Oscura (hacia 1.200 aproximadamente), se desarrollan en la región unas culturas con entidad propia, que tienen su origen en la evolución de las comunidades neolíticas -como la cultura minoica- y que conocen la aportación de elementos culturales nuevos de la mano de poblaciones de origen indoeuropeo -como la micénica-. En la isla de Creta se desarrolla la cultura minoica, aquí se han descubierto varios sistemas de escritura que se han conformado como uno de los enigmas más apasionantes y difíciles de resolver de la antigüedad. En esta entrada hablaremos del más antiguo sistema de escritura descifrado en la isla: el Lineal B.
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EL ORIGEN DEL LINEAL B
El gran descubrimiento lo constituye, en cambio, los textos en Lineal B (datados cronológicamente en la última etapa minoica). El número de estos documentos sí que es abundante: sólo las excavaciones de Cnosos han proporcionado más de 3.000 tablillas. Esta escritura sí que ha sido descifrada y ha permitido arrojar algo más de luz a una época oscura en cuanto a las noticias que nos han llegado de la misma pero brillante con respecto a su legado.
El Lineal B, al ser más elaborado que el Lineal A, fue considerado por
Evans como una escritura palaciega desarrollada por los escribas de
Cnosos. Su testimonio más antiguo se remonta a 1400 a. c. pero es
indudablemente anterior. Establecer el lugar de origen de esta escritura es un
tema controvertido. Tradicionalmente se ha considerado que el Lineal B debió pasar
a Grecia desde Creta tras las incursiones micénicas en la isla, de ahí que se
encuentren restos en Creta, así como también en el continente, en ciudades como
Pilos, Micenas o Argos (aunque esto pueda verse acentuado por el hecho de
encontrarse los primeros restos en la isla). En la actualidad, cada vez hay más
autores defensores de una tesis radicalmente distinta (su creación en el
continente y su posterior uso en la isla). Sin embargo, aún no ha aparecido
vestigio alguno que permita a los expertos situarse de forma clara, más allá de
su propia intuición.
Independientemente de cuál fuera el lugar de su surgimiento, las inscripciones
aparecen mayoritariamente en tablillas de cerámica o arcilla en palacios como el
de Cnosos. Parece claro que
deriva del lineal A (64 de sus 87 signos silábicos tienen claros antecedentes
formales en esa escritura) y se sospecha que las modificaciones que sufrió pueden ser fruto de la
adaptación de tal escritura a la lengua griega.
En la época en que Evans descubrió el palacio de Cnosos –principios del
siglo XX– sólo habían aparecido textos en lineal B en Creta, por lo que
parece lógico que se comenzara a hablar de «escrituras cretenses» refiriéndose
a que estos sistemas (jeroglífico, Lineal A y Lineal B) debieron haber sido
creados en la isla de Creta. Pero antes de que se consiguiera descifrar el Lineal
B, las excavaciones realizadas en la Grecia continental ya dieron lugar a la
aparición de hallazgos de textos redactados con dicho sistema en Micenas,
Tirinto, Cadmea, Pilos... lo que nos obliga a considerar, la posibilidad de que
el lineal B fuera una escritura de origen heládico y no cretense.
EL DESCIFRAMIENTO DEL LINEAL B
En 1900, Arthur Evans descubría el palacio de Cnosos en Creta y sacaba a la
luz una civilización (a la que denominó minoica) cambiando para siempre el
conocimiento de nuestro propio pasado y la historia conocida del Mediterráneo
así como de todas las civilizaciones con las que los minoicos entraron en
contacto.
En una época llena de romanticismo por el descubrimiento de antiguas
civilizaciones de las que aún quedaban muchos aspectos por descifrar (el
descubrimiento la tumba de Tutankamón aún no se había realizado y el de Troya o
Micenas y de otras grandes civilizaciones orientales era tan reciente que aún
quedaban muchas preguntas en el aire), la aparición de lenguajes milenarios
nunca antes vistos por el hombre actual constituía un apasionante puzle sobre
el que trabajar. Hacia
1900, Evans había hallado ya numerosos restos en Cnosos y más de 700
fragmentos de tablillas en las que aparecían unos signos que él consideró como "la escritura prehistórica de Creta”.
Esta misteriosa escritura intrigaba a Evans de forma sobrecogedora, pero por
más que se esforzó no daba con la clave que garantizaba el acceso al saber
oculto en dichas tablillas. Otros investigadores, expertos en la materia,
intentaron encontrar la clave durante más de treinta años pero únicamente
pudieron averiguar que se trataba de inventarios, y que tenían ya un sistema
numérico. Esto suponía una gran decepción para quienes, en la época de
entreguerras, aún seguían fascinados por descubrimientos aún sin descifrar.
Tablilla de Cnosos escrita en lineal B, por vintagedept Fuente: Flickr / Wikimedia Commons / CC-BY 2.0 |
Desde
la primera publicación del hallazgo de las tablillas, Evans señalaba que debió
existir una evolución en la escritura cretense basándose en el aspecto formal
y la aparatosidad del método empleado para llevar a cabo la tarea de la
escritura. Según él, debieron aparecer primero los jeroglíficos, que se encuentran
en los más antiguos sellos de piedra grabados; más tarde debió surgir una forma
de escritura, más cursiva, a la que llamó Lineal A, y, por último, una
modificación de esta, que Evans denominó Lineal B y de la que, como se ha
mencionado anteriormente, se han encontrado más ejemplos en Creta y en el
continente, en lugares tales como Micenas y Pilos, y que estaba en uso en la
época de la destrucción de Cnosos.
El
azar proporciona a veces maravillosas coincidencias. Una simple anécdota de
ofrecer una conferencia en un lugar y tiempo determinados y no en otros puede
resultar determinante para descifrar uno de los enigmas que tuvieron vilo a los
expertos durante décadas. Ésta, en concreto, se ha hecho famosa. Lo cierto es
que, ya a la edad de ochenta y cuatro años, Evans pronunció en Londres una
conferencia en la que habló de los descubrimientos minoicos y de las tablillas
de misteriosos signos que había encontrado hacía ya treinta y seis años. Michael Ventris, un muchacho de apenas trece años, oyó asombrado que todavía nadie
las había descifrado. Fascinado por la idea, Ventris, se iba a enfrentar
resueltamente con ellas.
Michael Ventris con 14 años, aproximadamente cuando asistió a la conferencia de Evans Fuente: 66south |
La
escasez de textos que Ventris podía manejar fue su principal problema. Pero
algunos hechos jugaron en su favor. Un descubrimiento interesante ocurrió en
1939 cuando el profesor Blegen encontró en el palacio micénico de Pilos más de
seiscientas tablillas con escritura lineal B. Éstas, publicadas en 1951,
probaban que, aunque tal escritura había dejado de usarse en Cnosos después
del 1400 a. c., todavía se usaba en el continente doscientos años después. En
1952, se publicaron todas las tablillas en lineal B encontradas en Cnosos.
Todo ello proporcionó a Ventris un material de gran valor para sus estudios.
El
joven sabía ya, hacia 1940, que la escritura tenía unos 70 signos para
representar sonidos, además de los pequeños ideogramas, de modo que debía ser
silábica. Sin embargo, Ventris no era el único que aún seguía determinado a
resolver el enigma. El inglés devoraba todas las informaciones relacionadas con
la escritura cretense. En este sentido, destacan los trabajos de la doctora Alice Kober la cual había reconocido los ideogramas, determinando el sistema numeral
de pesas y medidas, definido el sentido de la escritura de izquierda a derecha
y, sobre todo; la naturaleza flexiva de la lengua. También los de E. L. Bennet
jr., quien, tras su trabajo en Pilos, había concluido que la lengua escrita en
el lineal B era la misma en Cnosos que en la Grecia peninsular.
Ventris,
ese mismo año de 1940, sugirió la hipótesis de que la lengua de las tablillas en
lineal B fuese el griego. A sus dieciocho años realizó su primer artículo sobre
el tema, titulado «Presentación de la
lengua minoica». Ya varios arqueólogos habían anticipado la fecha del auge
de Micenas y la decadencia de la talasocracia cretense, lo que hacía muy
probable la hipótesis de que el último palacio de Cnosos (1400 a. c.) fuese ya
ocupado por un príncipe aqueo.
Ventris
empezó a colaborar en 1952 con John Chadwick, filólogo de Cambridge y
especialista en lenguas clásicas. Ambos se centraron en el desciframiento
progresivo del Lineal B aplicando los conocimientos filológicos de Chadwick a
la teoría inicial de Ventris, de que la escritura escondiera algún tipo de
griego arcaico y no otra lengua. Ventris se encontraba cada vez más cerca de
probar su teoría.
Tabla de frecuencias de signos del Lineal B en Pylos, del diario de Ventris (mayo de 1951) |
Atribución del valores fonéticos al silabario del Lineal B. Fuente: Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, June 12). Retrieved April 17, 2015, from OCW Universidad de Cantabria Web site. / CC-BY-NC-SA 4.0 |
En mayo
de 1953, Ventris recibió una carta del profesor Blegen desde Grecia. Éste había
reemprendido las excavaciones en Pilos y encontrado nuevas tablillas en el
palacio; había pasado mucho tiempo estudiándolas y descifrándolas, de acuerdo
con el sistema de Ventris. Una de ellas, la signada como P641 se convirtió en la
nueva “Piedra de Rosetta” de la escritura lineal.
Los
ideogramas finales de esta tablilla representaban evidentemente unos
recipientes con patas y la primera palabra leída de acuerdo con el sistema de
Ventris resultaba ser TI-RI-PO-DE, que volvía a aparecer otras dos veces en la
forma Tl-RI-PO. Se discute todavía la interpretación de algunas frases de esta
tablilla, pero el análisis de su contenido a partir de los ideogramas es
evidente y las palabras relativas a ellos son claras. Donde hay un dibujo de
una caldera con un trípode tenemos la palabra TI-RI-PO, esto es, trípode.
En 1956, Ventris y Chadwick publicaron el artículo «Documentos en griego micénico». Tras la muerte de Ventris en un
accidente de coche ese mismo año, Chadwick se convirtió en la máxima autoridad
mundial sobre el tema. En 1958 llegó a escribir un libro de divulgación popular
«El desciframiento del Lineal B».
Siguió estudiando, escribiendo artículos y trabajando sobre esta materia hasta
su muerte en 1998.
De esta forma, Michael Ventris y
John Chadwick dieron con el desciframiento definitivo, en 1952 (diecisiete años
después de la conferencia dada por Evans en Londres) del Lineal B, probando que
lo que encerraba era la lengua griega arcaica, escrita a través de este
silabario (anterior al surgimiento del alfabeto griego). A partir de esta fecha,
tal solución ha ido sido aceptada por los científicos hasta tal punto que hoy
es ya una tesis admitida unánimemente y que se reafirma más a la luz de nuevos
hallazgos. La lingüística
cuenta ahora con datos de inapreciable valor para estudiar la historia del griego
en el II milenio y es seguro que el desciframiento del lineal B señala una
nueva fase en la investigación de las escrituras mediterráneas y del Asia Menor.
El
desciframiento del Lineal B no sólo descubre una lengua tras unos signos y que
la lengua empleada en la zona, mil años antes de Pericles y la Grecia clásica
era ya el griego sino que, históricamente, confirma la teoría sobre la
ocupación de Creta por los griegos aqueos antes de la fecha que era generalmente
admitida con anterioridad. El descubrimiento de Ventris y Chadwick ha permitido
ampliar considerablemente nuestro conocimiento de las civilizaciones minoica y
micénica y acercarnos más a los héroes homéricos, que poco a poco van saliendo
de la oscuridad de la leyenda y adquiriendo su exacta grandeza histórica.
"Secretos de la arqueología - Los secretos de la isla de Minos",
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