Esta entrada se centra en la génesis y nacimiento de la cultura egipcia. Su aparición está fuertemente vinculada a la vida prehistórica que surge a la ribera del Nilo. Este marco geográfico le proporcionará a la cultura egipcia unas señas de identidad que la diferencian de los demás procesos de neolitización que aparecen en la misma época. La formación de la civilización egipcia estuvo fuertemente vinculada a la aparición de un nuevo personaje que surge en esta época: el faraón. En torno a esta figura se agruparán las comunidades agrícolas del Bajo y el Alto Egipto, en un proceso turbulento y poco conocido.
Enlaces relacionados:
- Egipto antes de los faraones.
Antes
de la aparición de Egipto como estado faraónico, la zona estaba conformada por
dos reinos: uno en el curso alto del Nilo (Alto Egipto) con capital en Nekhen o
Hieracómpolis y otro en el curso bajo (Bajo Egipto) con capital en Buto. Estas dos
formaciones políticas, que habían alcanzado un grado importante de desarrollo,
ubicadas al sur y al norte de Egipto, sufrirán importantes cambios a lo largo
de la época predinástica. Finalmente, y tras una serie de acontecimientos aún
no suficientemente aclarados, un rey del Alto Egipto conquista el norte y
unifica el país. Este rey, cuya figura histórica está poco definida, se identifica
con el fundador de la I dinastía: Menes, Narmer o Escorpión.
Ya
antes de la unificación, y según la teoría mayormente aceptada, el territorio
egipcio se encontraba dividido en circunscripciones territoriales: nomos o
provincias. Los nomos (que en origen
se vinculan con superficies de regadío) sufren una importante evolución y
transformación a lo largo de la historia de Egipto. Su origen prehistórico se
remontaba al eneolítico (edad del cobre) y cada uno de ellos tenía sus propias peculiaridades
(su territorio, sus comunidades, su organización social y sus ídolos totémicos,
que darán lugar a gran parte de la cosmología y mitología egipcias,...). Debido a sus
orígenes relacionados con los recursos hídricos, era frecuente que se
enfrentasen por cuestiones relacionadas con los cultivos y las aguas. En época predinástica dos confederaciones de ellos dieron lugar a los reinos del Alto y el Bajo Egipto. Ya en
época tinita, el nomo es una simple
división funcional administrativa, conociéndose 38 de ellos, número que se
incrementó posteriormente. El nomo se
designaba según el nombre de su capital de forma que las ciudades más
importantes poseían los nomos más
extensos.
Sin
que conozcamos los sucesos que condujeron al cambio, se instaura la II Dinastía
en la que se encuadran los faraones Hotepsekhemui, Raneb, Nineter, Uneq,
Senedj, Peribsen, Khasekhem, Khasekhemui (la mayoría de egiptólogos asocian estos dos últimos a un mismo faraón); aunque hay que tener en cuenta que la
sucesión enunciada tiene lagunas y períodos poco conocidos.
En los primeros momentos, conocemos el establecimiento de censos bianuales y la existencia de guerras internas (con Nineter). Con Peribsen, la figura del faraón sustituyó su habitual advocación a Horus por la de Seth, lo que parece indicar que hubo revueltas internas entre el Bajo y el Alto Egipto, y que pasaron a solventarse antes o bajo el reinado del último faraón (quien usa en su serej la advocación a ambos dioses). Además, existen indicios de violencia en estos momentos contra los lugares de enterramiento de sus antecesores y la capital se trasladó a Abydos, abandonándose Menfis. Los últimos faraones conocerán problemas internos y el cambio de dinastía es también confuso. El nombre de Khasekhemui se traduce como «aparición de los dos poderes». Es indicativo de la existencia de problemas entre las regiones.
En esta fase formativa de la historia egipcia se generan modelos que serán característicos de la cultura del Nilo. Los artistas y artesanos del momento serán responsables del diseño, en época tan temprana, de los modelos estéticos que conocemos, creando sofisticadas tradiciones artísticas y culturales que están en la base de la civilización faraónica.
El faraón
era una fuerza cuya esencia está tan ligada a la historia egipcia que es
imposible entender la una sin el otro. Ya en el Egipto arcaico la figura real
había adquirido una gran importancia. El faraón es el estado, representa una
monarquía centralizada, basada en el carácter divino del rey. Es el propietario
y administrador de todas las tierras del país. A él se dirigen los tributos y
las corveas o trabajos gratuitos (en la práctica hay tierras en poder de los
templos y de particulares). Su destacado papel social es un reflejo del modelo
económico de la economía potámica. El faraón ya en las primeras dinastías
aparece vinculado, además de a la conquista y consolidación política
del territorio, a las labores de aprovechamiento y recuperación de tierras de
regadío: drenaje de zonas pantanosas, construcción de canales, impulso de la
puesta en cultivo de terrenos diversos, etc.
Asume
el título de Horus.
Se representa como el rey del Alto y del Bajo Egipto, como unificador. Ostenta
la alta corona blanca, símbolo del Alto país, y la baja corona roja, insignia
del Bajo Egipto. Basa su poder en su carácter religioso y también en el poder
coercitivo, en el control militar. La política de alianzas y diplomática se
plasma en los enlaces matrimoniales entre príncipes del Norte y el Sur, así
como en la construcción de templos dedicados a las divinidades locales.
Con respecto
a la Administración, su misión era administrar el estado para el faraón. En
estos momentos, tiene su centro en la capital, Menfis. Existían dos centros
administrativos importantes, la Casa Blanca del Sur y la Casa Roja
del Norte.
La sociedad egipcia tenderá a jerarquizarse en función del papel que desempeñen los individuos dentro de la comunidad. A grandes rasgos, podemos distinguir varios grupos dentro de una sociedad egipcia a cuyo frente se situará el faraón, como depositario del poder divino. La corte estará integrada por sacerdotes y altos funcionarios (como los ya mencionados) que desempeñarán un importante papel en la difusión de la cultura egipcia. El resto de trabajadores (comerciantes, artesanos, campesinos, etc.) forman un grupo muy heterogéneo de personas que dependen de su trabajo diario para sobrevivir aunque la propiedad privada y la posibilidad de ascenso social fueran una realidad. La esclavitud estaba extendida y su origen se debía principalmente a conflictos bélicos.
Enlaces relacionados:
- Egipto antes de los faraones.
EL
PERÍODO PROTODINÁSTICO Y LAS PRIMERAS DINASTÍAS (3.200-2.780)
En
la historia de Egipto, hubo épocas en las que la zona no se encontraba
unificada bajo un mismo dominio. La primera unificación del país del Nilo se da
en torno al año 3.200 a. c. y, a partir de ésta, empiezan a surgir las primeras
dinastías de faraones que gobiernan el país. Antes de esta unificación, Egipto
vive en lo que llamamos un período predinástico.
La llamada
fase protodinástica hace referencia a la época final del mencionado período
predinástico y es también conocida como la «Dinastía 0». Aunque de este período protodinástico se conocen pocos testimonios,
es de enorme importancia pues constituye la fase formativa de esta civilización tal y
como la conocemos. También es el momento en el que el país se unifica y en la
que se desarrolla la escritura egipcia. Hay que entender que la unificación del
país no es el origen de la civilización egipcia, sino el fruto de la evolución
previa de las comunidades que ya estaban asentadas en el Nilo.
Retrato de Horus Escorpión II, gobernante del Alto Egipto, (detalle de la maza ceremonial de Hieracómpolis), por Udimu Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
El
Egipto de las primeras dinastías es un trascendental período que conoce el
establecimiento de los elementos básicos de la cultura nilótica. Este período, que abarca el
reinado de la I y
II dinastías, se conoce también como período Tinita por tener su
origen en la ciudad de This o Tinis, ubicada en las cercanías de Abydos. El proceso
de traslado de la capital desde Hieracómpolis (capital del Alto Egipto) acabó
con su establecimiento en Menfis, al inicio de la II dinastía. Este período tinita
se inicia con la unificación hacia el 3.100 antes de nuestra era y su desarrollo coincide
con la formación y organización del estado egipcio.
Principales asentamientos del Egipto predinástico |
La
unificación de Narmer, tras tomar la zona del Delta, se representó en la Maza y
la Paleta del rey, donde aparece con los atributos del Alto y el Bajo Egipto
(corona blanca y corona roja). La política cultural en ambas zonas estaba
dirigida a un sincretismo y asimilación mutuos. Al empleo de símbolos de ambas
zonas como el uso de las dos coronas se unen otros como celebraciones de la
unificación o la asimilación de estilos arquitectónicos así como el recurso de
las alianzas matrimoniales y los matrimonios mixtos. Algunos de los
acontecimientos destacados de esta dinastía son las expediciones a Nubia, el control
de los recursos del Sinaí, la elaboración del censo de habitantes o la
instauración de la Fiesta
Sed. Durante esta I dinastía se consolida la organización de los nomos, con sus nomarcas
a la cabeza. En manos de estos reside un poder importante así como en otros
altos funcionarios del país, que en muchas ocasiones entroncan con las élites
locales precedentes.
Paleta del rey Narmer Fuente: Wikimedia Commons |
La
monarquía tenía un destacado carácter militar pues el rey en persona o sus
delegados directos participaban en las campañas. Nómadas procedentes de la
actual Libia (que buscaban asentarse en el valle y el delta del Nilo), nubios
del sur (con quien también se trababan relaciones comerciales) y tribus del
este (que pretendían apoderarse de los recursos y minas egipcias) eran algunos
de sus más usuales enemigos tras la unificación.
La I
Dinastía abarca siete reinados: Aha (reciente y posiblemente asociado a Menes),
Djer, Uadji, Udimu, Adjib, Semerkhet y Ka, todos enterrados en la necrópolis de
Abydos a los que habría que añadir los posibles casos de regencia. El seguimiento de los reyes de esta época es complejo por varias razones. Por un lado, los vestigios históricos son escasos y tardíos, lo que dificulta su reconstrucción y por otro, la complicada red de titulaturas y nombres de la que hacían gala los faraones ha llevado durante décadas a confundir y despistar a egiptólogos y estudiosos. Existe, además, una dificultad añadida que consiste en la costumbre faraónica de intentar suprimir y eliminar de la historia todo vestigio de aquello contrario a su mandato (incluido reinados de faraones). El resultado es la existencia de multitud de fuentes heterogéneas, difíciles de interpretar, no contemporáneas en muchos casos y que ofrecen informaciones distintas y/o contradictorias (como en el caso de las llamadas Listas Reales). No obstante, el trabajo de historiadores, arqueólogos y egiptólogos ha permitido establecer unas bases sólidas para reconstruir la cronología egipcia, aún en épocas tan remotas.
La
arquitectura funeraria de esta época todavía está en desarrollo, en un estadio
inicial (mastabas) aún lejos de las pirámides y del Valle de los Reyes
inherentes a la imagen que tenemos de Egipto. El término «mastaba» no es de
origen egipcio sino que hace referencia al vocablo árabe que designa estas
construcciones y que significa literalmente «banco». Se encuentran ubicadas en la ribera occidental del Nilo, fuera del alcance
de las crecidas del río, pues la creencia era que los
difuntos viajaban al más allá dirigiéndose a occidente. Su forma sufrió una importante evolución: en líneas generales es
troncopiramidal de base rectangular y en épocas tempranas eran construidas con ladrillos
de adobe aunque más tarde pasaron a elaborarse en piedra (a partir de la IV
dinastía). Las más antiguas, sin embargo, diferían poco de ser meros túmulos de tierra delimitados por muros de adobe. La tumba era excavada en la tierra y sobre la misma se construía el túmulo. La fragilidad del material de las mastabas más antiguas ha dificultado su
conservación desde épocas tan lejanas.
Esquema de la Lista Real de Saqqara, por PLstrom (2009) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
En los primeros momentos, conocemos el establecimiento de censos bianuales y la existencia de guerras internas (con Nineter). Con Peribsen, la figura del faraón sustituyó su habitual advocación a Horus por la de Seth, lo que parece indicar que hubo revueltas internas entre el Bajo y el Alto Egipto, y que pasaron a solventarse antes o bajo el reinado del último faraón (quien usa en su serej la advocación a ambos dioses). Además, existen indicios de violencia en estos momentos contra los lugares de enterramiento de sus antecesores y la capital se trasladó a Abydos, abandonándose Menfis. Los últimos faraones conocerán problemas internos y el cambio de dinastía es también confuso. El nombre de Khasekhemui se traduce como «aparición de los dos poderes». Es indicativo de la existencia de problemas entre las regiones.
Serej con advocación a Seth (Peribsen) y a Horus y Seth (Khasekhemui, por Tedmek) Fuente: Wikimedia Commons / Wikimedia Commons |
LA SOCIEDAD Y LA ADMINISTRACIÓN DE LA ÉPOCA
En esta fase formativa de la historia egipcia se generan modelos que serán característicos de la cultura del Nilo. Los artistas y artesanos del momento serán responsables del diseño, en época tan temprana, de los modelos estéticos que conocemos, creando sofisticadas tradiciones artísticas y culturales que están en la base de la civilización faraónica.
También
se perfilan en estos momentos aspectos esenciales de la administración y la
sociedad egipcia. La figura del faraón y sus subordinados, los esquemas
organizativos, la estructuración territorial, son aspectos que, aunque
lógicamente evolucionarán, ya están en desarrollo en momentos tan tempranos.
Tablilla de marfil del faraón Den (Udimu) atacando a sus enemigos y con su serej (arriba), por CaptMondo (2009) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
El
faraón es dios, tiene fuerzas mágicas que se renuevan ritualmente a través de
la Fiesta Sed. Esta fiesta era uno de los acontecimientos más importantes del reinado del faraón. A diferencia del rey mesopotámico, el egipcio es un ser divino y no un delegado de dicho poder. Por ello, mientras viva, es el mismo dios. Debido a que físicamente el faraón-hombre iba agotándose por el peso de los años, su fuerza vital debía renovarse mediante los ritos que componen este jubileo real cada treinta años (salvo excepciones). De esta forma, el faraón-dios se regeneraba y podía desempeñar de nuevo su papel. El faraón representa el auge de la civilización, el dominio del egipcio sobre el mundo y por ello, garantiza el orden
frente al caos. En este sentido, es el
garante de las crecidas del río y de su buen desarrollo.
Evolución de las coronas de Egipto antes y después de la unificación |
Conocemos
diversos organismos vinculados a la administración:
- La Casa
del Rey: Es la sede de la administración real, en ella se
encuentran los asesores directos del faraón como el Jefe de los secretos
de los decretos o el Compañero de la Casa Real. También
existe ya en esta época un importante cuerpo de
escribas.
- La Casa
Blanca y la Casa Roja: Ambas estaban dirigidas por sus respectivos
cancilleres, portadores del sello. También tenían a su servicio un cuerpo de
escribas y ayudantes. Su misión principal era la elaboración del censo bianual. Base fundamental para la percepción de impuestos.
Los
impuestos eran percibidos en grano y especies. Se almacenaban en los graneros
del estado, quien aseguraba su distribución en momentos de crisis. El faraón
disponía de fincas especializadas que le proporcionaban otra serie de productos
(como viñedos).
- El nomarca: Es quien está al frente de
cada uno de los nomos. Con frecuencia pertenece a las élites locales
predinásticas. Los nomarcas son, por tanto, grandes que sirven al rey y, como tales,
tienen enseñas y dignidades propias. Su misión fundamental es la supervisión de
la administración y del correcto funcionamiento del sistema de canales de riego
por delegación del faraón.
- La Casa
del Jefe de las liberalidades: Su misión era pagar a los
servidores del estado.
- Encargado de los países extranjeros: De éste conocemos su
existencia, pero no sus funciones.
- Adj-mer: Son funcionarios
especializados en las labores de excavación de canales.
A
pesar de esta organización, la urbanización del Nilo en esta época no alcanzó los niveles
mesopotámicos, quizás por la presencia de una cierta seguridad que hizo
innecesario el modelo fortificado, base importante del primer desarrollo
urbanístico. Esta misma seguridad permitió, durante bastante tiempo, la continuidad
de un sistema
de aldeas agrícolas y la presencia de pocas ciudades que pudieran
considerarse como tales. La urbanización de Egipto poseía un predominio de lo
religioso y funerario, una situación que sólo se produjo en Mesopotamia en los
inicios de la revolución
urbana.
Estatua del faraón Khasekhemui (II dinastía), por Udimu (2010) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Sí
se desarrolla en este período una cultura cortesana que también caracterizará
la cultura egipcia, propiciando el nacimiento de determinados cultos y
prácticas de enterramiento, la centralización de la producción y el almacenamiento
de recursos (controlando su redistribución). Esta corte ostentaba los más
importantes puestos del estado egipcio a través de una maraña de relaciones
familiares, impulsando el consumo suntuario que mantiene un activo comercio y
una manufactura asociada, y, en definitiva, permitiendo el paulatino desarrollo
de las artes escritas, muy vinculadas a todas las actividades de estos grupos
cercanos a la corte.
El Nacimiento de Egipto,
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