Durante la edad del bronce en el Egeo se desarrolla en la Grecia continental la cultura micénica. Se trata de una sociedad compleja, con un alto grado de burocratización. En esta entrada intentaremos describir cómo era su administración, su economía e intentaremos recopilar brevemente las principales hipótesis que pretenden explicar las razones de la enigmática desaparición de la civilización que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea".
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LA ADMINISTRACIÓN
Como se ha comentado, al frente del palacio
aparece un rey, el «wanax» o «wa-na-ka», el cual parece que al mismo tiempo era
la divinidad, pues este mismo nombre aparece designando a los dioses, lo cual
inviste de un fuerte sentido teocrático a la monarquía. El «wa-na-ka» sería
originariamente el jefe de la tribu o de un conjunto de tribus al que la
comunidad había deificado como
representante supremo de esa misma comunidad. Los poderes, atributos y propiedades
del rey, al igual que el del resto de los funcionarios, parecen bastante
complejos. No se conocen muy bien las actividades sagradas realizadas por los
reyes; seguramente, dado el carácter teocrático de la monarquía, aparecerían
como los directores del culto, pero poco más se podría añadir de momento.
Máscara funeraria de Agamanón, por DieBuche (2005) Fuente: Wikimedia Commons / German language Wikipedia / CC-BY-SA 3.0 |
Con respecto a la propiedad real, se sabe que
el rey tenía unas tierras, llamadas «témenos», entregadas por la comunidad. Con
respecto a la extensión y forma de explotación de estos témenos, no se tienen
muchos datos. Se sabe que ligados al «wanax» aparecen gran cantidad de
esclavos, pero no sabemos con certeza si estaban unidos a otras actividades
palaciegas (las menciones de sus oficios así lo afirman) o bien que sus
actividades también estaban vinculadas al trabajo de la tierra.
Tras el rey aparece una burocracia bastante
organizada y jerarquizada, con una gama diversa de cargos, unas veces
militares, otros administrativos, religiosos, o bien como propietarios o
administradores de tierras estatales o particulares.
El jefe del ejército recibía el nombre de «la-wa-ge-tas»,
teniendo derecho, al igual que el rey, a un lote particular de tierras, y a un
número de funcionarios dependientes directamente de él Tenía una servidumbre
bastante amplia e incluso estaba dotado del poder de recompensar con tierras a
sus subordinados.
El tercer cargo en importancia lo constituían
los llamados «te-re-ta», a los cuales se les presenta dirigiendo grandes
propiedades territoriales que no sabemos a ciencia cierta a quién pertenecen. Para
algunos estudiosos, los «te-re-ta» no son más que los administradores de estas
tierras en nombre del estado, mientras para otros son los verdaderos propietarios.
Otro cargo que se menciona es el de los «compañeros»
(«hequétai»), los cuales tenían esclavos y carros en común, al igual que
ciertos lotes de tierras. Las funciones de estos compañeros parecen ser de
tipo militar, queriéndoselas relacionar con los enlaces entre los distintos
cuerpos del ejército.
Guerreros micénicos y carro de combate en un fresco de Pilos (1350 a.c. aprox.) Fuente: Wikimedia Commons |
LA ECONOMÍA MICÉNICA
La base económica agraria micénica es algo
mejor conocida que la minoica. En este caso parece que parte de la propiedad
del terreno era del palacio. Sin embargo, las tierras podían ser arrendadas
para su explotación a particulares o cedidas por servicios al monarca. También
existía propiedad privada, a manos de la alta nobleza.
El pueblo campesino se encontraba organizado
en «damos», unidades básicas de organización social, de carácter local. Estaban
vinculados al trabajo de la tierra por relaciones diversas, pero tenían el
disfrute de terrenos de carácter comunal.
El comercio micénico se basaba, de manera
similar al minoico, en la distribución de las manufacturas artesanas en los
circuitos marítimos próximo- orientales. Esta artesanía se especializó en
productos de lujo: cerámica, vidrio, marfil, armas, gemas, ámbar, fayenza...
también en el tráfico de esclavos y ganado, fruto de las incursiones de rapiña
y los hechos de armas en general.
Jarrón micénico exportado y encontrado en Ugarit (siglos XIV-XIII a.c), por Jastrow (2006) Fuente: Wikimedia Commons |
Los micénicos se introdujeron en los
circuitos comerciales siguiendo las rutas de la expansión comercial cretense, a
quienes acaban sustituyendo cuando éstos entran en declive. Dominaron un vasto
mercado marítimo que abarcaba parte del Mediterráneo central y oriental.
Establecieron relaciones con las rutas
bálticas, a través de sus conexiones mediterráneas (ruta del ámbar). Conectaron
con el comercio occidental del cobre y, fundamentalmente, el estaño. Hacia el
siglo XIV, sus productos aparecen en el Sur de Italia. Incluso conocemos la
presencia de sus manufacturas cerámicas tardías en la Península Ibérica
(Montoro, Córdoba).
Principales enclaves y rutas comerciales micénicas. Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, June 15). Retrieved April 22, 2015, from OCW Universidad de Cantabria. Web site / CC-BY-NC-SA 4.0 |
También emplearon un sistema de escritura, el Silábico Lineal B. Similar al Lineal A, fue traducido por M. Ventris, resultando ser una especie de griego arcaico para sorpresa de los especialistas. Así se demostró que numerosos elementos de la Grecia arcaica, teóricamente aportados con posterioridad por las invasiones Dorias, estaban ya presentes en el mundo micénico.
Tablilla en Lineal B encontrada en Cnosos por sir Arthur Evans, por vintagedept (2010) Fuente: Wikimedia Commons / Flickr / CC-BY 2.0 |
LA PROPIEDAD DE LA TIERRA
La propiedad de la tierra es una de las muchas
incógnitas que plantea la Grecia micénica; según las tablillas, en líneas
generales se pueden distinguir dos tipos de propiedad: «ke-ke-me-na», o tierras
colectivas, y «ki-ti-me-na», o tierras privadas. Como vimos anteriormente, el
«wa-na-ka», el «la-wa-ge-tas» y el «te-re-ta» tenían acceso a estas propiedades
particulares, cuyas tierras trabajaban los esclavos o eran dejadas en
arriendo.
Por otro lado, se encuentran asimismo propiedades
ligadas a los dioses, que para algunos autores son propiedades reales, mientras
para otros pertenecen a los diferentes cargos sacerdotales.
Junto a estas grandes propiedades existían
otras más pequeñas, trabajadas por campesinos libres, y por último las tierras
comunales, repartidas periódicamente entre la colectividad. Parte de estas
propiedades podían donarse como obsequio por algún servicio. De esta forma,
nos encontramos a personajes ligados al palacio que reciben lotes de tierras
por parte de los altos organismos palaciegos. En Pilos existía un grupo
intermedio entre libre y esclavo, relacionado con las divinidades, que podía
arrendar tierras.
EL FIN DEL MUNDO MICÉNICO
Hacia 1.200 se culmina un proceso de caída de
la civilización micénica. Ésta constituye uno de los enigmas que encierra el
estudio de esta civilización. Su caída no fue repentina, sino paulatina, con
altibajos y leves recuperaciones, con el abandono y destrucción progresiva de
los palacios, que no sucedió de manera sincrónica. A continuación se inicia un
período que mantiene parte de la cultura micénica y al que denominamos
submicénico. Los horizontes de destrucción afectaron no sólo a palacios,
también a centros urbanos y enclaves no palaciales. Se inicia así el período
conocido como Edad Oscura, una época de oscurantismo cultural y arqueológico en
todo el Mediterráneo oriental (en unas zonas de forma más profunda que en
otras), para el que los expertos no pueden aún dar explicaciones satisfactorias
para todo el mundo.
Vaso de los guerreros (1200 a.c. aprox.), por Sailko (2008) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Preguntas sencillas como «¿Por qué desaparece
la civilización micénica?» o «¿Por qué conocemos la civilización micénica y,
sin embargo, no tenemos noticias del período inmediatamente posterior que nos
es más cercano?», aún permanecen sin respuesta. La caída de esta civilización es
difícil de entender con los datos que tenemos por lo que las hipótesis
existentes han intentado explicarla por diversas causas, que podemos englobar
en dos grupos: naturales y humanas.
Entre las causas naturales, se citan ciertos
procesos que afectaron a la producción agrícola: cambios climáticos, causas
ecológicas, deforestación, catástrofes naturales, epidemias. Estos factores pudieron
tener gran peso en la idea de abandonar estos centros.
Entre las causas humanas, se suele acudir a
enfrentamientos entre comunidades, bien de carácter externo (exógenos) o interno
(endógenos). Los primeros se han puesto en relación con la llamada «Invasión de los Dorios» o el «Retorno de los Heráclidas». A pesar de que una invasión
podría explicar con facilidad la desaparición de toda una civilización, lo
cierto es que difícilmente pudo darse una invasión de estas características sin
dejar una huella arqueológica más profunda.
Réplica de barco micénico, por Spiridon Ion Cepleanu Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Los que defienden que los enfrentamientos
dentro de la propia comunidad micénica pudieron ser la clave de la desaparición
de esta civilización, explicarían dichos enfrentamientos por la situación de
crisis interna, por la evolución hacia un estado semifeudal, por las tensiones
entre palacio y aldea, entre rey y nobleza. Para Chadwick, los dorios serían
las poblaciones rurales sometidas, que protagonizarían una revolución. Una
revuelta de estas características podría explicar la continuidad cultural y el
repentino final de los palacios aunque los lingüistas se muestran en desacuerdo
pues en esta época aparecen diferentes caracteres idiomáticos.
En definitiva, la caída del mundo micénico se
explica en el marco de un fenómeno complejo, en una situación de crisis no
local, sino regional, que afecta al Mediterráneo Oriental y su periferia,
asociada a importantes movimientos de comunidades -como los llamados Pueblos del Mar- que origina un círculo vicioso de inestabilidad económica y social.