Durante la edad del bronce en el Egeo, en el segundo milenio a. c., se desarrolla en la Grecia continental la cultura micénica. Esta civilización ha supuesto un fascinante enigma desde tiempos remotos. Se trata de la sociedad que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea". Sobre ella han escrito historiadores, arqueólogos, literatos e incluso psicólogos y filósofos. Su capacidad para la inspiración humana sólo puede ir pareja al desconocimiento de esta sociedad a la que sólo hemos podido acercarnos a través de siglos de distancia.
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LA SOCIEDAD MICÉNICA
Por lo que sabemos, es muy probable que la sociedad
micénica estuviera dividida en dos grandes estratos: una aristocracia
(constituida por el entorno del rey) y el pueblo (damo) que se encuentra
dirigido por funcionarios reales. En esta dicotomía también hay que añadir la
existencia del trabajo esclavo.
El monarca micénico se encuentra a la cabeza
de la sociedad. El término empleado es «wanax»
o «wanaka». Aunque cumple funciones religiosas, siendo responsable de los ritos
públicos, es un monarca con atribuciones militares, algo en lo que se diferenciaba
del modelo cretense. Como cabeza visible de la sociedad, es el receptor de las
ofrendas al palacio. En la figura de Agamenón, rey micénico que encontramos en
la trama de la Ilíada, tenemos representado un monarca de la fase heládica
tardía.
Vaso de los guerreros (1200 a.c. aprox.), por Zde Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Tras el monarca existe una nobleza, de la que
emana el wanax. En la nobleza micénica encontramos dos grupos: una alta nobleza,
vinculada al poder del sistema de aldeas, y una baja nobleza, asociada a las
tareas militares y burocráticas. En el primer grupo, vamos a encontrar la
génesis de las futuras facciones aristocráticas que caracterizarán el mundo de
la Grecia Arcaica, al segundo pertenecen los funcionarios encargados del
control de los artesanos, los jefes de clanes, los supervisores de los
cultivos, los supervisores del culto (también existían sacerdotes) y los
escribas. El rey y su corte, emanada de la nobleza, constituyen la cúspide de
la que dependen subalternos y funcionarios menores. Delegados y gobernadores
extienden el poder real al resto del territorio.
Objetos micénicos de uso cotidiano, por Schuppi (2014) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
El artesanado, tan desarrollado como en el
mundo minoico, era dependiente del palacio. Cerámica, orfebrería (especialmente
en oro, joyas, vasos, máscaras funerarias...), y el trabajo del bronce
(armamento, corazas, carros, etc.), constituían la mayoría de los productos
manufacturados por los artesanos micénicos e introducidos en los circuitos
comerciales egeos y orientales.
El pueblo habitualmente se ubica en aldeas y asentamientos rurales, asociado a las tareas agrícolas, desligados de la estructura palacial.
Cerámica pintada de Micenas, por Schuppi (2014) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Objetos de oro de Micenas, por Schuppi (2014) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Por lo que respecta a la vestimenta, en el
arte micénico el hombre suele aparecer vestido con una túnica corta que a veces
se ceñía con un cinturón. Es cierto que en algunas representaciones, en Pilos,
aparecen con túnicas largas, hasta los tobillos, pero podrían tratarse de
representaciones de sacerdotes o dignatarios.
La vestimenta femenina parece ser más rica y
elegante. En la mayoría de las representaciones aparecen con una falda larga y
un corpiño ajustado, que podía o no dejar los pechos al descubierto (al modo
minoico). Es posible que el estilo se originara en Creta aunque en las pinturas
murales de Pilos (de hacia 1250 a. c.) sigue apareciendo. Sobre la falda se
llevaba normalmente una faldilla que se doblaba dejando caer sus flecos (algunas
representaciones muestran el posible uso de varias faldillas a la vez). Llevaban
el pelo muy largo y adornado con trenzas y cintas. Parece ser que eran muy
amantes de las joyas, prefiriendo la cantidad a la calidad. Aparecen pendientes,
collares, pulseras, anillos, etc.
Joyas y objetos micénicos, por Schuppi (2014) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Con respecto a la esclavitud, podemos afirmar
que existe en grado incipiente en relación con el palacio. El mayor componente
de esclavos está integrado por mujeres y niños, aunque también aparecen
hombres. Todos estos esclavos están adscritos a cuadrillas especiales y su
alimentación corre a cargo del palacio. No todos los esclavos están vinculados
al rey, sino que la nobleza micénica es igualmente poseedora de esclavos
particulares. Por último, existe una capa intermedia entre libres y esclavos,
cuyos privilegios no se conocen bien.
La procedencia de los esclavos puede ayudar a
marcar la pauta de las expediciones bélicas de estos reyes, que seguramente
realizarían razzias a las zonas vecinas con el fin de saquear estos centros y
esclavizar a la población. La mayoría de estas expediciones se dirigirían a la
región oriental del Egeo, ya que aparecen esclavos procedentes en su mayoría
de puntos situados en estas zonas.
De gran importancia era el aparato militar.
La tradición bélica indoeuropea se apreciaba en este aspecto de la civilización
micénica, que impregnaba a la nobleza y la propia figura del monarca. Estos
notables guerreros, reunidos en consejo y asamblea, tenían cierto control sobre
las acciones del jefe militar.
Los mercenarios micénicos eran bien conocidos
en el próximo oriente, donde se beneficiaban de la existencia de numerosos
conflictos. Los contactos eran especialmente intensos con Anatolia y los
hititas. También las incursiones de rapiña, más o menos ocasionales, eran
actividades propias de las élites, que cumplían funciones económicas y
sociales.
Murallas ciclópeas de Micenas en la entrada de la Puerta de los Leones, por Ploync (2013) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY 3.0 |
El carácter bélico de esta sociedad puede atestiguarse a través de los muchos restos materiales que han sobrevivido. Destaca la presencia de las murallas ciclópeas (construidas con grandes bloques apilados sin ningún tipo de argamasa), que rodeaban las ciudades y ciudadelas, cuya función era más que evidente. Sus estrechos accesos a través de pasillos (como en el caso de la Puerta de los Leones) favorecían la defensa de la misma.
En las armas predomina el uso del bronce y el
cuero de formas muy diversas e imaginativas. Dentro de la gran variedad de
armas ofensivas se han encontrado lanzas, jabalinas, diferentes tipos de
espadas, estoques y flechas. Esto puede dar una idea de la complejidad del
aparato militar micénico y de la especialización de sus guerreros. Las armas
defensivas se centran en la existencia de escudos, armaduras y cascos de tipos
diferentes. Los escudos estaban fabricados en cuero y
responden a una doble tipología: los escudos «en forma de ocho» o «de perfil
pinzado» y los escudos «en forma de torre» o «rectangulares» (estos últimos
tenían curva la parte superior). Las superficies de los escudos eran curvas
para proteger mejor a los guerreros.
Réplica de espadas micénicas del Museo de Micenas, por Janmad (2008) Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 4.0 |
Sobre las armaduras no abundan los hallazgos
pero destaca de forma llamativa la denominada «armadura de Dendra». Encontrada
en las inmediaciones de Micenas, consta de casco y coraza. Ésta última, formada
por peto y espaldar, está compuesta de grandes placas de bronce cosidas sobre
un vestido de cuero. De acabado sencillo, ha sido objeto de discusión sobre si
su portador era un infante o bien un combatiente en un carro (debido a la escasa movilidad que le permitía la coraza). El casco estaba realizado con
colmillos de jabalí.
Armadura de Dendra con casco de colmillos de jabalí, por Dan Diffendale (2010) Fuente: Flickr / CC-BY-NC-SA 2.0 |
El ámbito micénico estaba protegido por un
sistema de defensa denominado «Sistema Oka», basado en puestos o guarniciones
militares fortificadas, estratégicamente ubicadas. La defensa del país -también
las expediciones militares- se sustentaban en el pueblo en armas, asamblea
masculina de guerreros, base de un sistema social de raíz indoeuropea.
LAS CREENCIAS RELIGIOSAS Y FUNERARIAS
El hecho religioso es bastante difícil de
identificar en la civilización micénica, en particular cuando se trata de
yacimientos arqueológicos, donde resulta complicado identificar con seguridad
un lugar de culto. En cuanto a los textos, sólo las listas de ofrendas dan los
nombres de los dioses, pero no nos enseñan nada sobre las prácticas religiosas.
El panteón micénico ya muestra numerosas
divinidades que se encuentran más tarde en la Grecia clásica. Poseidón parece
ocupar un lugar privilegiado, sobre todo en los textos de Cnosos. En esta época
se trata probablemente de una divinidad asociada a los terremotos.
También se encuentran una serie de «Damas», asociadas a los lugares de culto.
También se encuentra una «Diosa Madre» llamada Diwia. Otras divinidades
identificadas que se encuentran durante épocas posteriores son algunas de las
que formarán el panteón olímpico clásico como Zeus, Hera, Ares, Hermes, Atenea, Artemisa,
Dioniso, etc.; aunque sus atributos no son exactamente los mismos que en la época clásica.
Ningún gran templo de época micénica ha
podido ser identificado con seguridad. Algunos edificios encontrados en las ciudadelas y que
constan de una habitación central de forma oblonga rodeada de pequeñas habitaciones
podrían haber servido de lugar de culto, pero esta hipótesis no parece contentar a todos los expertos.
Estauillas votivas de terracota (en "psi" y en "phi"), por Zde Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0 |
Se puede además suponer que existió un culto
doméstico y se cree que lugares como Delfos, Dodona, Delos o
Eleusis eran ya santuarios importantes (los santuarios minoicos en abrigos
naturales eran frecuentes). Pero esto resulta difícil de probar de forma
evidente.
La práctica funeraria mayoritaria parece ser
que consistía en la inhumación. En los ajuares funerarios se refleja bien el
carácter de la élite micénica, rica y guerrera. Los enterramientos más
destacados se efectúan en «Tholoi», túmulos circulares con cámaras pétreas,
donde se han documentado numerosas ofrendas de gran riqueza: armas, marfiles,
joyas, máscaras de oro. La más impresionante la constituye la «Tumba de
Agamenón» (o el «Tesoro de Atreo») en Micenas. En ocasiones se produjeron en el
interior de las ciudadelas (círculos B y A de Micenas) y recibieron culto
durante mucho tiempo (son los llamados cultos heroicos).
1. Sección y plano del Tesoro de Atreo (2007)
2. Reconstrucción de la vista de la fachada desde el dromos (2007)
BANISTER, F.: A History of Architecture on the Comparative Method (1921)
Fuente: Flickr (1) (2) / Penn State University Libraries / CC-BY-NC 2.0
2. Reconstrucción de la vista de la fachada desde el dromos (2007)
BANISTER, F.: A History of Architecture on the Comparative Method (1921)
Fuente: Flickr (1) (2) / Penn State University Libraries / CC-BY-NC 2.0
1. Vista exterior del Tesoro de Atreo, por Klearchos Kapoutsis (2010) / CC-BY 2.0
2. Esquema y reconstrucción de la entrada a la tumba, por Schuppi (2014) / CC-BY-SA 3.0
(El triángulo sobre la entrada descarga el peso que ejerce la colina artificial sobre el corredor)
Fuente: (1) Flickr (2) Wikimedia Commons
Fuente: (1) Flickr (2) Wikimedia Commons
Otro tipo de enterramientos podía producirse
en cistas; en el suelo mismo de las viviendas o en zonas exteriores, en
cementerios. La cremación irá adquiriendo importancia conforme avanza el
período hasta hacerse mayoritaria en las épocas finales del Heládico Reciente,
lo que para algunos autores es indicativo de la llegada de un pueblo nuevo con
prácticas diferentes.
El tesoro de Atreo, en Micenas
subido por ARTEHISTORIA a https://www.youtube.com
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