Durante la edad del bronce en el Egeo, en el segundo milenio a. c., se desarrolla en la Grecia continental una cultura que tiene su origen en la evolución de las comunidades neolíticas y que conoce la aportación de elementos culturales nuevos de la mano de poblaciones de origen indoeuropeo. Esta civilización ha supuesto uno de los más apasionantes enigmas de la Antigüedad desde tiempos remotos. Sobre ella han escrito historiadores, arqueólogos, literatos e incluso psicólogos y filósofos; no obstante se trata de la sociedad que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea".
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ORÍGENES
El espacio egeo se encuentra muy fragmentado
y el nexo de unión de todos los territorios helenos lo constituye el mar, y en
la antigüedad no era diferente. No es de extrañar, que en la zona fueran
apareciendo, desde época muy temprana, diferentes comunidades que sufrieron
distintos avances en la evolución de su propia civilización. Arthur Evans, el descubridor del
palacio de Cnosos, ya reconoció tres zonas culturales en el Egeo durante la
Edad del Bronce: la zona minoica –a la que pertenece Cnosos y que englobaba las
inmediaciones de la isla de Creta-, la zona cicládica –compuesta alrededor de
las islas cícladas- y la zona heládica o micénica –integrada por la Grecia
continental- y que, revisada por otros autores a la luz de los nuevos descubrimientos, aún hoy se emplea por su comodidad.
Mapa de las distintas culturas del Bronce Egeo |
Sin embargo, a pesar de las similitudes,
estas no son coincidentes en todas las zonas, pues cada una tiene su propio
discurrir histórico. Así, la zona minoica adquiere una mayor preponderancia en
épocas más tempranas, a pesar de ser una sociedad pacífica, en base a un
elemento fundamental: su dominio sobre el mar y, por tanto, sobre todo el Egeo.
La civilización micénica o heládica se
desarrolla plenamente entre el 1.700 y 1.200 a. c., por tanto, su evolución
histórica es en parte paralela y coetánea con la del mundo minoico y no una
continuación cronológica de la misma, abarcando parte del Minoico Medio su fase
inicial y del Minoico Reciente su fase de apogeo y caída.
Cuadro de hallazgos arqueológicos y del desarrollo de las distintas civilizaciones en el Egeo durante la Edad del Bronce |
El origen de la civilización micénica, se
vincula a la llegada de diversas oleadas de grupos indoeuropeos que desde el
2.000 a. c. se van asentando en la Grecia continental y desde donde se van
expandiendo paulatinamente por todo el espacio egeo, a medida que se retraía la
presencia minoica (esto no es exclusivo de la Grecia continental pues por estas
fechas también llega este elemento indoeuropeo a la península anatólica, donde
formó parte de la gestación del estado hitita). Hacia el 1450 a. c. el proceso
está culminando y los micénicos han ocupado económicamente el ámbito egeo.
Entre 1.400 y 1200 a. n. e. aproximadamente, se desarrolla plenamente esta
cultura, heredera en gran medida del anterior mundo minoico o cretense y
predecesora de la Grecia arcaica.
Sin embargo, aunque el modelo cultural
micénico tiene bastantes facetas comunes con el mundo cretense, también contiene
sus propias connotaciones. Así, aunque también basan su organización en un
sistema palacial y en una monarquía, y terminaron adoptando un sistema de
escritura emparentado con el minoico -el Lineal B-, todos estos elementos
tenían un carácter distinto. También sus bases económicas son similares a las
cretenses, aunque con diferentes relaciones de producción a escala social.
Difusión de los Indoeuropeos.Fuente:Sanchez, J. R. A., Aja, J. R. (2009, March 24). Retrieved April 19, 2015, from OCW Universidad de Cantabria. Web site / CC-BY-NC-SA 4.0 |
Esta cultura tiene sus principales centros en
la Grecia continental meridional y central, organizándose en torno a ciudades
como Micenas, Tirinto o Pilos en el continente helénico, y en Creta, uno de los
estratos de Cnosos presenta también caracteres semejantes, lo que ha dado pie
a pensar en una posible invasión de la isla por los griegos que llamamos
micénicos. Las excavaciones realizadas en todas estas zonas han puesto al
descubierto cierta uniformidad en la organización palacial.
No se sabe a ciencia cierta la relación
existente entre todos estos centros de poder. Por el momento, todo parece
indicar que eran independientes y que no existían vínculos políticos entre
ellos. A pesar de que algunos quieran ver y aventuren la existencia de alguna
liga o confederación entre ellos, lo cierto es que aún no se ha encontrado nada
que los uniera, más allá de la uniformidad cultural y la semejanza de modelos
organizativos.
EL PALACIO MICÉNICO
En estas ciudades los palacios aparecen como
centros de la vida política, social, económica y religiosa; en su interior se
muestran un número de dependencias más o menos numeroso para el rey, la burocracia
estatal y los artesanos, y grandes almacenes junto con amplios talleres
dedicados a la elaboración de una serie de productos diversos, consistentes en
objetos de bronce, cerámicas, perfumes y productos agrícolas cuidadosamente
embalados, algunos con ingeniosos dispositivos para conservar durante cierto
tiempo la temperatura. Estos recintos se hallan rodeados por una sólida muralla
que no resguarda al resto de la población, la cual, por las excavaciones
realizadas en la periferia de los palacios, son el exponente de un régimen de
vida más primitivo, ya que no aparece, en ningún aspecto, un régimen de
desarrollo semejante al de los palacios.
La organización social micénica tiene también
su base en la centralización palacial. El palacio es el eje de la sociedad,
donde reside el soberano y su corte. Es el centro de ciudadelas fuertemente
protegidas. Esta característica defensiva le diferencia claramente del modelo
minoico y podría ser muy ilustrativa de las diferencias en los caracteres
socioculturales de ambas civilizaciones.
Las acrópolis micénicas, rodeadas de
murallas de importantes volúmenes (ciclópeas) y con una estructura
interna cerrada, se ubican en zonas altas y bien defendibles, que a menudo se
convertirán, en el futuro mundo clásico, en áreas de culto.
Arquitectónicamente, se organiza en torno a un patio porticado y recibe el
nombre de «mégaron». Se trata de una sala del trono presidida por un
hogar rodeado de cuatro columnas que soportaban el piso superior. Si bien el
mégaron y el patio constituyen los elementos centrales en torno a los que se
articula el palacio, existen una multitud de habitaciones, corredores,
pasillos, escaleras y demás dependencias destinadas a la casa real y al
funcionamiento de la misma (despensas, bodegas, almacenes, baños, y otros
servicios). El interior se decora con pintura mural al estilo minoico, aunque
desprovistas del marcado carácter religioso - ritual de aquéllas. Gran parte de
la decoración se puede reconstruir a partir de los miles de fragmentos de yeso
pintado encontrados entre las ruinas.
El palacio micénico es el centro residencial
de la casa real, acogiendo al cuerpo de funcionarios y burócratas, militares y,
eventualmente, a la población exterior amenazada. Así el palacio micénico es esencialmente
un espacio de hábitat para la élite, bien protegido. Es el centro de la
ciudadela micénica.
Conocemos cinco grandes palacios micénicos:
Micenas y Tirinto, en la Argólida, destruidos hacia el 1.200; Pilos en Mesenia,
destruido hacia 1.235; Tebas, en Beocia, destruido hacia el 1.320; y Cnosos,
construido sobre el anterior palacio cretense, destruido nuevamente hacia el
1375. La cultura material asociada a estos centros es rica, destacando las
citadas decoraciones en frescos y el uso de columnatas.
Reconstrucción del yacimiento de Micenas |
Puerta de los Leones (acceso a la acrópolis de Micenas), por Andreas Trepte (2008) Fuente: Wikimedia Commons / www.photo-natur.de / CC-BY-SA 2.5 |
La arqueología nos ha permitido percibir el
gran desarrollo material alcanzado en el interior de los palacios, una
artesanía bastante evolucionada: se conocía la escritura, las construcciones
denotan cierto lujo, la rígida burocratización regula las diversas
actividades, etc. Si nos trasladamos a las aldeas, nos encontramos con que el
panorama sufre un cambio. Las construcciones, al igual que los objetos de uso,
son bastante más simples y rudas, no están fortificadas ni han aparecido
tablillas. Todo ello, nos hace vislumbrar que en la Grecia micénica existían
dos mundos diferentes: el de los palacios y el de las aldeas. Fuera de las
fronteras que suponen las murallas que envuelven a los palacios encontramos un
régimen de vida más primitivo, que casi podemos calificar de tribal.
Recorrido por el yacimiento de Micenas
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